domingo, 29 de octubre de 2023

Perceval y el Grial III


 Cuando los caballeros de la Tabla Redonda se alejan, Perceval regresa junto a su madre:

-¡Madre, madre! He encontrado a unos caballeros en el bosque. Los tomé por ángeles, pero ellos me han dicho que son caballeros del rey Arturo.


  La madre de Perceval se horroriza al escuchar esto. Ella había criado a su hijo con el propósito de que no conociese otra cosa que el campo, el bosque y la caza. Tras haber perdido a dos hijos en la guerra, había intentado todo este tiempo que Perceval se mantuviese alejado de todo lo que tuviese que ver con caballeros y batallas.



  El muchacho le relata toda su admiración por aquellos caballeros y su deseo de unirse a aquella extraordinaria hermandad de la Tabla Redonda. Sí, desea partir hacia Camelot y convertirse en caballero.


  Su madre se entristece y le prohíbe que parta para alcanzar su sueño. Perceval insiste, pero ella se niega. El muchacho insiste sin descanso durante días, semanas. Y finalmente, la madre, a su pesar, le permite partir.


  Con lágrimas en los ojos, despide a su hijo. Perceval no ha tomado más equipaje que su querido venablo. Su madre le da unos valiosos consejos:
-Sé prudente. Sirve con honor al buen rey Arturo. Nunca hagas preguntas, aunque no comprendas nada de lo que veas. Defiende a los débiles y rescata a las doncellas en peligro. A cambio, ellas te darán un beso y te entregarán un anillo.


  Perceval promete cumplir con todo ello y parte de inmediato. Se despide de su madre alegremente. Ella se queda llorando desconsolada mientras el joven galés parte hacia Camelot.





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