A continuación, el espíritu lleva a Scrooge a visitar otras Navidades: al almacén donde Scrooge trabajó de joven.
-¡Pero si es el viejo Fezziwig y todos mis viejos amigos!-dice Scrooge.
Fezziwig está entusiasmado y da estas órdenes a sus empleados:
-¡Es Nochebuena! ¡Feliz Navidad a todos! ¡Rápido, muchachos, despejemos esto para la fiesta! ¡Ebenezer! ¡Dick! ¡Vamos, apartad esas mesas y traed sillas!
Ebenezer sonríe al contemplar la escena, pues fue feliz en aquel tiempo.
Enseguida se despeja la sala, llegan más invitados, un violinista, y todo se llena de pavos, cerveza y dulces navideños:
-¡Maestro, música!
El joven Scrooge disfruta de la fiesta y baila con la hermosa joven de la que está enamorado. El viejo Scrooge suspira:
-Vamos a ver otras Navidades.-dice el espíritu.
Y de pronto, están en su oficina. Allí, el joven Scrooge anota las cuentas en un escritorio, mientras la joven le mira triste:
-Me has sustituido por un ídolo, Ebenezer: uno de oro.
-¿Acaso tiene algo de malo desear ser rico? ¡Me horrorizaría vivir en la pobreza!
-Hicimos nuestro compromiso cuando no tenías dinero. Has cambiado.
-¡Era un crío!
-Yo, sin embargo, sigo siendo la misma. Tú has cambiado... Te libero de tu compromiso, Ebenezer. Ojalá seas feliz con esta vida que has escogido.
La muchacha se aleja. El viejo Scrooge mira al suelo:
-¡Espíritu, no puedo soportar estos recuerdos!
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