sábado, 18 de octubre de 2025

Las puertas del templo de Jano

 Roma, 29 a.C. El emperador Augusto recibe noticias de Hispania. Toda ella está ocupada. Toda... menos una parte del norte: la que pertenece a cántabros y astures. Varios generales se han atribuido la victoria sobre estas tribus, pero todos han mentido realmente. Aquellos pueblos belicosos siguen resistiendo al invasor. Augusto ya no se fía de nadie.



    El emperador ha logrado la estabilidad tras la guerra civil. Pero piensa que la pax romana no será efectiva hasta que ese trozo que queda de Hispania no sea sometido. Y su proyecto imperial de dominar toda tierra emergida debe continuar.
     Augusto recuerda lo que le contaron acerca de Numancia, la ciudad celtíbera que resistió largo tiempo a Roma y que provocó que cambiasen el calendario: desde entonces, el año comenzó en las calendas de enero (1 de enero) y no en marzo. Recuerda que fue el general Escipión Emiliano el que hizo rendirse finalmente a Numancia. El césar toma una decisión: él mismo dirigirá las legiones para conquistar esas indómitas tierras.


Augusto ordena abrir las puertas del templo de Jano como señal de combate total.


La guerra está declarada. Las legiones romanas marcharán sobre Hispania.


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