Ha llegado el verano, tiempo para oeste y piratas. Siempre me ha parecido que cada época histórica tiene su propia época del año. La Edad Media es la que más abarca, pero el verano es para jinetes, indios, barcos y piratas. Siempre lo fue así en Playmobil y comics.
Y como ya he hablado del oeste en los anteriores posts, hay que rescatar ahora de nuevo a mis piratas. En aquellas islas del Caribe siempre es verano. Las gaviotas vuelan hacia la puesta de sol.
¡Qué bien venía siempre esa roca secreta de la isla! Ese pasadizo para ocultar el tesoro. Bien lo sabía el viejo Ben Gun, que supo birlarle el tesoro del capitán Flint a John Silver el Largo. También el loro sabía el secreto.
A la sombra de las palmeras, los piratas descansan en la isla. O bien planean nuevos abordajes. O consultan el mapa del tesoro. Pero el ron nunca falta.
Las aventuras de los piratas cada verano no tenían fin. Y hasta Pippi, como ya conté, navegó en busca de su padre con Tomy y Anika ¡Aventuras! Y eso que todavía no había descubierto los libros de Alfaguara Juvenil, ni Los pasajeros del viento ni Julio Verne ni El Gavilán ni El conde de Montecristo. Y aun así ya encontraba aventuras para mis piratas.
En realidad, aquellas aventuras nunca terminaron. Cada año miro atrás, a aquellos bravos piratas, a aquel barco invencible, a Érase una vez las Américas, a la bandera negra de tibias y calavera. Y sigo navegando junto a ellos por aquellos mares azules.
Y veo un mar azul
con sus aguas que bañan el trópico
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