"El cuarto de estar, el dormitorio, el trastero... todos cuantos había por inspeccionar. Nadie bajo la mesa; nadie debajo del sofá; un pequeño hogar en su parrilla; la jarra y una jofaina estaban a punto, y la pequeña cacerola de avenate (Scrooge sufría de un resfriado cerebral), en la repisa de la chimenea. Nadie debajo de la cama; nadie en la alacena; nada dentro de la bata, que estaba colgada en una sospechosa altitud contra la pared. Un trastero, como es costumbre. Un guarda-fuego, viejos zapatos, dos cestos para pescado, una palangana sobre tres pies y un hurgón para el fuego.
Muy satisfecho, cerró la puerta y se encerró por dentro dando doble vuelta a la llave, lo que no era costumbre en él. Así se sentía a cubierto de sorpresas. Se quitó la corbata, se puso la bata, las zapatillas y el gorro de noche, y se acomodó ante el fuego para tomar su avenate."
Charles Dickens
Cuento de Navidad
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