sábado, 7 de enero de 2017

Aquellas aventuras en mares azules I



      No sabría con qué temática de Playmobil quedarme. Si bien mi tema favorito es la Edad Media (por la época), sé que siempre tendré en mente el tema de los piratas. Aunque es un tema muy amplio que daría para comentar mucho, me detendré especialmente en aquellas referencias de finales de los 80 y principios de los 90, para mí la edad de oro de Playmobil.



    El barco pirata no faltaba en ningún hogar. El mío, aunque heredado de mis primos, llegó a navegar sin palos ni velas. Y tampoco faltaba nunca la isla, con su entrada secreta en la roca para esconder el tesoro.

Aunque Playmobil mantuvo aquella referencia 3750 durante mucho tiempo, para mí su tripulación siempre será esta: el capitán pelirrojo y barrigudo (la primera figura barriguda de Playmobil), la mujer pirata azul (la primera con pechos), el viejo de la pata de palo, el vigía del pañuelo verde y el grumete. Sin faltar el mono, el loro y el gato.
















   Eran aquellos años de Willy Fog, de bocadillos de Nocilla, de Érase una vez las Américas, Los Trotamúsicos, Club Disney los domingos por la tarde y de recreos en patios de arena. Y en aquellos años los piratas llegaban a la ansiada isla, tanto en la tele como en mi habitación. Descansaban en la hamaca, bebían ron y abordaban barcos. Y si además la película de La isla del tesoro (1950), quizá la mejor adaptación de la obra de Stevenson, estaba de por medio, mis piratas podían ya navegar por aquellos mares azules.

 Y es que aquella película que me regaló mi abuelo encajaba a la perfección con las imágenes que Playmobil nos ofreció en aquellos primeros años 90 en sus cajas, que nos hacían desear imitar o combinar de manera que las historias surgieran mil y una veces.
     Como el joven Jim, también mi tripulación se embarcó en la Hispaniola tras el tesoro del capitán Flint y con el inolvidable John Silver el Largo (la muleta de la reciente caja 6684 me habría venido genial, pero usé en su lugar al pirata de la 4584). No faltaban las escenas en el puerto de Bristol, aunque costaron hacerlas, pues por aquel entonces solo tenía una casa medieval con entramado de madera... Pero ya se encargó la tele de sacar un anuncio extraordinario para promocionar el barco de Playmobil sonde aparecía una soberbia vista de un puerto de la época. Pero no está en youtube...
   Pero la parte de la película que más me trasladaba a mis piratas era el final, cuando Silver se despide de Jim, en aquella playa de palmeras y un cielo y un mar azul brillante.  El mismo que el de los documentales de Cousteau.El mismo cielo y mar de las fotos de las cajas.

  Todo ello tenía algo de emotivo, de ansia de aventuras, de finales emocionantes tras haber pasado miles de penurias, con el botín asegurado o despedir a lo lejos al inmortal barco con su capitán risueño y su loro charlatán, alejándose en el horizonte.

   Aquel mar de plástico siempre estaba en calma. Un mar en el que podía divisarse al pobre náufrago sobre su balsa, a tortugas buscando refugio o a la espléndida goleta, la gran enemiga de los piratas. Mientras los casacas rojas les persiguieran, los piratas siempre lograban escapar, aunque con secuelas (ojos, piernas, manos...). Tampoco faltaba un buen lechón asado por los bucaneros de gruesos bigotes y pendientes dorados, siempre que lo cocinase el chino ¡Y hasta Ben Gun, el viejo náufrago de largas barbas!

   Todos los que componían aquella serie entera de piratas y soldados era genial. Todos ellos son ya amigos inseparables por siempre, desde el pirata pelirrojo que dormía en la cabaña de la isla, pasando por el capitán de la goleta cual James Cook, hasta el humilde pescador en harapos. 
   Playmobil nos traería muchos más piratas y barcos distintos, junto a soberbios enemigos que representaban las potencias europeas que querían ver el Caribe y otros mares tropicales libres de filibusteros. Pero para mí los grandes y bravos piratas serán siempre los de aquellos mares azules de los 90, donde timón en mano divisaban la isla desde su catalejo. Y donde las aventuras nunca tenían fin.














10 comentarios:

  1. Bueno Ottokar, estás hecho un nostálgico. Todas esas referencias han pasado por las manos de mi hijo mayor. El barco es espectacular, lleno de detalles. Creo que Playmobil vendió más de un millón de referencias desde que salió a la venta hasta su retirada. Y desde luego, un capítulo aparte necesita la referencia del “festín pirata”. ¡Qué buenas piezas y qué imaginación! Esos tiempos no volverán, forman parte de la infancia de cada uno, que es única e irrepetible, y nos marca y condiciona para toda la vida. La Isla del Tesoro debería ser un libro de obligada lectura en nuestras escuelas para deleite de nuestros hijos. Pocas historias encajan tan bien en la mentalidad llena de imaginación y ansia de aventuras de un niño. Un saludo

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  2. No puedo estar más de acuerdo. Efectivamente este post y el siguiente son nostalgia 100 x 100 porque tuve la suerte de nacer y crecer en aquella edad de oro que fueron aquellos finales 80 y priemros 90. Y aunque el resto de la década nos trajo figuras y piezas chulísimas, aquellas cajas de piratas estarán siempre conmigo por todo aquel universo al que, como explico, estaban ligadas. Y efectivamente, La isla del tesoro debería ser obligatoria en los coles (yo ya lo pedí jeje).Una de las aventuras más fascinantes que he leído y una lección de valor y amsitad.
    Un saludo

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  3. Hans Beck, el creador de Playmobil, confesó en una ocasión que el barco pirata era su pieza favorita. Y también es, efectivamente, la referencia más vendida de la historia de la firma.

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  4. El barco pirata es una obra maestra, como juego es un prodigio. Cientos de horas de disfrute absoluto. Este que muestras ya un poquito más moderno que el clásico se beneficia de lo que llamas la era dorada de Playmobil, armas nuevas, la botella de cristal, los sacos, las figuras más detalladas pero sin llegar a la caricatura de lo que son actualmente...

    Infinidad de partes móviles, compuertas, torno para el ancla, cañones (de los antiguos), grúa... además puede flotar, lo tiene todo.

    A parte de lo que comentas me gustaría destacar una caja de las modernas que a mi juicio se sale de la vulgaridad y sí que adquirí. La 3939. Con ese nuevo cofre que sí es un acierto total, las nuevas armas y el esqueleto, fundamental como atrezzo en toda aventura de piratas.

    Qué buen artículo! Te ha faltado mostrar algún set. Había uno de un naúfrago que era una verdadera delicatessen, un pequeño diorama en si mismo.

    Un saludo.

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  5. Bueno, es un poquito más moderno pero no mucho más. Este del que hablo (que todos le llamamos el "del león" salió hacia 1989. Coincido en lo que dices: es una obra maestra, no solo de Playmobil, sino a nivel universal. La prueba es que era el Playmobil favorito de Hans Beck, el creador de la marca.
    También me gusta la referencia que citas. Pero debes mirar las otras entradas que he puesto con este título en la que hablo de otras referencias. De todas maneras la idea no era hablar y describir cada una, sino comentar esta temática en general y centrándome en los primeros años 90. Te invito a que leas las otras.
    Como siempre, gracias por tus comentarios
    Saludos

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  6. En cuanto a lo de vulgaridad actual, en mi opinión lo que hay es mucha cosa estrafalaria, a años luz de lo que Playmobil fue. Creo que es una cuestión de diseño y a los actuales diseñadores les debe molar mucho los colorines, el plasticorro y las "innovaciones" (monstruitos, cazafantasmas, pelucas raras...)

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  7. La vulgaridad y la mediocridad es el signo de los tiempos, engloba a toda la época actual desde los juguetes hasta el cine, la música etc.

    Son tiempos de consumo rápido, una cultura de la inmediatez, de lo fácil.

    Obviamente hay excepciones.

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  8. Como anécdota me contaba un sobrino que está haciendo hispánicas en Vitoria en relación a que saqué a la palestra esta información https://elpais.com/sociedad/2018/11/02/actualidad/1541187784_882836.html
    que a él en un exámen le descuentan un 0,25 por falta de ortografía (y eso que son muchos ya tipo test). Qué tiempos, los nuestros, cuando en la facultad a la segunda o tercera falta de ortografía (y eran exámenes de desarrollar un tema de tres o cuatro folios) ya dejaban de leer el exámen...

    No sólo la enseñanza secundaria sino ya las universidades están cayendo a niveles tan bajos que serían impensables hace solamente 20 años.

    Todo sea por la igualdad...igualmente mediocres.



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  9. Totalmente de acuerdo. Es el triunfo de los mediocres

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