lunes, 27 de marzo de 2017

Príncipe Valiente: Thule (II)

El reino de Thule va evolucionando en cuanto a su imagen a lo largo de la historia. En las primeras aventuras no se aporta ninguna descripción, ni física ni geográfica. Al narrarse el exilio de la familia real, solo se dice que atravesaron el mar huyendo de Thule y divisaron los blancos acantilados de Bretaña (Gran Bretaña). La primera vez que se nos presenta Thule es en el viaje de Val y el príncipe Arn de Ord tras la búsqueda de la doncella Ilene.       Encontramos una poderosa fortaleza al estilo de Camelot, con las mismas torres y chapiteles de fantasía, aunque en menor número. No se habla para nada de que se trata de la capital: Vikingsholm, pues ese nombre no está todavía en la mente de Foster.


            Foster pretende crear un reino inventado para dibujar parajes inventados, de modo independiente, para su personaje. Así, el paisaje y gentes de Thule en nada se parecen en las primeras aventuras al paisaje y gentes que encontramos en sucesivos episodios. Cuando Val toma la decisión de partir en busca de aventuras, desoyendo las palabras de su padre, encontramos a los personajes en un jardín de cuento de hadas, similar al de Camelot y al de Merlín, pero imposible de encontrar en el país escandinavo en el que más tarde se convertirá Thule.
            A continuación, nos encontramos con un insólito lugar al que ya aludimos: la cueva de Time (el Tiempo). En ningún momento sabemos si este misterioso lugar se encuentra en Thule, pero lo más lógico es pensar que se trata de un lugar intemporal (nunca mejor dicho). Además, teniendo en cuenta que el próximo lugar que visita Val es Andelkrag, cuya localización resulta fiable situarla en Centroeuropa, suponemos que Val ha dejado su tierra natal mucho más atrás.




            Es hacia 1943, cuando Foster decide poner en práctica algo que ha venido deseando hacer desde el comienzo de la serie: convertir a Thule en su querida Canadá. El ansia por plasmar los paisajes de su infancia en Nueva Inglaterra le llevó a Foster a transformar el geográficamente incierto reino de Thule en un reino escandinavo. Contaba con la aportación del nombre de Thule, que ya por sí solo indicaba el norte. Este cambio coincide con una nueva etapa en el estilo de Foster. Se puede observar a partir de la viñeta en la que Merlín descubre accidentalmente la pólvora por la intromisión de Val en su torre. El dibujo de Foster se muestra más realista, se aleja de ese toque azulado y metálico que había caracterizado también a sus cómics de Tarzán, próximo también a las películas de ambientación medieval de Tecnicolor.

Ese cambio se observa también en que a partir de ese momento jamás volverán a aparecer elementos fantásticos. Foster comienza a documentarse más y, aunque este debate es tan clásico como el propio cómic, no podemos negar que, de modo muy lejano, Foster comienza a reinventarse como dibujante-historiador, en cuanto al interés que despierta claramente en él la historia como tal. Esta nueva etapa supuso para Foster una mayor independencia frente a las directrices de la editorial a raíz del éxito que hasta entonces había conseguido la saga del Príncipe Valiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario