viernes, 31 de octubre de 2025

El fantasma de Madam Crowl

     "Aquel día tuvimos la noticia de que el Esquire Chevenix llegaría a Applewale a la mañana siguiente; y no era yo quien lo sentía, porque estaba segura de que me mandaría otra vez a casa, con mi madre. Y qué contenta me ponía al pensar en mi hogar, en mi hermana Janet, en el gatito y en las empanadas, en Trimmer y todo lo demás, sintiéndome tan feliz que no podía dormir; y el reloj dio las doce, y yo seguía completamente despierta, y el cuarto tan negro como la tinta. 




    Mi posición era dando la espalda a la puerta y la cara a la pared de enfrente. Pues bien, no serían más de las doce y cuarto, cuando, de pronto, veo una luz contra la pared frente a mí, como si hubiera algo encendido a mis espaldas; las sombras de la cama, de la silla y de mi vestido, colgado en el muro, bailoteaban arriba y abajo por las vigas del techo y los paneles de roble; rápidamente, giré la cabeza por encima del hombro, pensando que debía haber algo ardiendo allí detrás.


    Y lo que vi, ¡Virgen Santa!, fue la apariencia de la vieja bruja, adornado con sedas y terciopelos su cuerpo de muerta, sonriendo tontamente, los ojos tan abiertos como platos y una cara como la del mismo demonio.


    Había una luz roja que salía de ella igual que un resplandor, como si sus vestidos estuvieran ardiendo. Venía derecha a mí con sus viejas manos sarmentosas engarfiadas lo mismo que si fuera a arañarme. Yo no podía ni moverme, pero ella pasó de largo, a mi lado, con una ráfaga de aire frío,


 y la vi llegar a la pared de enfrente, a la rinconera, como llamaba mi tía a aquel cuartucho donde solían poner la cama de gala en los viejos tiempos, y allí en el fondo abrir una puerta y buscar a tientas con las manos algo que allá tenía que haber."

Joseph Sheridan Le Fanu
El fantasma de Madame Crowl





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