En esta Navidad de 2023 se conmemoran 800 años del primer belén que fue colocado en el mundo. Todo se remonta a la Navidad de 1223, cuando San Francisco de Asís fue invitado a Greccio, en la región italiana del Lazio, por un noble local para la celebración navideña. Allí, en una gruta de la localidad, San Francisco hizo colocar un pesebre con heno e hizo traer un buey y una mula (lo cual nos indica que, como los artistas medievales, seguía el Evangelio apócrifo del Pseudo Mateo, donde aparecen por primera vez estos dos animales):
Además, el santo hizo colocar a un niño en el pesebre. La tradición cuenta que el niño tomó milagrosamente la forma del verdadero Niño Jesús.
Desde entonces, Italia comenzó a representar la escena del Nacimiento. La costumbre se fue extendiendo por la Europa occidental. A España llegó la costumbre a través de unos mercaderes italianos que arribaron a las costas de Mallorca tras una tempestad. Los monjes del monasterio que los acogió guarda todavía el belén que los mercaderes agradecidos donaron a aquellos.
Con el tiempo, las figuras fueron aumentando en el belén. Ya no se limitaron solo a la Sagrada Familia, el buey y la mula y los Reyes Magos. Se incluyeron los pastores, artesanos, cualquier personaje que quisiera ir a adorar al Niño o que simplemente estuviera haciendo alguna acción en el pueblo.
Así, los artesanos que los elaboraban reflejaban su propio entorno. Por eso los belenes son una fuente de documentación fundamental para la época en la que fueron hechas. Además, al ser una muestra de arte popular, nos enseña la concepción del mundo de aquellas gentes, la fe sencilla y profunda o la ingenuidad que lleva a incluir a sacerdotes o cerdos, impensables en el Belén del siglo I, pero sí presentes en la época de aquellos artesanos. Era y es la forma de mostrar que Jesús había nacido en su época y en su espacio, como una forma de que el misterio se convirtiera en algo cercano, cotidiano: como si hubiese ocurrido en su propio pueblo.
Poner el belén en casa es recordar todo esto. Es una forma entrañable, sencilla, de conmemorar el nacimiento de Jesús, de celebrar desde el ámbito familiar o público la Navidad. Así que celebremos estos 800 años de belenismo desde aquel primer belén de Greccio:
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