En 1812 las ambiciones expansionistas de Napoleón terminan. Lo que iba a ser una guerra relámpago y decisiva se convirtió en un desastre inesperado. Las tropas rusas habían abandonado Moscú con una táctica de tierras quemadas. Napoleón y sus tropas encontraron una ciudad vacía y en llamas. El duro invierno ruso se les venía encima.
Así, el camino de regreso fue largo y terrible para el ejército francés. Sin víveres y soportando temperaturas a las que no estaban acostumbrados, los soldados abandonaban carros, cañones y municiones para aligerar el peso. Esto les exponía todavía más al ataque de los rusos. Los cosacos atacaron a un ejército que les superaba en número, pero que se había vuelto terriblemente vulnerable.
No fueron necesarias solamente las cargas de cosacos para hacer disminuir a aquel vasto ejército. El frío, la nieve y el hambre hicieron el resto. Aquellas circunstancias y el no haber contado con el terreno, el clima y las infraestructuras, supusieron un error insuperable para Napoleón. De los más de 600000 soldados franceses que marcharon a la campaña de Rusia solo regresaron 50000. El infierno blanco acabó de este modo con el proyecto imperial de Bonaparte.
Además de los cuadros, la campaña de Rusia ha quedado inmortalizada en novelas, películas y series. La más famosa es sin duda Guerra y paz, de León Tolstoi. Aquí en una adaptación para la BBC:
Y en Los duelistas (1977) de Ridley Scott:
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