La tarde ha caído sobre Jerusalén. En la colina del Gólgota la muchedumbre se ha alejado. Solo unos pocos han quedado ante la cruz de la que cuelga ya sin vida el nazareno:
Para todos los judíos, al caer la tarde del viernes, es ya el tiempo de la preparación para el sabat. José de Arimatea, que ha pedido permiso al pretor, ordena que bajen el cuerpo del nazareno:
María sostiene el cuerpo de su hijo. Nunca hay lágrimas suficientes para quien lo ha visto morir, pero ahora, destrozada, parece que ya no pueden correr por su cara. Sosteniendo ahora la cabeza del nazareno, su corazón roto solo puede hacer eso: sostenerlo en su regazo por última vez.
José y Nicodemo, otro fariseo leal al nazareno, envuelven en lienzos el cuerpo de este. Nicodemo lleva consigo una mezcla de mirra y aloe para embalsamar el cadáver. José indica que deben sepultar el cuerpo en un sepulcro de su propiedad, cerca del Gólgota. Como judío fiel, tiene prisa por estar ya próximo el sabat.
Toman consigo el cuerpo del nazareno y lo llevan hasta el sepulcro: un espacio todavía sin estrenar, excavado en la roca. José y Nicodemo embalsaman el cadáver. María de Magdala y otras mujeres volverán al sepulcro para llevar aromas y perfumes pasado mañana, pues en el sabat lo prohíbe la ley:
Sepultado el cuerpo del nazareno, los hombres hacen girar la losa de piedra que cierra el sepulcro. Todo ha terminado:
Definitivamente ganan mucho las entradas con esos fondos
ResponderEliminar¡Gracias! Ha tenido buena acogida esta entrada en esta Semana Santa
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