Augusto dirige las operaciones contra los cántabros desde su campamento.
Marcelo es impulsivo y propone marchar al frente de las tropas y arrasar Cantabria. Augusto les recuerda la recompensa que ha fijado por la cabeza de Corocotta.
Entonces, unos soldados traen a un cántabro ante el emperador.
-César, este bárbaro dice que te trae la cabeza de Corocotta.
Augusto y sus leales miran con desconfianza al cántabro.
-¿Y bien? ¿Dónde está la cabeza?
-¡Aquí!-grita el cántabro en latín, señalando la suya.-¡Yo soy Corocotta!
Los legionarios y la guardia pretoriana rodean al caudillo.
-¿Cómo osas venir ante el césar? ¡Habría que matarlo por tal insolencia!-dice Veto.
-El césar ofreció una recompensa al que trajera la cabeza ¿no? Pues aquí la tiene.-responde desafiante Corocotta.
-¡Hay que matarlo, tío!-dice Marcelo.
-No se puede negar que te falte valor al haber venido aquí en persona... De modo que tú eres Corocotta, el caudillo de los cántabros ¿Cómo es que hablas nuestra lengua?-pregunta Augusto.
-Serví en los ejércitos de Hispania que combatieron por ti contra Marco Antonio, cuando solo te llamabas Octavio. Conozco vuestra forma de combate, césar, vuestras tácticas.
-Te he subestimado entonces...
-Me subestimas a mí y a mi pueblo. Mi tierra está llena de bosques y montañas. Algo difícil para vosotros, que estáis acostumbrados a luchar en campo abierto. Sí, difícil como lo fue Britania para tu tío...
-¿Cómo sabes lo de Britania?-pregunta enfadado Augusto, pues sabe que su tío Julio César tuvo que retirarse de esa isla sin emprender la conquista, pero aseguró el pago de tributos por parte de los jefes britanos.
-Yo sé muchas cosas.
-Matémosle, césar. No habrá otra ocasión.-insiste Veto.
Augusto mira al soberbio cántabro.
-No. Yo solo tengo una palabra. Prometí una recompensa y aquí la tienes.
Y le entrega la bolsa con los 200000 sestercios a Corocotta.
El caudillo toma la bolsa y se da la vuelta sin decir nada.
El césar ha sido desafiado. No habrá marcha atrás. Conquistarán ese rincón de Hispania o se retirarán. Pero Augusto no quiere una nueva Numancia.
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