Iván Wasilievich regresa a su aldea junto a su esposa, Natalia Feodorovna. El duro invierno ruso, que ya sufrieron los soldados de Napoleón, durará largos meses. Por el camino encuentran al príncipe Mijail Alexeievich Vorunov y le saludan con reverencia. Aunque el zar Alejandro II ha liberado a los siervos, los campesinos rusos siguen teniendo veneración hacia los señores:
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