El nazareno sale de las murallas de Jerusalén, cargando con el patibulum. La muchedumbre sigue gritando. Los soldados de la cohorte alejan a la multitud:
Al estar al límite de sus fuerzas, el centurión ha ordenado a Simón de Cirene, que estaba cerca, que ayude al nazareno a llevar el patibulum.
El espectáculo que tiene ante sí el nazareno es aterrador: el Gólgota, el desolado montículo fuera de la ciudad donde se llevan a cabo las ejecuciones. Allí esperan tres stipes: el madero vertical de la cruz. En dos de ellos ya han clavado a dos ladrones en sus patibulum:
La multitud ahoga el grito del nazareno mientras los verdugos llevan a cabo su labor. Es la justicia romana:
Los soldados alejan a los seguidores, detractores y curiosos que se han acercado hasta el lugar de la crucifixión. El nazareno intenta elevar el cuello y dice:
-Padre, perdónales porque no saben lo que hacen.
El ladrón crucificado a la izquierda del nazareno se vuelve hacia éste:
-Si eres el Mesías sálvate a ti mismo... y a nosotros...
El otro ladrón se vuelve hacia su compañero:
-¿Ni aun estando tan cerca de la muerte tienes temor de Dios?... Nosotros cumplimos nuestro castigo porque somos culpables, pero... este hombre no ha hecho nada malo...
Entonces, este ladrón se vuelve al nazareno:
-Jesús... Jesús... acuérdate de mí cuando estés en tu reino...
El nazareno le responde:
-En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
¿Y dónde están los seguidores del nazareno? ¿Dónde están sus discípulos? A los pies de la cruz solo está María, su madre; Juan, uno de sus discípulos, y María de Magdala:
El dolor de María es imposible de describir ¡Hay tantas imágenes ahora en su mente! Cuando dio a luz en aquel establo, cuando el nazareno creció junto a ella... ¡Cuánto tiempo ha pasado ya! Y, al mismo tiempo, ¡qué poco!
Son muchas lágrimas. Pero intenta mirar a su hijo en la cruz. Él también la ha visto entre los rostros que miran hacia las tres cruces.
-Mujer... he ahí a tu hijo.-dice.
Y mirando hacia Juan le dice:
-He ahí a tu madre.
De nuevo, el nazareno intenta elevar su rostro hacia el cielo y clama:
-¡Dios mío... Dios mío...! ¿Por qué me has abandonado?
Entre la multitud hay fariseos, escribas, miembros del Sanedrín. Unos murmuran:
-Él que salvó a tantos ¿por qué no se salva a sí mismo?
Entonces, con una voz muy débil, el nazareno pide de beber. Los verdugos mojan un hisopo en vinagre y hiel, como sedante para los ajusticiados:
El nazareno respira con dificultad:
-Todo... se ha... consumado.
Eleva la vista a lo alto y con una voz cada vez más débil dice:
-Padre... en tus manos... encomiendo... mi espíritu.
Y todo termina. El nazareno ha muerto. Todo se ha acabado. Un estupefacto silencio invade a los presentes. El cielo comienza a oscurecerse. Se oye un trueno. Todo se llena de tinieblas.
Me encanta! Y muy buen resuelto lo de la cruz, y la inmposibilidad d elos playmobil para ponerse en forma de cruz, sin alterar la esencia de playmobil.
ResponderEliminarLa cara tristes, que desde luego es lo que más pega, ¿como las has hecho?
Desde luego el mensaje de Jessús sigue siendo apasionante 2.000 años después
un abrazo
Gracias por vuestras palabras :)
EliminarEfectivamente la imposibilidad de poner los brazos en cruz nos lleva a optar por alternativas.
Las caras tristes las hago con Paint3D.
Estoy de acuerdo: el mensaje de Jesús no solo sigue apasionante hoy, sino que sigue siendo actual y más necesario que nunca.
Me alegro que os guste