Zaragoza, junio de 1808. Las tropas francesas del general Charles Lefebvre asedian la ciudad del Ebro. Los bombardeos de los invasores se suceden, pero los zaragozanos resisten.
Los defensores resisten. Los franceses toman los barrios de Torrero y el Arrabal. Intentan asaltar la puerta del Portillo, pero una valiente mujer llamada Agustina Domènech, conocida posteriormente como Agustina de Aragón, dispara un cañón que detiene a los asaltantes.
Pero hay otras heroínas en Zaragoza. María Rafols, fundadora de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, se dedica a atender a enfermos y heridos en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia.
Agosto. Palafox y sus tropas logran realizar una salida con éxito. Fuera de Zaragoza, se enteran de la derrota de los franceses en Bailén en julio. Con un nuevo entusiasmo, los españoles logran romper el cerco del Arrabal y los franceses de Lefebvre se ven obligados a levantar el sitio, no sin antes destruir el monasterio de Santa Engracia.
Napoleón está furioso. Soria y Zaragoza han trastocado sus planes. Pero la ciudad del Ebro es una pieza clave para el ejército francés por su posición estratégica. Napoleón entrega el mando de las tropas para tomar Zaragoza al mariscal Jean Lannes, amigo personal suyo (era el único que podía dirigirse a él por su nombre).
En diciembre se inicia el nuevo asedio. Llegan noticias a los sitiados de que Madrid ha capitulado ante Napoleón en persona. Palafox se niega, a pesar de recibir esta noticia, a negociar una rendición con Lannes: "Después de muerto, hablaremos".
1809. Los bombardeos franceses se suceden. Los víveres escasean. Se extiende el tifus. La madre Rafols toma una decisión: acude al campo enemigo y pide entrevistarse con Lannes en persona.
María Rafols le pide al mariscal ayuda para el hospital e intercede por la liberación de varios prisioneros. Podemos intuir la sorpresa que supuso para Lannes esta muestra de valor. Una escena que siempre me ha recordado a la entrevista entre Atila y el papa León I. Lannes cede y le entrega a la madre Rafols víveres y un salvoconducto.
El asedio prosigue. Los franceses logran tomar el barrio de Gracia, el Arrabal... Pero Palafox se niega a rendirse.
El tifus se extiende. El propio Palafox cae enfermo y es sustituido por el general Felipe Augusto de Saint-Marcq. Este acaba firmando la rendición de Zaragoza ante Lannes el 21 de febrero. Pero la hazaña de los héroes de la ciudad del Ebro vivirá por siempre.
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