Febrero de 1493. Colón y sus hombres siguen su viaje de regreso a España. De pronto, no lejos de las Azores, arrecia una fuerte tempestad.
Vicente Pinzón da las órdenes pertinentes a sus hombres. Hay que asegurar las velas ante el fuerte oleaje. Han logrado atravesar el Atlántico sin contratiempos. Sería una triste ironía que no lograran contarlo, ahora, de regreso, cuando falta tan poco para llegar a Europa.
Es lo que Colón teme. En su camarote, el almirante escribe en un pergamino la noticia de su descubrimiento, los días que ha tardado en llegar y la ruta a seguir. Después, lo mete en un barril encerado y lo lanza al mar.
Si naufragan, Colón tiene la esperanza de que alguien encuentre el barril. Además, el almirante promete peregrinar a varios santuarios si sobreviven a esta tempestad.
Cuando el temporal cesa, hacen un terrible descubrimiento: la Pinta ha desaparecido.
Poco después, llegan a las Azores.
Tras atracar en estas islas y más tarde en Lisboa, la Niña avista el puerto de Palos el 15 de marzo.
Ese mismo día llega también la Pinta. Martín Pinzón informa de su viaje. La tormenta desvió a su carabela y arribó a Bayona, en la costa gallega. Allí, informó mediante cartas sobre el éxito del viaje a las Indias. Pocos días después de llegar a Palos, gravemente enfermo, Pinzón muere y es enterrado en el monasterio de la Rábida. La carta del marino llega a la corte, que se encuentra en estos momentos en Barcelona. Allí se dirige Colón, para presentarse ante los reyes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario