En el norte de
Jutlandia acaba de convocarse un
althing o consejo de notables. Los
jarls, señores vikingos, se reúnen en torno al gran fresno, que actúa como
Ygdrasil, el árbol sagrado.
Ha sido el
jarl Gundar Olafson "Casco de oro" el que lo ha convocado. Los otros
jarls han acudido no sin cierta desconfianza. Gundar es muy ambicioso. En pocos años se ha ganado la confianza del rey
Horik I y por ello otros jefes de clanes envidian su posición. Pero ahora, Gundar toma la palabra:
"-Nobles amigos, os he convocado a todos por una buena razón. El buen tiempo ya ha llegado y es ya momento de lanzarse a la mar. Nuestros hombres no pueden holgazanear más en sus hogares. Todo vikingo sueña ya con volver a navegar. Nuestro buen rey Horik me ha autorizado para emprender el viaje".
Un corpulento y colérico jarl interrumpe a Gundar: "-¡Un momento, Gundar Olafson!"
Es Einar Ragnarsson, el llamado "Hacha Furiosa", temido y admirado por sus leales. "-De sobra sabemos que gozas del favor del rey. Y tampoco hace falta que nos cuentes lo que todo vikingo ansía ¡Por Thor! Pero ¿a dónde pretendes ir? Ragnar Lodbrok llegó ya hasta las murallas de París, la capital de los francos. Nuestro rey en persona les atacó ya en tierras germanas. Ese territorio ya está bastante "exprimido".
Y lo mismo pasa con la isla de los anglos. El propio Lodbrok decía que allá solo hay monasterios ¡Y ya dio él buena cuenta de sus tesoros, por Freyr! Los vikingos de Noruega ya han saqueado lo suyo por allá ¿A dónde quieres entonces que vayamos? Yo no desperdicio hombres y armas para nada, escúchame bien".
Pero otro jarl interviene. Es Harald Svenson, señor de las tierras junto al acantilado: "-Cálmate, Einar. Nadie pone eso en duda. Que mis hermanos de la guerra escuchen a Gundar. Todos podemos hablar en el althing, no lo olvidemos. Hemos escuchado también a Einar Ragnarsson y no le falta razón ¿A dónde partir? Puedo poner mi oro para fletar un drakkar, pero también quisiera que nos indicases a dónde hemos de navegar, Gundar".
El murmullo crece tras la intervención de Harald Svenson y al que más se le oye es a Einar. Gundar toma aire y la palabra: "-Todo lo que decís es cierto, amigos, y bien lo sé. El reino de Francia ha sacado las uñas. Solo podemos adentrarnos por los grandes ríos y los francos lo saben. La ruta hacia París está más que bien defendida. Tengo noticia de que algunos vikingos han logrado instalarse en el norte de Francia, pero jurando pleitesía al rey franco ¡Y eso nunca lo haremos nosotros! ¡Jamás!".
"-¡Jamás!"-gritan los vikingos. Gundar sonríe. Ya ha logrado tenerles donde pretendía. "-Escuchad. Hay muchas más tierras al sur. Sé de un mapa donde aparecen estas tierras y no están bajo el dominio de los francos. Ellos la llaman Hispania. Sé también de algunos antepasados nuestros que hablaron de los metales y otras riquezas que posee esa lejana tierra. No hay más que navegar hacia el sur ¡Por Odín que vamos a llegar hasta allí! Pero no puedo navegar solo y lo sabéis. Os necesito para viajar a la costa de Hispania".
Esto es algo que los vikingos del norte de Jutlandia no sabían ¡El mundo es aún más grande! ¡Y hay tierras inimaginables al sur! La expresión de Einar y otros jarls ya ha cambiado: "¡Por Odín! Marchemos al sur". El althing acaba de aprobar la propuesta.