Florencia, 1497. Tras la muerte de Lorenzo el Magnífico, Savonarola se hace con el control de la ciudad.
El predicador fanático ha impuesto una teocracia y persigue todo aquello que considera pecado o corrupción. Savonarola ordena quemar en una hoguera todo objeto que sea pecaminoso, lujoso o sacrílego: es la hoguera de las vanidades.
En la hoguera queman ropajes, espejos, libros, cuadros mitológicos. Todo arde pasto de las llamas:
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