viernes, 12 de diciembre de 2025

El acebo y la hiedra


  Existe un villancico inglés titulado El acebo y la hiedra ("The Holly and the Ivy") que posee un interesante significado. Proveniente de la Edad Media, el villancico dice lo siguiente:

 The holly and the ivy
When they are both full grown
Of all the trees that are in the wood
the holly bears the crown.

The rising of the sun
And the running of the deer
The playing of the merry organ,
Sweet singing in the choir.

The holly bears a blossom,
as white as the lily flower
and Mary bore sweet Jesus Christ,
to be our sweet Saviour.





Que traducido al español es:

El acebo y la hiedra,
cuando ambos están crecidos,
de todos los árboles del bosque
el acebo lleva la corona.

La salida del sol
y la carrera del ciervo,
el sonar del alegre órgano
cantando dulcemente en el coro.

El acebo aporta su florecer
tan blanco como el lirio
y María aportó al dulce Jesucristo
para ser nuestro Salvador.


 

El acebo ha creado en el subconsciente colectivo los dos colores más representativos de la Navidad: el rojo y el verde. Esta planta tan común en el invierno en las regiones septentrionales sirve de alimento a los animales, ya que es una de las pocas plantas que produce frutos en esta estación. En algunas regiones forma una especie de abrigos para refugio de ciervos, jabalíes, etc.


Los sacerdotes escandinavos tenían al acebo por una planta sagrada. Resulta representativo que la palabra inglesa holly (acebo) sea casi igual que holy (sagrado). El carácter sagrado de esta planta recae precisamente en su condición de resistir al invierno, al ser un árbol perenne, convirtiéndose así en símbolo de eternidad. Es decir, lo mismo que sucede con el abeto y el pino. Al mismo tiempo, por sus frutos rojos que salen durante el duro invierno, simbolizaba también la fertilidad: en medio de la tierra yerma invernal, era la promesa de que la vida se regeneraría a pesar de todo. En las fiestas de Yule, el acebo ahuyentaba los malos espíritus.

También los celtas le atribuían varios poderes. La figura del Rey del Acebo era la personificación del invierno para el mundo celta. 

Tocado con una corona de acebo, este personaje se enfrentaba al Rey del Roble, el cual personificaba el verano. La victoria de uno de los dos daba lugar a una u otra estación del año para los celtas. La leyenda de Sir Gawain y el Caballero Verde no es sino una representación en época medieval de aquella creencia. Gawain derrota precisamente al misterioso caballero en Navidad.

Se creía que los golpes propinados con varas o lanzas hechas de acebo eran mortales. Tal era la pureza y fortaleza de su madera para aquellos pueblos que aseguraban que era la única que se hundía en el agua.

El acebo era también parte de los adornos de las Saturnales, en la antigua Roma. Los romanos decoraban sus felicitaciones con pequeñas ramas de esta planta. Ignoramos si los romanos la tenían ya como planta sagrada o si la tomaron de los germanos.

Con la llegada del cristianismo, el acebo cobró otro significado. Las puntiagudas espinas se vincularon con la corona de espinas de Cristo y los frutos rojos, con su sangre. Pero con toda seguridad, el pueblo llano siguió viendo en el acebo un símbolo de eternidad, aspecto que, después de todo, forma parte de la religión cristiana.

Actualmente, el acebo es una planta protegida. En la provincia de Soria se encuentra el mayor acebal del sur de Europa: el de Garagüeta. Aunque se trata de una reserva natural, su poda está controlada por los agentes medioambientales para la venta por Navidad. 


    La hiedra también está presente entre las decoraciones navideñas, especialmente en los países anglosajones. Su significado es el mismo que el del acebo, en cuanto a su resistencia al invierno. Entre los celtas era también la planta que resistía a la muerte, ya que no es extraño encontrarla en ruinas, como enredadera salvaje por las paredes. Ese mismo significado fue retomado por el cristianismo. 


    El acebo y la hiedra recoge aquellos cultos antiguos y conserva, al mismo tiempo, la pervivencia de la idea de la unión de lo masculino y lo femenino en el contexto agrícola primitivo: el sol y la luna. Para otros, el hecho de que lleve la corona no indicaría una victoria o superioridad, sino que reafirmaría la idea de la corona de espinas de Cristo. 

    En la serie Victoria la reina Victoria toca este villancico al piano, en un capítulo en el que se discute el papel tanto de ella como de su esposo, el príncipe Alberto. De esta forma, El acebo y la hiedra simbolizaría la "rivalidad" de los esposos.




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