jueves, 29 de junio de 2017

El lejano oeste de Alfredo Rodríguez

Buscando imágenes del oeste, tramperos y buscadores de oro, encontré de casualidad la obra de Alfredo Rodríguez, pintor mexicano.  Curiosamente, la mayor parte de sus cuadros no tratan de su país, sino de EEUU, de la inmortal época del western.


Rodríguez sabe plasmar el entorno, el ambiente de aquellos aventureros de las Rocosas, de la frontera, del gran norte.


Es una pasada como pinta los ropajes, los árboles, las rocas, las montañas... Un montón de detalles para recrear esa temática.






Tampoco faltan los indios




Estas imágenes del lejano oeste son una fuente iconográfica muy interesante para nuestros dioramas y creaciones de Playmobil.

Campo de prisioneros de Betterville

Visitar los escenarios de una de las mejores películas del oeste no tiene precio (solo el de la gasolina consumida hasta llegar allí o el de las pedaladas si se va en bici). Hablo de El bueno, el feo y el malo, la tercera y última película de la llamada "Trilogía de los dólares" de Sergio Leone y la última que dirigió con Clint Eastwood



Gran parte se rodó en Almería, como era habitual en los spaghetti western, pero el resto se rodó en tierras de Burgos. Visité la zona hace diez años y aunque la vegetación había cubierto mucho, los carteles señalaban los lugares, que se reconocían bastante bien. Actualmente una asociación está acondicionando estos sitios. Por ejemplo, el cementerio de Sad Hill, localizado cerca de la población de Carazo, era un círculo de cardos en 2007, pero ahora vuele a estar lleno de tumbas de madera en las que puedes poner tu nombre previo pago de una cantidad pequeña para el mantenimiento de la asociación.


Una de mis escenas preferidas es la del campo de prisioneros de Betterville, también cerca de Carazo. Allí, los protagonistas, Rubio (Clint Eastwood) y Tuco (Eli Wallach), disfrazados de soldados sudistas, son internados por los nordistas. Los prisioneros cantan una melancólica canción al ritmo de harmónicas y otros instrumentos, mientras los nordistas pasean haciendo la guardia.





En el libro Eastwood: desde que mi nombre me defiende, que he leído hace poco, se cuenta que todos los figurantes de la escena eran gente de los pueblos cercanos. Entre los músicos solicitados de estos pueblos, se rechazó a los que estaban gordos porque solo querían tipos delgados que pudiesen pasar por soldados sufriendo el cautiverio. Los músicos solicitaban mil pesetas por cabeza, pero los responsables de producción se negaban. Entonces, los músicos amenazaron con largarse, así que los italianos tuvieron que pagar las mil pesetas por barba. Hasta los figurantes de escenas eliminadas cobraron entre 200 y 800 pesetas de entonces. Claramente, El bueno, el feo y el malo levantó la economía de la comarca.



Recrear el campo de prisioneros con Playmobil es complicado. Para empezar, tengo pocas casas del oeste y para recrear las casetas del campo necesitaría más piezas, así que he prescindido de las casetas.


Los soldados nordistas se relajan jugando a las cartas, bebiendo café y charlando. Si un campo de prisioneros es duro para estos, para sus guardianes no es precisamente una fiesta, pero eso no  quita para que puedan intentar distraerse. Como en el campo de la película he intentado poner esos rifles con gomillas para dar el efecto.





Unos soldados vigilan un cañón capturado. Otros cuidan de los caballos.



Echemos un vistazo a la zona donde pasan el rato los prisioneros sudistas. Tocan música, quizá el Dixie o The Bonnie Blue Flag; atienden a la comida, un rancho igual de malo que el que toman sus guardianes.


Sus barbas han crecido y algunos comienzan a acostumbrarse a esta vida, como los romanos de Obélix y compañía, esperando el final de la guerra. Los hay que, por el contrario, planean fugarse y llegar hasta las líneas confederadas.



Siempre me ha llamado la atención cómo en los western clásicos los sudistas son siempre los malos, mientras que en los spaghetti western se toma más partido por ellos, al menos para mostrarnos su sufrimiento al verse derrotados o su vida tras el conflicto. Quizá como una forma más de marcar distancias con el western americano.








There in the distance a flag I can see
Scorched and in ribbons but whose can it be
How ends the story, whose is the glory
Ask if we dare, our comrades out there who sleep









martes, 27 de junio de 2017

La expedición de Coronado

No había tocado todavía el tema de la conquista española de América en el blog. Desde que vi de pequeño Érase una vez las Américas y sobre todo Érase una vez los exploradores, es un tema que me ha interesado bastante. Por desgracia, en la carrera la asignatura que se ocupaba de esta materia lo trató muy por encima. Pero hay una extensa bibliografía sobre el tema.
Una de las expediciones españolas más interesantes es la del explorador salmantino Francisco Vázquez de Coronado. Coronado pretendía encontrar las siete ciudades legendarias de Cíbola. Partió del virreinato de Nueva España (México) hacia el norte, introduciéndose en las tierras del sur de la actual EEUU.


La expedición recorrió un territorio extensísimo hasta el actual estado de Kansas. Descubrieron el gran Cañón del Colorado y multitud de tribus. 
En Pinterest hay muchas ilustraciones curiosas sobre la expedición de Coronado.



Pero a mí la que más me gusta es esta, del gran Dalmau:



Me hubiera gustado tener uno de los cascos antiguos medievales de Playmobil, que en realidad son del renacimiento, para el personaje de Coronado. Me refiero a este:


Pero tengo que conformarme con lo que tengo, así que aquí está la expedición de Coronado con su guía indio:





En todas estas expediciones siempre hay un monje con sombrero de paja para protegerse del sol.





He intentado dar a los soldados un aspecto cansado, sufriendo las penurias de aquellos desiertos desconocidos. Por eso llevan el pelo largo. Tendré que comprar alguna serpiente para crear un ambiente más desértico y hostil.









Julio Verne: El capitán Nemo

Aunque no es el protagonista, el capitán Nemo es el personaje en torno al cual gira todo en Veinte mil leguas de viaje submarino, mi novela favorita del gran Julio Verne.





Nemo es el ingeniero y capitán del submarino Nautilus, una maravilla de la ingeniería naval, propulsado por electricidad dieciséis años antes de que Isaac Peral lo inventase. Es un personaje oscuro, amargado, con un visceral odio hacia la humanidad. Pero nadie sabe la causa de ese odio.
La primera vez que oí hablar de este personaje, mucho antes de leer el libro, fue en la serie de Willy Fog, concretamente en su secuela.




Pero la mejor caracterización del capitán Nemo será siempre la de James Mason.



Con Playmobil es difícil caracterizarle. He optado por el traje del contramaestre de la goleta, añadiéndole una gorra de plato.





La cosa es que los submarinos que ha sacado Playmobil son demasiado modernos y pequeños y no se puede reproducir con ellos el Nautilus. Quedarían bien para los viajes de Cousteau y su barco el Calypso. Tampoco tengo escafandras de buzos para recrear a la tripulación de Nemo. A la espera de mejorar al personaje, esta es mi recreación del inmortal capitán del Nautilus.





Julio Verne: el genio trabajando

Cada verano vuelvo a explorar las obras del gran escritor Julio Verne.




Mi favorita es Veinte mil leguas de viaje submarino, seguida muy de cerca por La vuelta al mundo en 80 días y Viaje al centro de la tierra. En sus libros se adelantó a muchos inventos y fenómenos que hoy en día son corrientes, pero impensables en aquel siglo XIX. Un tema extenso que trataré próximamente. 
Julio Verne está escribiendo en su despacho de su casa de Amiens. Naturalmente, escribía con plumilla de metal, pero no tengo de Playmobil, así que tendrá que conformarse con la pluma clásica.










Menudas historias de gente menuda

Recientemente he encontrado un blog dedicado a Playmobil que me ha llamado bastante la atención: Menudas historias de gente menuda.



Se trata de un blog familiar, en el que padres e hijos tratan de difundir historias para ser entendidas por los peques. Me gusta su estilo cercano y sus buenas ideas para hacer surgir esa chispa entre los chavales, para amar tanto los Playmobil como la historia.



Entre los temas del blog encontramos sobre todo temas de historia, entre ellos nuestra querida Edad Media. Me ha gustado ver también temas cristianos y sociales, propuestas de bilingüismo, así como la interactuación de fotos de la familia, sus viajes y sus dioramas.



Todas las imágenes son una muestra de la enorme afición de esta familia por Playmobil. Afición que deseo que no se pierda entre los chavales y que crezca.



Recomiendo absolutamente una visita a este blog.




lunes, 26 de junio de 2017

Cajas míticas: Esquimales

Otra referencia muy entrañable a la que tengo mucho aprecio es la del trineo y kayak esquimales (3466). Una de aquellas preciosas cajas de finales de los 80-principios de los 90 que llenaron mi infancia.



Conservo todas las piezas de esta gran referencia, excepto uno de los esquimales (esto de llevar los Playmobil al cole...). El realismo tanto del trineo como del kayak es genial. Los perros tirando con los arneses, el bidón de gasolina, las focas... no falta detalle. Insuperable, para mí, y nada que ver con el nuevo trineo (9057).





Es curioso que, como en otras cosas por aquel entonces, en ciertos temas yo pensaba en su equivalente de Playmobil y no al contrario. Y esto pasaba con la temática de los esquimales. Cuando vi la película Los dientes del diablo comparé a los esquimales que aparecían (en realidad, exceptuando a Nanook el esquimal, es la gran película sobre esquimales) con los de Playmobil y no al revés.



Lo mismo pasaba con la famosa baraja de las familias: la familia esquimal pasaba por la lupa de Playmobil para mí.




Hubo una serie de dibujos animados francesa en aquellos finales 80-primeros 90 llamada Seabert. Curiosamente no la vi, pero en el desván de la casa del pueblo apareció un barreño con pegatinas de la serie (?). La serie, como otras de su época, pretendía difundir un mensaje conservacionista. Tocaba el tema de los esquimales, además una de sus protagonistas lo era.



Los esquimales de Playmobil formaban parte de la temática polar, una de las más originales de la marca y que participaba también, sin duda, de aquel mensaje conservacionista (no olvidemos que eran los tiempos de Cousteau, y por desgracia ya había fallecido nuestro Félix Rodríguez de la Fuente, pero no su legado). La otra referencia de esquimales era la 3465: el iglú con la familia esquimal: padre, madre, tres hijos y dos perros. Nunca la tuve. Solo pude conseguir suelta la madre esquimal. Vi el iglú en una de las ferias de coleccionistas de Madrid, pero me había quedado sin presupuesto ¿Lo encontraré de nuevo algún día?






El pastor de Berna

Como comenté en otra ocasión, mi raza favorita de perro es el pastor o boyero de Berna, seguido muy de cerca por el husky siberiano y el pastor alemán. Aunque escaso en nuestro país, es una raza muy popular en Europa. Con su aspecto dócil y bonachón, es un perro tremendamente leal y alegre. En gran parte, mi afición por los perros se debe a su servicio al ser humano a lo largo de la historia. Y al mismo tiempo, como todos los perros, el pastor de Berna tiene su propia historia, estrechamente relacionada con la del ser humano.




Playmobil estrenó su temática de perros con sus cajas individuales en las que vienen tres ejemplares (macho, hembra y cachorro) junto a su dueño. Entre las razas elegidas está el pastor de Berna (5214), que enseguida se convirtió en una pieza usual para dioramas.



Pero ya antes Playmobil había sacado una caja dedicada a esta raza. Me refiero a la 4498, en la que aparecía un pastor de Berna enorme con sus cachorros y un niño ofreciéndoles salchichas. La referencia fue comercializada ya como Boyero de Berna (Berner Sennenhund).


Es curioso que Playmobil rectificase en el tamaño haciéndolo más pequeño.
El pastor de Berna, como su nombre indica, tiene su origen en el cantón suizo de Berna, situado al oeste del país y donde se encuentra también la ciudad de Berna, capital de Suiza.




El pastor de Berna ha sido confundido a veces con el San Bernardo, perro emblemático de Suiza. Pero el San Bernardo es bastante más grande en tamaño: de acuerdo con los estándares, supera los 80 cm, mientras que el de Berna no supera los 68. Sus usos y funciones fueron bastante distintas de las del pastor de Berna. Pero el origen de ambas razas sí parece estar en los molosos (perros de enorme tamaño de los que descienden, entre otros, los mastines) traídos por los romanos en la conquista de Helvecia (la antigua Suiza) por Julio César en el siglo I a.C.





Los molosos se mezclaron con razas locales hasta configurar el mastín de los Alpes, raza actualmente extinguida, y de la que muy posiblemente descienden tanto el pastor de Berna como el San Bernardo.
La raza del boyero de Berna fue desarrollándose en este cantón como perro guardián del ganado bovino. En aquellas sociedades suizas medievales, en aquel hábitat disperso y con el ganado como principal fuente de ingresos, el perro pastor se convirtió en un elemento imprescindible.








Y esta era la situación hasta finales de la Edad Media, cuando los cantones suizos se independizaron del archiducado de Austria y otros estados para configurar la Confederación Helvética. Berna se unió en 1353.
Desde principios del siglo XIX está documentado el uso de los pastores de Berna como perros de tiro, función poco habitual entre los perros, aunque también documentada en otros lugares como Bélgica o Ucrania. Los granjeros trasladaban los cántaros de leche de un lugar a otro en pequeños carros y carretillas tirados por estos perros. 









A finales del siglo XIX se fundó la Asociación Canina Suiza para la protección de las razas alpinas. Pero la importancia que la asociación promovió hacia el San Bernardo como emblema del país hizo que se olvidara al pastor de Berna.
En 1904, el científico Albert Heim, natural de Zurich, acudió al cantón para estudiar de primera mano a los pastores de Berna










Heim había leído acerca de la fuerza y el temperamento leal de estos perros. Convenció a la asociación de la necesidad de preservar esta raza y pronto, el pastor de Berna pasó a exhibirse en exposiciones caninas y a ser inscrito como una raza de prestigio.

Aunque actualmente ya no cumple sus funciones de pastor ni perro de tiro, el pastor de Berna sigue siendo una raza muy solicitada en Europa como animal de compañía por su carácter dócil y obediente y se ha convertido en un guardián del hogar muy querido.