Aquí vengo con los orígenes de otro emblema navideño: el árbol de Navidad ¡Y también con orígenes vikingos!
El árbol de Navidad es junto al
belén el adorno más famoso de estas fiestas y uno de sus principales emblemas. Esta tradición proviene del
norte de Europa, pero con el tiempo se ha extendido por todo el mundo. Su origen
se remonta a la Escandinavia precristiana, en los rituales del Yule o Youl: el solsticio de invierno vikingo.
Los árboles tenían un significado especial en la
mitología escandinava. Recordaban a Yggdrasil, el fresno que, según los
vikingos, era tan grande que atravesaba toda la tierra de norte a sur. Encima
de su copa se hallaban Asgard y el Valhalla. Una raíz partía de Niflheim, el
reino de los muertos. Otra llegaba hasta el lugar de las Nornas, tres deidades
equivalentes a las Parcas romanas. La tercera raíz estaba en Jotunheim, el
reino de los Gigantes.
Según los mitos vikingos, el dios
Odín tuvo que colgarse del tronco de Yggdrasil para obtener el secreto de las
runas. Para ello tuvo que atravesarse con una lanza y clavarse en el tronco
durante nueve días y nueve noches. Ya antes había sacrificado su ojo para
obtener la sabiduría. Terminado el sacrificio,
Odín descendió de Yggdrasil con el conocimiento de las runas y ya nadie pudo
superarle en sabiduría.
Yggdrasil era también llamado el Árbol de la Vida,
pues articulaba y sujetaba la tierra como si fuese su columna vertebral o su
corazón. Muchas leyendas y fábulas escandinavas, como las de los gnomos, hablan
del ciclo de la vida comparándolo con el nacimiento, crecimiento y muerte de un
árbol. En la tradición cristiana también existe el Árbol de la Vida. Si bien el Árbol de la
Ciencia del Bien y del Mal había traído el pecado original al mundo, el Árbol
de la Vida sería el encargado de redimirlo. De acuerdo con la Leyenda Áurea, este árbol habría de ser talado y con su
madera se fabricaría la cruz donde Cristo fue crucificado. Es el árbol de la segunda
oportunidad, el árbol de la salvación.
En recuerdo del sacrificio de Odín, en la fiesta de Yule los sacerdotes escandinavos adornaban los árboles, normalmente abetos.
La cristianización de esta tradición se debe a San Bonifacio, patrón de Alemania, que vivió en el siglo VIII. El papa Gregorio II encargó a San Bonifacio la misión de evangelizar a los pueblos germanos que todavía conservaban la religión de Odín (llamado Wottan por ellos) y los dioses de Asgard. El mayor de estos pueblos era el de los sajones. San Bonifacio se dedicó a cristianizar o a acabar con las costumbres paganas, entre ellas la decoración de los árboles en representación de Yggdrasil. El santo cortó uno de estos árboles y plantó en su lugar un abeto. La simbología del abeto recae en su naturaleza perenne, representando la eternidad. San Bonifacio adornó el abeto con manzanas, las cuales simbolizarían el pecado original, y velas, que representarían la llegada de Cristo: por medio de Él, la humanidad se salva del pecado de Adán y Eva. San Bonifacio hizo llegar a la gente, por así decirlo, el Árbol de la Vida cristiano en lugar del vikingo-germano.
La cristianización de esta tradición se debe a San Bonifacio, patrón de Alemania, que vivió en el siglo VIII. El papa Gregorio II encargó a San Bonifacio la misión de evangelizar a los pueblos germanos que todavía conservaban la religión de Odín (llamado Wottan por ellos) y los dioses de Asgard. El mayor de estos pueblos era el de los sajones. San Bonifacio se dedicó a cristianizar o a acabar con las costumbres paganas, entre ellas la decoración de los árboles en representación de Yggdrasil. El santo cortó uno de estos árboles y plantó en su lugar un abeto. La simbología del abeto recae en su naturaleza perenne, representando la eternidad. San Bonifacio adornó el abeto con manzanas, las cuales simbolizarían el pecado original, y velas, que representarían la llegada de Cristo: por medio de Él, la humanidad se salva del pecado de Adán y Eva. San Bonifacio hizo llegar a la gente, por así decirlo, el Árbol de la Vida cristiano en lugar del vikingo-germano.
Hay una leyenda nórdica cristiana que
explica el origen del árbol de Navidad. Un matrimonio de ancianos pobres
celebraba en su cabaña la Nochebuena. Fuera hacía frío y nevaba. Tenían poca
comida para la cena navideña y el único adorno que tenían en la casa era un
hermoso abeto. Los ancianos se preguntaban si tal adorno no sería demasiado
humilde para celebrar el nacimiento del Señor y al mismo tiempo se lamentaban
por ser tan pobres. Entonces, llamaron a la puerta y apareció un niño tiritando
de frío. Les preguntó si podían darle cobijo aquella fría noche. Los ancianos
le acogieron encantados y compartieron con él la escasa cena. Al irse a
acostar, los ancianos dijeron al niño que solamente tenían una cama, pero el
niño les dijo que no le importaba y que dormiría sin problema en el suelo junto
al abeto. A la mañana siguiente, los ancianos se levantaron y vieron que el
niño había desaparecido. Miraron el lugar donde había dormido por la noche y
vieron que el abeto tenía manzanas de oro colgadas. Comprobaron entonces que no
había mejor adorno para honrar a Dios que aquel humilde abeto.
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