martes, 28 de mayo de 2019

La huella cristiana de Tolkien

  
    Tolkien fue un católico devoto. Él mismo hablaba de El señor de los anillos como una "epopeya católica". Fue Tolkien quien atrajo a su amigo C.S. Lewis a abandonar su ateísmo, aunque le disgustó que abrazase la fe anglicana y no la católica. Aunque la saga fantástica de Lewis, Las crónicas de Narnia, es más explícita en su intención cristiana, en el mundo de Tolkien también se pueden rastrear esas bases.
  En la siguiente foto podemos ver a los dos escritores:



 En El señor de los anillos se plantea la eterna lucha entre el bien y el mal, elemento clave del pensamiento cristiano (o más bien judeocristiano). Sauron y sus seguidores encarnan el mal, mientras que los protagonistas son los abanderados del bien.




    En El Silmarillion, Tolkien expuso el origen e historia de la Tierra Media al estilo del Antiguo Testamento (razón por la que el primer manuscrito fue rechazado por los editores al considerarlo "muy pesado" y no una secuela de El hobbit, como ellos pretendían). La Tierra Media es creada por un ser superior llamado Ilúvatar. Él crea también a los Ainur, similares a los ángeles judeo-cristianos.



 Los elfos son unos seres perfectos, frente a la imperfección y corrupción de los humanos. La visión que Tolkien tiene de los elfos es la de unos seres que no habrían caído en el pecado original y seguirían viviendo en la armonía del paraíso. Sus propios lugares de residencia (Rivendel, Lothlorien...) son paradisíacos.



  Mordor, por su parte, es descrito como un lugar desolado, donde se encuentra el monte del Destino, un terrible volcán de lava y azufre. Todo un mundo muy similar al infierno.



  Los orcos serían elfos o bien Ainur que habrían caído en el poder de las tinieblas, igual que algunos ángeles siguieron a Satanás en su caída.


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