domingo, 27 de mayo de 2018

La 13ª es nuestra

 
  Amanecía rojigualdo en Logroño con el desfile de las fuerzas armadas, un año más, presidido por el rey Don Felipe. Pero la verdadera ceremonia era la que iba a tener lugar esa noche. La final de la Copa de Europa, una de las más reñidas, iba a enfrentar al Real Madrid y al Liverpool.
   Mucho optimismo y mucho pesimismo se concentraban en el estadio de Kiev. Allí, donde los vikingos fundaron el primer principado ruso, se iba a acoger a otros "vikingos". Solo había un temor para los blancos: Salah. Ya arrancada la primera parte llegó lo inesperado: el temido Salah sufría una lesión y abandonaba el campo. Un respiro recorrió las gradas, pero de pronto, otro impacto: esta vez era Carvajal el lesionado. De pronto parecía llegar el ansiado gol que daría el respiro al Madrid, pero fue anulado por fuera de juego. Navas, por su parte, acudía de nuevo como salvador de última hora. El primer tiempo terminaba con más nervios que otra cosa.


  Terminado el descanso, llegaba la sorpresa. Al ir a lanzar Karius el balón, Benzemá desvió la trayectoria y marcó el primer gol de la noche. La euforia creció. Nadie se podía imaginar un movimiento tan rápido. Los fieros paisanos de los Beatles se quedaron pasmados. Pero la euforia madridista duró poco: cuatro minutos después, Mané marcaba el primer gol del Liverpool. La euforia era roja ahora. Se sucedieron las faltas, los tiros largos y, de pronto, Bale marcaba el segundo gol con una espectacular chilena.



   El galés acababa de reivindicarse tras una larga temporada en el banquillo. Un gol de los que hacen historia. La euforia blanca estallaba. Cristiano, por su parte, seguía nervioso por no haber marcado ningún gol. Roto el empate, los nervios se dibujaban entre los jugadores y espectadores del Liverpool. Y poco después, Bale marcaba otro golazo. Un golazo que ni Karius pareció ver, pues el balón rodó de forma mágica de entre sus dedos Un 3-1 en el minuto 82 echaba finalmente por los suelos la moral de los Reds
  La moral de Cristiano tampoco parecía estar muy entera. Su último intento de gol fracasó por culpa de un espontáneo, de cuyos progenitores estará acordándose el portugués durante bastante tiempo...
 ¡Y el árbitro pitó el final del partido! ¡La 13ª Copa de Europa es nuestra!



  Sergio Ramos levantaba la copa por tercera vez consecutiva ¡Trece ya! Los vikingos pesimistas no se creyeron la del año pasado, no se creyeron esta, pero ya vale de pesimismo. Su majestad el rey emérito Don Juan Carlos, desde el palco, daba suerte un año más.
   La euforia blanca se desataba en la capital de Ucrania. Mientras los familiares saltaban al campo, llegaron los periodistas micrófono en mano. Y con ellos llegó la sombra que empañaría la victoria. Cristiano, claramente desanimado, declaraba que "estaba muy contento de HABER JUGADO en el Madrid" y que "HABLARÍA en los próximos días". Esto daba alas a los buitres, que no hicieron sino extender esta jugosa "presa". Y Bale soltaba lo suyo: "Tengo que sentarme con mi agente y ver qué hago" ¿Es este el fin de la BBC? 
  Hoy, ante la Cibeles, bañados por la acogida blanca, todos intentaremos olvidar rumores aguafiestas ¡La 13ª es nuestra!

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