Los ahorcamientos se llevan a cabo en las afueras, en lugares desolados, humilladeros o cruces de caminos. Un guardia vigila al ajusticiado. Su deber es cuidar que nadie robe el cadáver. Dicen que las brujas van de noche a llevárselos para sus pociones. En aquella época se cree en toda superstición.
Los viajeros contemplan a los ahorcados con temor. Saben que cuanto más se exhiben estos, más dura es la justicia del feudo o ciudad:
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