La pasada Nochevieja la reina Margarita II de Dinamarca, en su tradicional discurso navideño de despedida del año, sorprendía a los daneses con un anuncio nada esperado: su abdicación.
Inesperado porque la reina había declarado en varias ocasiones que moriría en el cargo. Es algo que siempre me ha llamado la atención: por qué las monarquías más liberales de Europa (las de Escandinavia) no quieren aceptar algo tan moderno como es la abdicación. No deja de ser curioso ¿Por qué entonces esta decisión por parte de Margarita II a los 83 años de edad? Se especula que ha sido por la operación a la que la soberana se sometió este pasado año y que le hizo reflexionar sobre su salud y su futuro. También se especula que todo surge a la fuerza, tras los rumores de un cierto romance del príncipe heredero Federico en España. Nunca lo sabremos, pero, lo que está claro, es que esto puede suponer un cambio de tendencia en las monarquías escandinavas. De este modo, no sabemos por ahora si Carlos XVI Gustavo de Suecia y Harald V de Noruega seguirán el ejemplo de la reina de Dinamarca.
Hasta el 31 de diciembre de 2023, Margarita II era la única reina que había quedado en Europa tras la muerte de Isabel II de Gran Bretaña en 2022 y la abdicación de Beatriz I de Holanda en 2013. Esta monarca llegó al trono de su país el 14 de enero de 1972 a los 31 años de edad, tras la muerte de su padre Federico IX.
Este rey había eliminado la ley sálica para que su hija mayor pudiese reinar, al haber tenido tres hijas y ningún varón. Así, Margarita se convertía en la primera mujer que había reinado en Dinamarca desde Margarita I en 1412.
La proclamación de la reina fue muy sencilla, como dicta la tradición danesa (cosa que choca con la afición de los monarcas daneses por una pompa de cuentos de hadas): Margarita salió al balcón del palacio real acompañada por su esposo, Enrique de Mompezat, y sus dos hijos: Federico y Joaquín. Allí, el primer ministro Jens Otto Krag la proclamó reina ante el público congregado.
Han sido 52 años de reinado, 52 años de paz y prosperidad para Dinamarca, en los que ha entrado en la UE (pero no en la unión monetaria, pues siguen usando las coronas danesas) y se ha alzado como máximo exponente de las energías renovables. La reina Margarita ha destacado por su cumplimiento del deber, su deseo de cohesión de los territorios de Dinamarca (Jutlandia, Islas Feroe y Groenlandia) y su pasión por las artes. La soberana es una notable ilustradora en el país de Andersen e ilustró, entre otros libros, una edición de El señor de los anillos bajo el seudónimo de Ingahild Grathmer:
La reina Margarita II está emparentada con todas las casas reales de Europa a través de la reina Victoria de Inglaterra (a través de Jorge V, primo carnal de su bisabuelo Federico VIII). También lo está con la familia real española a través de la reina Sofía (a través de Jorge I de Grecia, hermano de Federico VIII y bisabuelo de esta).
Los últimos años de reinado de Margarita vinieron marcados por la polémica figura de su esposo. El príncipe Enrique siempre ambicionó el título de rey consorte, cosa que su esposa nunca accedió a concederle. Disgustado por tal decisión, Enrique hizo varios desplantes a su esposa y se retiró en varias ocasiones a su castillo del suroeste de Francia. Antes de su muerte en 2018, Enrique hizo saber su decisión de no ser enterrado junto a su esposa. También fue polémica la decisión de la reina de quitar el título de príncipes a los hijos de su hijo Joaquín.
Ahora, tras su abdicación, que se hará efectiva el 14 de enero, Margarita II abandona el trono, que pasará a su hijo, el cual reinará con el nombre de Federico X. El nuevo rey, aunque con gran popularidad entre los daneses, tiene el mismo reto por delante que sus colegas de España, Gran Bretaña, Bélgica y Holanda: demostrar que la monarquía constitucional es fuerte y benefactora en este turbulento y relativista siglo XX. Junto a su esposa, la ahora reina María, deberá afrontar este reto.
LARGA VIDA AL REY FEDERICO X
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