Y es que el cine o las series de tema familiar han sido poco tratados en España. Mercero supo rellenar ese hueco y trabajar con los chavales como nadie ha conseguido nunca. Su Verano azul sigue siendo todavía hoy la serie española más recordada por el público más amplio.
Y para aquellos a los que Verano azul nos pilló demasiado pronto y solo pudimos verla en reposiciones (o a través del grito imperecedero e inter-generacional de "¡Chanquete ha muerto!"), Mercero nos regaló Farmacia de guardia.
En aquellos primeros 90, cuando todos jugábamos con nuestro barco pirata y nuestra isla de Playmobil, cuando lo único importante era jugar en el recreo y merendar un bocadillo de Nocilla, no había jueves que no nos sentásemos toda la familia con ilusión ante el televisor para ver Farmacia de guardia. Era escuchar el "Pamparampampampampampampá" de la intro y dibujársenos una sonrisa a padres, hijos y abuelos.
Por la farmacia de Lourdes desfiló media España entre los famosos clientes que la visitaban cada día. Los más pequeños nos identificábamos con las trastadas de Guille y sus amigos. La trastienda, donde los Segura pasaban más tiempo que en su casa, se convirtió en la casa de todos los españoles.
No había jueves que no aparecieran Romerales y Mª de la Encarnación para demostrar una vez más que no sabía abrir la puerta. Y tantos personajes, incluida Fani, la niña adoptada, que fueron caras imprescindibles de la televisión nacional. Cada vez que iba a la farmacia de al lado del cole casi me extrañaba no ver a Lourdes y a Reyes en el mostrador despachando ¡Y cómo olvidar los especiales navideños cada diciembre!
Por todo esto, mi eterno agradecimiento a Mercero por alegrar una buena parte de mi infancia ¡Hasta siempre, maestro!
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