La mayoría de los mitos grecorromanos, a excepción de la Odisea, los argonautas y algunos otros héroes, giran en torno a los amoríos de los dioses, sus metamorfosis para obtener lo que desean, etc. Pero entre tantos mitos, hay uno insólito, que siempre me ha parecido extraordinario: la historia de Filemón y Baucis.
Los dioses del Olimpo quisieron comprobar un día si los humanos seguían siendo tan egoístas y frívolos... como ellos. Así que el dios Zeus y su hijo Hermes decidieron viajar a Frigia (en la actual Turquía) para comprobarlo. Disfrazados de vagabundos, Zeus y Hermes recorrieron la región. Pidieron a los habitantes alimento y poder pasar la noche en sus casas, pero todos se lo negaron.
Al anochecer, llamaron a una casa muy pobre. Les abrió un matrimonio de ancianos: se llamaban Filemón y Baucis. Para sorpresa de Zeus y Hermes, los ancianos les recibieron amablemente y les hicieron pasar a su humilde vivienda:
Filemón y su esposa ofrecieron a los dos dioses todo cuanto tenían. E incluso Baucis les ofreció la única oca que tenían, pero Zeus se opuso.
Filemón se sorprendió al ver que las copas de estos huéspedes permanecían siempre llenas, y no hacía falta volver a llenarlas con el humilde vino que tenían:
Después de la cena, y al ver el asombro en los rostros de los ancianos, Zeus les reveló su identidad y les dio las gracias por su generosidad. Les anunció que iba a destruir toda Frigia con una inundación para castigar el egoísmo de sus habitantes, pero que, al ser Filemón y Baucis los únicos que les habían acogido en su hogar, serían los únicos que se salvarían.
Desde una colina, Filemón y Baucis contemplaron cómo la inundación arrasaba toda Frigia y a sus habitantes. Solo su humilde casa fue salvada por Zeus y Hermes:
Zeus les dijo a Filemón y a Baucis que le pidieran lo que desearan, como recompensa por su generosidad. Los amables ancianos pidieron morir al mismo tiempo: para que ninguno tuviera que ver morir al otro. Zeus y Hermes se sorprendieron de que hubiesen elegido un deseo tan humilde, en lugar de riquezas o muchos otros dones. Se lo concedieron y convirtieron su pobre casa en un templo.
Y así, cuando llegó su hora, Filemón y Baucis se abrazaron felices:
Y mientras se abrazaban, sus brazos se convirtieron en ramas y sus piernas en troncos. Y así, se convirtieron en dos árboles: Filemón, en un roble y Baucis, en un tilo, los dos entrelazados y unidos para siempre.
¿No os recuerda a algo?
Pues mira que hemo trabajado los mitos griegos con los chicos y este mito, aunque me sonaba, no me acordaba, Un mito muy sugerente y una narración estupenda
ResponderEliminarEso es precisamente lo que me atrajo de este mito: lo original y profundo que es. Y su parecido con David el gnomo :) Ya sabemos de dónde lo sacaron.
EliminarSabía que os gustaría.