Doblado el Cabo Sagrado (cabo de San Vicente), el barco de Piteas sigue rumbo norte. Intentan en todo momento no perder de vista la costa de Iberia:
Pronto avistan el cabo Finisterre, al que los romanos identificarán más tarde con el fin de la Tierra. Piteas e Hipómenes consultan los mapas que llevan consigo. Mapas copiados de los fenicios, pues ningún griego ha navegado nunca por estas costas:
Hubo un tiempo en el que los griegos de Focea llegaron a comerciar con Tartessos, la misteriosa civilización que dominó la zona de la actual Huelva. Pero Tartessos desapareció y los cartagineses impusieron el monopolio de los metales y el bloqueo de la zona.
Las costas no están bien definidas y Piteas propone cartografiar la zona con más exactitud. Con los instrumentos de Hipómenes deberán ampliar los datos de esos mapas:
De pronto, Talos, el vigía, lanza un grito: ¡Una enorme criatura a babor!
La tripulación se asoma por la borda: una ballena resopla ¡un monstruo marino! Piteas y sus hombres han oído hablar de ellos y saben que viven en el mar Océano. Debía ser uno de ellos aquel al que se enfrentó Perseo para liberar a Andrómeda:
El monstruo marino pasa junto al barco sin hacerle caso y sigue su camino entre las olas ¿Cuántos prodigios les esperan en el misterioso mar Océano?
Una pieza magnífica la ballena.
ResponderEliminarSin duda, y me va a servir para muchos temas
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