sábado, 31 de octubre de 2020

Sleepy Hollow

" Justo en ese momento llegó al sensible oído de Ichabod el son de un chapoteo de pisadas al lado mismo del puente. 


    En la cerrada lobreguez del soto, orilla del arroyo, distinguió algo de mucho bulto, informe, negro y de considerable altura. No se movía, sino que parecía agazapado en la oscuridad, a manera de un monstruo gigantesco dispuesto a abalanzarse sobre el viajero.





Al aterrado pedagogo se le pusieron los pelos de punta. ¿Qué iba a hacer ahora? Para volver grupas y huir era ya demasiado tarde. Y además, ¿qué probabilidad tenía de escapar de fantasma o trasgo, si es que tal era, capaz de cabalgar en alas del viento? Sacando, pues, fuerzas de flaqueza, preguntó con acento tartamudeante: "¿Quién eres?".


    No tuvo respuesta. Repitió la pregunta con voz aún más agitada. Tampoco contestaron, Aporreó una vez más lo ijares del inflexible Pólvora, y, cerrando los ojos, atacó con involuntario fervor la tonada de un salmo. Sólo entonces se puso en movimiento el oscuro objeto de su sobresalto, y, tras un forcejeo y un brinco, se plantó, visto y no visto, en mitad de la calzada. Aunque la noche era tenebrosa, ahora podía determinarse hasta cierto punto la forma del desconocido. Tratábase al parecer de un jinete de grandes dimensiones montado en un caballo negro de complexión poderosa. No daba la menor muestra de hostilidad ni de sociabilidad, sino que se mantenía apartado a un lado del camino, moviéndose a un trote corto por el flanco ciego del viejo Pólvora, que ya para entonces había superado sus espantos y caprichos.
    Ichabod, a quien aquel extraño acompañante de media noche no hacía muy feliz que digamos, y que tampoco podía olvidar la aventura de Brom el Huesos con el soldado de Hesse, hizo avivar el paso a su montura con la esperanza de dejarle atrás. Pero el desconocido puso a su caballo a la misma marcha que él. Ichabod tiró entonces de las riendas y prosiguió su andadura al paso, con la idea de quedarse rezagado... El otro hizo lo mismo.


    Empezaron a desfallecer los ánimos. Quiso volver a su salmo, pero se le pegaba la lengua reseca al paladar y no le era posible articular una estrofa. Había algo en el adusto y porfiado silencio de su pertinaz acompañante que resultaba misterioso y sobrecogedor. Pronto iba a explicarse la terrible razón de su mudez. Al remontar una cuesta, circunstancia que hizo destacarse en el cielo la figura de su compañero de viaje, de talla gigantesca y envuelto en una capa, Ichabod quedó paralizado de espanto al advertir... ¡que no tenía cabeza!"
Washington Irving
La leyenda de Sleepy Hollow








2 comentarios:

  1. Que buena historia, y mira que yo las de miedo y terror ni en pintura.

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    1. Gracias. Yo tengo una relación de amor-terror con ellas jaja Y ahora son los temas más apropiados

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