-Nos honras al acogernos en tu palacio, gran rey, y al agasajarnos así-dice Quirino.
-Es lo menos que puedo hacer por los enviados de mi buen amigo, el gran César Augusto-sonríe el rey.
-Precisamente, el César está preocupado por esta provincia-indicaVaro-Han llegado a Roma noticias de disturbios...
-Especialmente de esos llamados zelotes...-señala Quirino.
-Sí, son realmente incómodos... pero el César puede estar tranquilo, pues he aplastado con mano de hierro todo intento de rebelión-dice Herodes sonriente.
-Se habla también de un rey que ha de venir... he oído que lo llaman... el Mesías-dice Varo.
La cara del rey cambia de pronto. La mano que sujeta la copa tiembla.
-Los judíos creen demasiado en las profecías... ¡Pero yo soy el único rey de Judea! Ese Mesías al que esperan nunca vendrá.
-Pero ¿quién es exactamente el Mesías?-pregunta Quirino-Significa "ungido" ¿no es cierto?
-Sí, así es... Un descendiente de David que ha de ser ungido... ¡Un cuento, eso es lo que es realmente! Un cuento inventado por esos malditos rabinos que me desprecian por ser idumeo. Un rey que vendrá a salvar a los judíos y a conducirlos a la gloria ¡Un cuento, eso es!
-Decididamente los judíos son un pueblo extraño...-señala Varo-Jamás vi en todos los lugares del imperio en los que he servido un pueblo semejante.
-Podéis decirle al César que no debe temer nada. No hay ningún Mesías y nunca lo habrá-Herodes levanta su copa.
-La preocupación del divino Augusto no es de extrañar-indica Quirino-Me ha encargado que realice un censo conjunto con toda la población de Siria y Judea. Cada familia deberá inscribirse en su lugar de origen. Temo que esos zelotes respondan...
-No habrá inconvenientes para ese censo-dice Herodes-Podéis garantizar al César que se hará sin problemas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario