La estancia en Valdeluz fue una guerra, una guerra que gané. No contra los alumnos, al contrario, ellos fueron mi apoyo. Mi guerra fue contra la injusticia, la dictadura de su director y dictador, la subnormalidad, la hipocresía y el pensamiento unilateral. Hace ya un año de mi victoria contra la autoridad, aunque resulta cómico hablar de autoridad para referirse a un niñato. Aunque sea un niñato con amigos poderosos. Aunque tuviera cosas en mi contra, nada importa cuando uno defiende lo que es justo. Cuando hace prevalecer la justicia, lo que es correcto y salvar una vida.
La luz que venció fue la que vosotros portasteis. La que no se apaga en Hawkins. La que me hizo vencer cuatro veces: la que me hizo imponerme y hacer cumplir lo que era justo ¡Qué jura de Santa Gadea viví allí! El 10 de octubre de 2023 quedará para siempre.
La misma luz que me devolvió la tutoría aquel 16 de octubre, en el momento más oscuro, cuando creí que perdería a mi ejército. Pero la luz venció. Y seguí con vosotros.
Y en diciembre llegó la contraofensiva del dictador, filtrando lo que yo expuse en la evaluación ¡Cómo caíste tan bajo, ser lleno de envidia y ambición! Pero fuiste de nuevo derrotado y de nuevo brilló la luz. La misma luz que brilló el 1 de marzo, cuando el dictador intentó acabar conmigo, como Jesús ante Pilato ¡Allí estabais vosotros, esperándome en el pasillo! ¡Cuántos profesores han deseado tantas veces tener una escena como aquella! Y yo la tuve. Allí estabais, como en el final de
El club de los poetas muertos.
Como en el final de Brubaker.
Como en el final de La leyenda de Billy Jack.
Sí, allí estabais. Y ganamos. El dictador no volvió a levantar cabeza. Alumnos y padres os alzasteis porque visteis que esto era justo. Solo algunos profesores os secundaron. Pobres cobardes el resto...
Las grandes historias son estas. Ganamos la guerra de Valdeluz con un ejército de paz. Jamás os olvidaré.
¡GRACIAS VALDELUZ!
¡GRACIAS HORCHE!
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