La Cofradía de balleneros del Buen Suceso embarca en el puerto de Llanes en su barco: el Buenaventura. Tras adentrarse varias millas en el Cantábrico, el vigía lanza el famoso grito de los balleneros: "¡Por allí resopla!". Ha divisado una ballena.
Joaquín de Sebreño y sus hombres se asoman por la borda en la dirección indicada: a babor.
Así es: una ballena franca nada entre las olas.
Sebreño da la orden y se bota la chalupa al agua:
Veamos la chalupa desde arriba para ver lo que contiene: una brújula, para orientarse; un hacha, por si al clavar el arpón en la ballena esta tirase muy fuerte y enredase la cuerda; un cubo, para echar agua a la cuerda e impedir que se queme, y, por último, el imprescindible arpón.
Lanzar el arpón es tarea de Andrés el Luarqués, el arponero del Buen Suceso. Debe ser un tiro preciso y certero:
Y consigue clavarlo en la ballena:
La ballena, herida mortalmente, se sumerge y comienza a nadar con rapidez, intentando huir del peligro. De este modo, arrastra consigo a la chalupa. Ahora comienza la fase más peligrosa. Los balleneros sueltan cabo y Andrés moja la cuerda:
Buena idea emplear la embarcación vikinga
ResponderEliminarGracias!
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