El atractivo que despertaba la doctrina luterana entre las clases populares hizo que no solo rechazasen la autoridad del papa, sino también la de los nobles alemanes. Y así, en 1524 estalló la Guerra del Campesinado, más revuelta que guerra. Los predicadores luteranos más radicales apoyaron a los rebeldes porque lo vieron como un signo de la llegada del reino de Dios a través de las armas.
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