Scrooge sale de su casa y mientras cierra toca la aldaba.
-Juro que te bendeciré mientras viva ¡Qué sincera expresión!
-Juro que te bendeciré mientras viva ¡Qué sincera expresión!
Ríe y mientras baja las escaleras ya han llegado el niño y el empleado de la pollería.
-¡Ah, fantástico! ¡Feliz Navidad!
-¡Aquí tienes, muchacho!-y le da al niño la media corona prometida.
-Y usted ¡no puede cargar con él hasta Camden Town! Tendrá que coger un coche.
Paga al empleado y este se sube en un coche hacia la dirección indicada. Luego, Scrooge pasea por la calle y se encuentra con uno de los caballeros que visitaron su oficina para recaudar fondos para los pobres.
-¡Feliz Navidad, estimado señor! Espero que tuviera éxito con su recaudación.
-¿Señor Scrooge?-pregunta extrañado el caballero.
-Sí, es mi apellido. Debo pedirle perdón. Verá, sé que llevo muchos pagos atrasados... Así que ¿qué le parece esta cifra?-y se inclina a su oído.
-¡Señor Scrooge! ¿Habla en serio? ¡Es una cantidad enorme!
-¡Y ni un penique más! Le estoy muy agradecido, créame.
Scrooge se aleja cantando. Más tarde, llega a casa de su sobrino Fred. La criada le abre la puerta.
-¿Están los señores?
-Sí, señor. Están en el comedor.
Scrooge entra sigilosamente en el comedor.
-Hola, Fred. Soy yo, tu tío Scrooge. He venido a cenar, si me aceptáis...
-¡Pues claro que sí, tío!-Fred y su mujer le abrazan, alegres.








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