domingo, 20 de marzo de 2022

La batalla del Lago Helado

     Estonia, primeros de abril de 1242.  Aprovechando el caos en Europa oriental por la invasión mongola, la Orden Teutónica se lanza a conquistar el este, como parte de su cruzada en el Báltico. Objetivo: invadir Rusia (o mejor dicho, los principados ruso-varegos de aquel tiempo). Pero un oponente inesperado se interpone en las ambiciones teutónicas: el príncipe Alexander Nevski, señor de Kiev y Novgorod.





    Los caballeros teutónicos, junto con su rama livona y los Caballeros Portaespadas, creen poder aplastar a los rusos con facilidad. El escenario de la batalla es un lugar insólito: el lago helado de Peipus.




    Ambos bandos se lanzan a la batalla. Los caballeros teutónicos avanzan con su caballería como un ariete. Pero los rusos se expanden hacia los flancos izquierdo y derecho, cerrando así la vanguardia teutónica:











    Las armaduras y el armamento de los caballeros teutónicos son más pesados que los de los rusos. Y los rusos saben que en abril la capa de hielo es más delgada... El hielo empieza a quebrarse y los germanos comienzan a hundirse. Cunde el pánico y muchos teutónicos emprenden la huida:




    Los rusos han vencido en el lago helado. Alexander Nevski ha obtenido una gran victoria. Ha acabado con las ambiciones de la Orden Teutónica, que volverá a sufrir otro revés siglos después en Grunwald. La historia rusa encumbrará a este príncipe como padre de la patria y la Iglesia Ortodoxa lo convertirá en San Alejandro Nevski:


















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