El reino de Thule va evolucionando en cuanto a su imagen a
lo largo de la historia. En las primeras aventuras no se aporta ninguna
descripción, ni física ni geográfica. Al narrarse el exilio de la familia real,
solo se dice que atravesaron el mar huyendo de Thule y divisaron los blancos
acantilados de Bretaña (Gran Bretaña). La primera vez que se nos presenta Thule
es en el viaje de Val y el príncipe Arn de Ord tras la búsqueda de la doncella
Ilene. Encontramos una poderosa fortaleza al estilo de Camelot, con las mismas
torres y chapiteles de fantasía, aunque en menor número. No se habla para nada
de que se trata de la capital: Vikingsholm, pues ese nombre no está todavía en
la mente de Foster.
Foster
pretende crear un reino inventado para dibujar parajes inventados, de modo
independiente, para su personaje. Así, el paisaje y gentes de Thule en nada se
parecen en las primeras aventuras al paisaje y gentes que encontramos en
sucesivos episodios. Cuando Val toma la decisión de partir en busca de
aventuras, desoyendo las palabras de su padre, encontramos a los personajes en
un jardín de cuento de hadas, similar al de Camelot y al de Merlín, pero
imposible de encontrar en el país escandinavo en el que más tarde se convertirá
Thule.
A
continuación, nos encontramos con un insólito lugar al que ya aludimos: la
cueva de Time (el Tiempo). En ningún momento sabemos si este misterioso lugar
se encuentra en Thule, pero lo más lógico es pensar que se trata de un lugar
intemporal (nunca mejor dicho). Además, teniendo en cuenta que el próximo lugar
que visita Val es Andelkrag, cuya localización resulta fiable situarla en
Centroeuropa, suponemos que Val ha dejado su tierra natal mucho más atrás.
Es hacia
1943, cuando Foster decide poner en práctica algo que ha venido deseando hacer
desde el comienzo de la serie: convertir a Thule en su querida Canadá. El ansia
por plasmar los paisajes de su infancia en Nueva Inglaterra le llevó a Foster a
transformar el geográficamente incierto reino de Thule en un reino escandinavo.
Contaba con la aportación del nombre de Thule, que ya por sí solo indicaba el
norte. Este cambio coincide con una nueva etapa en el estilo de Foster. Se
puede observar a partir de la viñeta en la que Merlín descubre accidentalmente
la pólvora por la intromisión de Val en su torre. El dibujo de Foster se
muestra más realista, se aleja de ese toque azulado y metálico que había
caracterizado también a sus cómics de Tarzán, próximo también a las
películas de ambientación medieval de Tecnicolor.
Ese cambio se observa también
en que a partir de ese momento jamás volverán a aparecer elementos fantásticos.
Foster comienza a documentarse más y, aunque este debate es tan clásico como el
propio cómic, no podemos negar que, de modo muy lejano, Foster comienza a
reinventarse como dibujante-historiador, en cuanto al interés que despierta
claramente en él la historia como tal. Esta nueva etapa supuso para Foster una
mayor independencia frente a las directrices de la editorial a raíz del éxito
que hasta entonces había conseguido la saga del Príncipe Valiente.
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