sábado, 18 de enero de 2025

El misterioso caso Orlandi

 El 22 de junio de 1983 desapareció en Roma una joven de quince años llamada Emanuela Orlandi. Era hija de un empleado de la Ciudad del Vaticano y tenía la ciudadanía vaticana. Su desaparición constituye a día de hoy uno de los mayores misterios de Italia y del mundo.


 Aquel día, Emanuela salió de casa para asistir a clase de flauta travesera en una academia de música cerca de la Plaza Navona. Pidió a su hermano Pietro que la acompañara, pero este se negó. La adolescente recibió su clase como cada semana y llamó a su casa desde una cabina telefónica.



     La llamada la cogió su hermana Federica. Emanuela le contó que un hombre le había ofrecido trabajar para la marca de cosméticos Avon. Le ofrecía un buen sueldo y la joven lo veía como una gran oportunidad para conseguir dinero. Federica le dijo que no se fiaba y que abandonara la idea.
    Emanuela había quedado con su hermana pequeña Cristina y sus amigas a las siete de la tarde. Emanuela no apareció. No había cogido el autobús como acordaron. Cristina regresó a casa y comprobó que su hermana tampoco estaba allí. La familia salió a buscarla y avisó a la policía. Esta dijo que era pronto para poner la denuncia y aconsejó esperar al día siguiente. Más tarde, los carteles con su foto estaban en periódicos y muros de Roma.


  La policía inició la investigación y Federica compartió lo que Emanuela le había contado sobre el hombre de Avon. Sus amigas contaron que la habían visto hablar con un hombre en un BMW verde ¿Se trataba del hombre de Avon? Los días siguientes, la familia Orlandi recibió varias llamadas. Una de ellas era de un tal Pierluigi, que contaba que había visto a una chica vendiendo productos de Avon cerca de la escuela de música de Emanuela y que respondía a su descripción. La chica, que llevaba una flauta travesera en una mochila, decía llamarse Bárbara. Esta información planteaba que Emanuela se habría escapado al ver la oposición de su familia a que ganase dinero y se había puesto a trabajar con Avon bajo un nombre falso. La familia rechazó esta idea porque Emanuela era una chica responsable y nunca se había ido sin avisar. Desde aquella llamada, todas las que se sucedieron fueron grabadas por orden de los servicios secretos.
    Días después, la familia Orlandi recibió otra misteriosa llamada. Se presentaba como Mario y decía haber visto a una chica llamada Barbarella, que vendía productos de Avon y que trabajaba con un hombre. Según Mario, Barbarella compartía los rasgos de Emanuela. Esta chica había contado que "sentía lástima porque tenía que cantar en el colegio y no iba a poder". Ese dato coincidía con los planes de Emanuela para poco después del 22 de junio.
    Días después, el papa Juan Pablo II, en su homilía del domingo, ante los asistentes en la plaza de San Pedro, pidió a los "secuestradores de Emanuela Orlandi" que la soltaran y transmitió su apoyo a la familia. Pero la palabra "secuestro" todavía no había sido mencionada ni por la familia ni por la policía ¿Por qué decía eso el papa?
    Dos días después, los Orlandi recibieron una nueva llamada. Se trataba de un hombre que hablaba en italiano, con acento extranjero y metiendo palabras en inglés. Los investigadores lo designaron como "El Americano".


    Este personaje les hizo escuchar una grabación en la que una chica decía "Internado Nacional Vittorio Emanuele II" varias veces. A continuación decía: "El próximo curso estaré en 10º grado (4º ESO en España)". La familia no lo dudó: era la voz de Emanuela.
    Otra grabación mostraba a Emanuela diciendo: "Tengo quince años. En enero cumpliré dieciséis". Mencionaba además "un pequeño pueblo cerca de Santa Marinella" (en la costa del Lazio). La grabación podía haber sido realizada por el hombre de Avon cuando contactó con Emanuela, acerca de su edad y otros datos. También cabe la posibilidad de que se grabara cuando la joven acudió como público con su clase al programa juvenil Tandem, de la RAI, tan solo un mes antes de su desaparición.




 El Americano les dijo que Pierluigi y Mario formaban parte de "su grupo". En otras palabras, eran los secuestradores. Ercole Orlandi, padre de Emanuela, preguntó al Americano si su hija se encontraba bien, pero este respondió que no estaba autorizado para decírselo. A continuación, les dijo que su grupo iba a matar a la joven a no ser que el gobierno italiano liberase a Ali Agca.


  Este terrorista turco se había hecho famoso un año antes por haber intentado asesinar a Juan Pablo II en 1981 en la plaza de San Pedro mientras la recorría en su papamóvil. El propio papa, una vez recuperado, se había reunido con Agca en su celda. Se habían vertido ríos de tinta sobre este atentado ¿Quién lo había encargado? ¿El grupo terrorista turco Lobos Grises? ¿Bulgaria? ¿El KGB? En el contexto de la Guerra Fría, toda hipótesis era válida. El papa era un poderoso adversario para el bloque comunista. Había colaborado en la creación del sindicato polaco Solidarnosc, de Lech Walesa, y se apuntó a esa vía.


 Los supuestos secuestradores fijaban una fecha límite: el 20 de julio. De este modo, se configuraba la primera hipótesis del caso Orlandi:

1. Emanuela fue secuestrada por el grupo al que pertenecía Agca para lograr la liberación de este.

    Agca fue interrogado. Negó estar relacionado con el secuestro y pidió a los culpables que la soltaran. Días después, el Americano llamó a la familia Orlandi y ordenó que fuesen a recoger un paquete depositado en la plaza del Parlamento que demostraba que Emanuela estaba en su poder. En el paquete había una fotocopia de la ficha de Emanuela de la escuela de música y un mensaje escrito, supuestamente, por la chica: "Con mucho afecto, vuestra Emanuela". La familia la reconoció como la caligrafía de Emanuela. 
    Una nueva llamada les llevó a otro paquete. En él había una cinta de casette. Por una cara, estaba grabado el mensaje del ultimátum de los secuestradores sobre la liberación de Agca. Por la otra, había una horrible grabación en la que una joven gemía y gritaba. La angustia de la familia aumentó. 
    La mañana del 20 de julio, un monasterio cercano a Roma recibió una llamada en la que alguien decía que quedaban pocas horas para la muerte de Emanuela, a no ser que Agca fuera liberado. Al finalizar el plazo, las autoridades buscaron algún rastro del cadáver de la joven por toda Roma y alrededores. Hasta el río Tíber fue registrado. No apareció nada.
    Los días siguientes, la idea de que Emanuela seguía viva fue la hipótesis que planteó la policía. La familia, aconsejada por su entorno, eligió al abogado Gennaro Egidio como portavoz y las llamadas que se sucedieron se dirigieron a él.


    Egidio no era un abogado de secuestros, ni siquiera de crímenes. En palabras del periodista Andrea Purgatori, que trabajaba por aquel entonces en el Corriere della Sera, era un "silenciador": alguien que "podía tapar los secretos". Las siguientes llamadas del Americano contaban que Emanuela seguía viva y que tenían secuestrada también a otra joven llamada Mirella Gregori. Esta había desaparecido un mes antes que Emanuela. Mirella bajó al portal tras recibir una llamada y nadie volvió a verla nunca más.



    En la Navidad de 1983, los Orlandi recibieron una visita inesperada: el papa en persona fue a su casa y les dijo que el de Emanuela era un caso de "terrorismo internacional".


    Mientras tanto, Purgatori se preguntaba que si el grupo de Agca, que había sido investigado por la policía, no tenía conexión con nadie en Italia ¿por qué el Americano incluía a Pierluigi y a Mario entre los integrantes de la banda? Entonces, Purgatori planteó la idea de que todo era un invento y que el Vaticano tenía información. La cinta de la supuesta tortura fue analizada: se trataba de una película pornográfica. Purgatori publicó su teoría: el Vaticano ocultaba algún secreto y lo del terrorismo era solo un señuelo. Sus jefes le obligaron a apartarse del caso Orlandi y Purgatori tuvo que seguir investigando por su cuenta.
    Un día, las llamadas terminaron. Diez años después, la policía enseñó una fotografía de una joven sobre la posibilidad de que fuese Emanuela. La muchacha se encontraba en un convento en Luxemburgo. Pietro Orlandi y sus padres se trasladaron allí, pero comprobaron que no se trataba de Emanuela. El padre murió en 2004. Poco antes dijo: "Aquellos a los que servía me han traicionado".
    Juan Pablo II murió en abril de 2005. Pocos días después, en el programa italiano Chi lo ha visto (equivalente al Quién sabe dónde español) de la RAI, se recibió una misteriosa llamada que decía: "Si quieren saber la verdad sobre Emanuela Orlandi pregúntense quién está enterrado en la basílica de San Apolinar y el favor que Renatino le hizo al cardenal Poletti".



  Las autoridades y Pietro, convertido en portavoz de la familia, averiguaron que en esta basílica, que se encuentra justo al lado de la escuela de música de Emanuela, estaba enterrado un jefe de la mafia: Enrico De Pedis, alias Renatino. 



    Era el líder de la Banda della Magliana, una organización criminal de Roma, filial de la mafia siciliana ¿Qué hacía un mafioso enterrado en una iglesia propiedad del Opus Dei y vinculada con el Vaticano?
    Días después, una periodista se puso en contacto con Sabrina Minardi, la amante de De Pedis.


    Su aspecto claramente desmejorado denotaba su pasado enganchada a las drogas. Unido al hecho de que viviera apartada, en un piso sin nombre en el buzón, el asunto abría la puerta a un mundo turbio.


    Minardi relató una historia impactante, de película, que abría la segunda hipótesis del caso.

2. Emanuela fue secuestrada por orden de De Pedis. Este ordenó a Minardi que la trasladara a una casa. Allí, se la retuvo con drogas, suministrada por una cuidadora de nombre Adelaide. Más tarde, Emanuela fue trasladada a Monteverde, un barrio residencial de Roma, a una casa con un escalofriante sótano. Más tarde, una noche, De Pedis ordenó a Minardi que llevase en su coche a Emanuela hasta la gasolinera del Vaticano, donde alguien la recogería. Según el testimonio de Minardi, la muchacha estaba drogada. En la gasolinera, un sacerdote con sotana bajó de un coche, recogió a Emanuela y la subió al suyo. De Pedis comunicó a Minardi que todo esto era una "lucha de poder".
    El testimonio de Minardi tenía elementos inconexos y la idea del sacerdote con sotana por la noche fue considerada fantasiosa. Pero la fiscal que investigó el caso encontró la casa de Monteverde y se le heló la sangre al comprobar que el sótano existía y al imaginar lo que pudo haber ocurrido allí.
    La clave fue proporcionada por Maurizio Abbatino, jefe de otra rama de la Banda della Magliana, que se había convertido en confidente de la policía. Reveló a una periodista que todo era un asunto de dinero. Dinero que la mafia exigía al Vaticano.
    Todo se remontaba al escándalo del Banco Ambrosiano, poderosa entidad financiera católica italiana, con Roberto Calvi (que inspiró al personaje del banquero Keinszig en El Padrino 3) al frente, que había blanqueado dinero de la mafia y que había desviado al IOR (Instituto para Obras de Religión, conocido como Banca Vaticana), con la que tenía firmado un acuerdo. El IOR estaba en manos de un oscuro personaje: el cardenal americano Paul Marcinkus.



 De acuerdo con las especulaciones en el Vaticano, Juan Pablo I sabía del trato del Ambrosiano con la mafia y pretendía acabar con el IOR. Marcinkus veía que el pontífice suponía un obstáculo y se especulaba que el cardenal americano había ordenado matarlo.




    Por el contrario, Marcinkus había encontrado en Juan Pablo II un aliado en la lucha contra el comunismo. Se cree que se encargó de desviar fondos del IOR a Polonia para financiar Solidarnosc.
    En 1982, Calvi fue encontrado ahorcado en un puente en Londres. Sus bolsillos estaban llenos de divisas. Todo apuntaba a un ajuste de cuentas de la mafia.



El día que desapareció Emanuela, Juan Pablo II estaba en Polonia de visita.


Se comentaba que el empeño que puso en estas visitas a su país natal se basaban en la profecía de Fátima, festividad del día en el que sufrió el atentado de Agca. De acuerdo con la profecía, la Virgen hablaba de un papa atacado y de la conversión de Rusia. así, tras haber sobrevivido, Juan Pablo II creía tener una misión que cumplir. Y su ariete sería Solidarnosc. Con el dinero del Vaticano, del Ambrosiano... y de la mafia.
    De acuerdo con esta hipótesis, el secuestro de Emanuela fue un aviso al Vaticano como medida de presión para que devolvieran el dinero. Minardi contó además que De Pedis tenía tratos con Marcinkus. ¿Por todo ello quería el Vaticano alejarse del caso Orlandi? ¿Por eso insistía el papa en lo del "terrorismo internacional"?

3. Durante unos años se especuló con la idea de que Emanuela fue secuestrada por la logia masónica Propaganda Due, a quien se le atribuían crímenes en aquella época.

4. La hipótesis de un asesino en serie cobró importancia en la década de 2000. Varias jóvenes habían sido asesinadas entre 1982 y 1990. Pero todos los cadáveres fueron encontrados, mientras que los de Emanuela y Mirella Gregori no. De ser un asesino en serie, habría seguido un patrón con todas sus víctimas.

5. En 2012, el padre Gabriele Amorth, exorcista del Vaticano, difundió la idea de que ciertos prelados organizaban "ciertas reuniones secretas" y que Emanuela habría sido usada en ellas y asesinada después. 

 6.  En 2013 entró un extraño personaje en escena: Marco Accetti, un fotógrafo que decía haber sido el "inventor del caso Orlandi".


  Accetti hizo llegar a la familia una flauta travesera en una funda. Los Orlandi la reconocieron como la de Emanuela, pero no se encontró ADN en ella para comprobarlo. Accetti decía que había secuestrado a Emanuela por encargo de un grupo de dentro del Vaticano llamado Ganglio. Afirmaba que se trataba de un juego de poder complicado y de nuevo sacaba la conexión con Agca, cosa que los investigadores habían descartado. Además, reveló que él era el Americano. El fotógrafo contó que el plan era presionar por un lado al Vaticano, con Emanuela, y por otro al gobierno italiano, con Mirella Gregori.
    Pietro Orlandi aceptó entrevistarse con Accetti en un programa de televisión. El fotógrafo proporcionó datos que encajaban con Emanuela, pero otros no. Pietro le tendió una trampa al exponer datos que el Americano les había revelado por teléfono, como que la joven había recibido un golpe en el brazo. Accetti lo desconocía. Por esta y más razones, Pietro y los investigadores concluyeron que mentía. Un psiquiatra trató a Accetti y llegó a la conclusión de que era un narcisista trastornado, con afán de protagonismo, que había aprovechado el caso. 


    Las grabaciones del Americano fueron analizadas por expertos en sonido. Concluyeron que las llamadas entre junio y julio eran diferentes a las realizadas después de este último mes. Al compararlas con la voz de Accetti comprobaron que se trataba de la misma persona: había dos Americanos. Las llamadas realizadas por Accetti mencionaban a Mirella e incluso daban datos muy precisos sobre ella. Pero ninguna de las de junio y julio lo hacía ¿Conocía Accettti información sobre Mirella? ¿Era él el asesino en serie de la hipótesis 4?

7. Con el estallido del Escándalo Vatileaks en 2016, con la filtración de documentos del Vaticano, el periodista Emiliano Fittipaldi reveló la existencia de unos papeles en los que se indicaban los gastos de "la ciudadana Emanuela Orlandi". 


    De acuerdo con estos documentos, Emanuela fue llevada a Londres, a un albergue femenino de una orden religiosa muy ligada al Vaticano. Al final de los documentos se habla de "gastos finales" y "devolución", lo que Fittipaldi interpretó como la muerte de Emanuela y el traslado de su cuerpo al Vaticano.
    Tres años después, la abogada Laura Sgrò, que se había ocupado del caso Orlandi, recibió en su buzón una misteriosa carta. En ella aparecía la fotografía de la estatua de un ángel y una frase escrita: "Busca donde mira el ángel".


     En este punto, el caso Orlandi adquiere dimensiones propias de El Código Da Vinci o de "Lucirá la Cruz del Águila" de El secreto del Unicornio.


 La imagen del ángel pertenecía al sepulcro de unas princesas alemanas enterradas en el cementerio Teutónico, dentro del Vaticano. La tumba fue abierta, pero no había rastro del  cuerpo de Emanuela ni de las princesas.
    Fittipaldi planteó una cuestión: tanto si los secuestradores eran terroristas como si eran de la mafia ¿por qué secuestrar a la hija de un empleado y no a un alto cargo? Purgatori, sin abandonar la vía de Minardi, se planteó también esta cuestión.

    8. En 2022, el testimonio de una amiga de Emanuela reveló lo siguiente. Unas semanas antes de su desaparición, Emanuela, muy asustada, contó a la amiga que un hombre cercano al papa la había "molestado" en los jardines del Vaticano ¿Quién era ese hombre? ¿Marcinkus? ¿Era este el "favor" de De Pedis a Poletti?
    En 2023, la fiscalía reabrió el caso Orlandi. Pietro siguió difundiendo que el Vaticano sabe algo y acusó al círculo de Juan Pablo II de "ciertas reuniones con niñas". 


    El papa Francisco desmintió esto en un sermón, pero este hecho no hizo más que hacer crecer la idea de que el Vaticano oculta información. Poco tiempo antes, Sgrò contó que el cardenal Carlo Maria Viganò, gran enemigo del papa Francisco y excomulgado por este, se había puesto en contacto con ella para revelarla un asombroso dato. La noche de la desaparición de Emanuela, él trabajaba en el Vaticano, pero todavía era solo sacerdote. Viganò afirmó que dos prelados hablaron de que "la hija de Orlandi había sido secuestrada". Esto confirmaba que el Vaticano sabía del secuestro y explicaba el sermón de Juan Pablo II.


  9. Si tenemos en cuenta todo lo anterior como simples especulaciones, incluido el testimonio de Minardi, la idea es barajar la posibilidad más sencilla, alejándose de tramas. En este caso, cobra relevancia la hipótesis que Paloma Gómez Borrero, periodista experta en el Vaticano planteó ya en 2012, un año antes de la abdicación de Benedicto XVI: tanto Emanuela como Mirella fueron secuestradas por una banda que se dedicaba a la trata de blancas y que operaba en Italia a principios de los años ochenta.


 Gómez Borrero se apoyaba en el testimonio de una chica que consiguió escapar de esta banda. 

  10. En abril de 2023, las nuevas investigaciones se trasladaron a España. Un periódico de León publicó que cierto prelado del Opus llamado Lucio Ángel Vallejo, de la diócesis de Astorga, se comunicó con Francesca Chaouqui, consejera del COSEA (comisión de la Santa Sede sobre cuestiones económicas).


   Los wassaps intercambiados en 2014 decían "Hay que hablar con el papa sobre lo de los profanadores de tumbas" y "hacer desaparecer lo de Orlandi". Aunque Vallejo también decía que esos documentos eran "su pasaporte". Tanto Vallejo como Chaouqui estaban implicados en el Escándalo Vatileaks.
    Esto descartaría la hipótesis de Gómez Borrero y haría regresar al Vaticano al punto de mira sobre el caso Orlandi. Con la muerte de Purgatori en julio de 2023, el caso Orlandi perdió a uno de sus investigadores más valiosos. Pero Fittipaldi y otros han continuado apuntando a la idea de la relación Vaticano-mafia y a un chantaje. 
    A finales de 2024, la teoría de Pietro se reforzó cuando la Santa Sede admitió que posee un dossier sobre el caso Orlandi. La pelota, definitivamente, ha vuelto al Vaticano. Y la familia Orlandi continúa buscando la verdad.













 


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