Poco después, el espíritu de las Navidades presentes lleva a Scrooge a casa de su sobrino Fred. Éste está celebrando la Navidad con su familia y sus amigos.
-¡Como os lo cuento! Dijo que las Navidades no son más que paparruchas.-dice Fred.
-¡Pues peor para él!-dice su esposa.
-Es rico, pero su riqueza no le sirve de nada. A mí me da pena.
-¿Por qué?
-Él es la víctima de su propio mal humor ¿Y cuál es la consecuencia? Pues que se pierde esta cena.
Tras jugar a varios juegos, juegan a las adivinanzas. Fred empieza:
-Es un animal, más bien desagradable. Salvaje. Vive en Londres, camina, pero no se exhibe.
-¡Ya lo sé, Fred! ¡Es tu tío Scrooge!-grita animada la hermana de su mujer.
Todos ríen y aplauden a Fred.
-Nos ha proporcionado un montón de diversión, creo yo, y sería de desagradecidos no brindar por su salud. Tomad una copa de ponche cada uno y brindad conmigo: ¡por el tío Scrooge!
-¡Por el tío Scrooge!-brindan todos.
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