Habíamos dejado a los lansquenetes camino de la guerra tras haber sido reclutados en sus lugares de origen. Ahora se encuentran cerca de los pasos alpinos. Al reunirse de nuevo desde hace años todo es alegría. Pero con algo de desconfianza se mira a los suizos, pues aunque todo mercenario se vende al mejor postor, los suizos tienen más fama de pasarse de bando.
Al fondo se adivinan ya estandartes de cantones suizos y estados alemanes. Es tiempo de reencuentro jovial antes de tomar posiciones para la batalla. Los lansquenetes charlan alegremente sobre la última campaña, comparan sus armas y presumen ante los más jóvenes de poder empuñar la pesada zweihander ¡algunos hasta con una sola mano!
Ahora es tiempo de afilar espadas y puñales, de revisar las picas y limpiar armaduras (quien las tenga). Pero la mayoría de los bravos lansquenetes prefieren lucir sus trajes acuchillados de vivos colores para presumir de valor y rechazan las pesadas pecheras.
Me encantan como le quedan esos bigotes rubios al mercenario. ¡Menuda tropa! Y buenos datos. Gracias por compartirlo Diego. Un saludo
ResponderEliminarGracias a ti, Jose Luis. La verdad es que los bigotes vikingos se adaptan muy bien a los lansquenetes. Se agradece el comentario. Un saludo
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