Piteas desea instalar un emporio comercial en las Casitérides y acuerda con el jefe nativo que otros barcos griegos vendrán en el futuro. El jefe le muestra en el horizonte una tierra. La llama Pretanike, y le dice que es una tierra verde y fértil. Piteas no ha oído nunca hablar de esta tierra. No aparece en los mapas que llevan a bordo: no hay en ellos nada más al norte de las Casitérides. Los romanos la llamaron más tarde Britania. Hoy esa tierra se llama Gran Bretaña.
Piteas tiene curiosidad por conocer esa tierra verde. Tras cargar el estaño y algunos víveres en el barco, ponen rumbo este. Pronto divisan los acantilados de Pretanike: han llegado a la región de Cornualles. Los britanos salen en barcas a saludar a los griegos:
Piteas y sus hombres son los primeros mediterráneos que avistan esta tierra. Si las Casitérides son ricas en metales, esta vasta isla tiene que serlo todavía más:
Tras desembarcar, los griegos son recibidos con entusiasmo por los britanos. Piteas se fija en el por qué del nombre de Pretanike: "la isla de los pintados". Pues ve que son muchos los que se pintan de azul brazos y cara en esta isla:
Los griegos tampoco ocultan su entusiasmo. Han llegado hasta unas islas misteriosas, igual que Jasón y Ulises. Los britanos les llevan a su poblado. Allí, Piteas observa y recoge en su diario que estas gentes viven en cabañas con tejado de paja:
Averiguan que también hay minas de estaño en esta tierra y que sus gentes, además de a esta actividad, se dedican también a la agricultura y a la ganadería:
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