Una vez solucionados los problemas técnicos aquí están las entradas prometidas de mi viaje a París esta semana santa. La primera vez que estuve en la ciudad de la luz fue en 1998, el mismo año en el que Francia, país anfitrión del mundial, logró la victoria en este. Y como pasa con casi todas las ciudades turísticas, no se puede ver todo en diez días. Así que diecinueve años después regresé a la capital gala.
Además de repetir lugares emblemáticos como la Torre Eiffel y Notre Dame, visité un lugar que ya tenía en mente, pero en el que nunca había estado antes: el Museo de Cluny, dedicado a la Edad Media.
Instalado en una mansión gótica en el barrio latino, muy cerca de la Sorbona, el Museo de Cluny es una colección impresionante de piezas medievales en la que se puede ver cómo Francia hace gala merecidamente de ser el país que mejor ha conservado su pasado medieval.
Para los que nos apasiona la Edad Media es una visita obligada. En el museo se pueden encontrar las piezas más dispares y curiosas. Nada más llegar, nuestros pasos se encaminan hacia los restos de las termas romanas (o como las llaman los franceses: "galorromanas"). No es medieval, pero es una muestra valiosísima del aprovechamiento del espacio de una época a otra. Las termas son impresionantes como toda la arquitectura romana. Una de las cosas que más impresionan es el relieve con barcos y la imagen del dios celta Cernunnos, adoptado por los romanos. Llama la atención porque se hizo en las fechas en las que vivía Cristo.
Allí se encuentran también las cabezas auténticas de los reyes de piedra que se exhibían en la portada de Notre Dame y que fueron destruidas durante la revolución de 1789. Las cabezas fueron desenterradas en una excavación (obviamente las actuales estatuas de la portada son copias). La verdad es que estas enormes cabezas imponen. Son los reyes de Israel, pero lucen el aspecto de los reyes del siglo XIII, cuando fueron esculpidas.
En este mismo lugar tuvo lugar la entrevista en la que Jean-Jacques Annaud comentaba los detalles del rodaje de El nombre de la rosa (que por cierto, la están poniendo en Paramount Channel mientras escribo esto, qué casualidad).
Y es que el Museo de Cluny es inspiración constante para muchos artistas, dibujantes y cineastas que han tratado la época medieval. Además de Annaud, cuando contemplé varias piezas comprobé que además del director francés también tuvieron que venir sin duda a documentarse al museo tanto Gilles Chaillet (el autor de la serie de comic Vasco) como John Huston (del que hablaré más adelante).
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