jueves, 30 de marzo de 2017

Rescate de fotos: Pasión de Cristo (2009)

 Aprovechando la Cuaresma y retomando mis rescates de fotos, rescato en esta ocasión esta que dediqué en 2009 a la pasión de Cristo.


 Hice más, pero solo se ha conservado esta. Cuando era pequeño representé la historia entera con Playmobil, cuando solamente habían sacado un romano: el special 4560, que inauguró el tema de Roma ¡Si hubiese tenido estos romanos entonces!
   Aunque muy rudimentario como veis, sin fondos ni planificación, al igual que las fotos que mostré del aniversario de la guerra de la independencia (2008), intenté que figurase lo esencia. Jesús es interpretado por el mismo que lo interpretó antaño: uno de los enfermeros del helicóptero antiguo. No cuidé siquiera de proporcionarle una túnica. me bastaba que iba de blanco y con barba. Las cruces, las mismas que entonces (hablo de finales de los 90): con palos de polo. La corona de espinas, de plastilina.
   En la imagen, Jesús carga con la cruz. Al fondo llevan también su carga los dos ladrones, interpretados por piratas (los piratas se prestan a todo). Al fondo está también Pilato lavándose las manos. Junto a él, el portaestandarte sostiene el SPQR: esta es la justicia de Roma, que todos lo sepan. Un tribuno abre paso desde su caballo. Un centurión marcha delante de Jesús. Un sayón mantiene firme el látigo. Los soldados apartan a la multitud. Muchos gritan contra Jesús, aunque solo unos días antes le habían recibido con palmas cuando entró en Jerusalén. Otros ruegan por él. Entre estos está la Virgen María, aunque apenas se la ve.
    Una modesta muestra de estos rescates de fotos para contar una de las historias que más me han sobrecogido y marcado desde siempre.

miércoles, 29 de marzo de 2017

En Laponia hace frío...

... pero yo me río ¿Cómo no recordar la canción de la serie Noeli? Con estas entradas sobre el Príncipe Valiente y Thule vuelvo mi mirada a Laponia, a la que ya dediqué parte en el post sobre Papá Noel que tuvo el detalle (detallazo) de publicarme Playmoblogger en MOP.




   Laponia es un nombre que por sí solo invita a pensar en paisajes nevados, inmensos bosques de abetos, temperaturas glaciales, renos, luces brillantes, estrellas de hielo. Y los más pequeños pensarán en Frozen. Todo ello tiene algo de Laponia.



  En España el atractivo por Laponia llegó hacia los años 60. Mi familia guarda todavía como un tesoro la edición de Cuentos de hadas noruegos y lapones, magníficamente ilustrados, que nos hicieron acercarnos durante tres generaciones a la vida y costumbres de este curioso pueblo del norte de Escandinavia. 
    Sus páginas nos contaron las aventuras de Sampo Lapellil, Ojos de estrella o La Navidad de los gnomos. Todos ellos nos hablaban de las costumbres de los lapones, de su vida junto a los renos, de la nieve, de las supersticiones de lapones o samis frente a los no lapones y viceversa, de gnomos y trolls mucho antes de que llegasen David el gnomo y La llamada de los gnomos (¿recordáis al juez Klaus?)





   Más tarde llegaría una serie de dibujos animados bastante curiosa: Las aventuras de Nils Holgersson. Basada en el libro de la escritora sueca Selma Lagerlof, contaba la historia de un niño sueco llamado Nils que se portaba mal y al que un duende castiga convirtiéndole también en duende. A él y a su hamster Grumo. Nils aprende a hablar con los animales y se une a una bandada de gansos que desean volar hasta Laponia. Buscando esta región del norte, que se presenta para ellos como una meta casi sagrada, Nils y sus amigos van recorriendo toda Suecia. La serie me parece fantástica y es una pena que no la viese de pequeño y solo la conociese recientemente gracias a YouTube.




 Recrear Laponia con Playmobil resulta complicado. Tenemos renos, abetos, pero la vestimenta lapona tan colorida y particular resulta difícil de plasmar...



Lo más aproximado son las cajas de Papá Noel y su casa-taller. Podríamos tirar de piezas de esquimales, pero aun así faltarían esos azules y rojos tan característicos. Por ahora, lo que más se acerca es el traje del guerrero mongol de la 4683:


Quizá Playmobil acabe sorprendiéndonos con algún lapón o lapona en algún special o demás.



martes, 28 de marzo de 2017

Príncipe Valiente: Thule (V)

En 1956 Foster decide otorgar una capital a Thule. Esta capital ha de ser la propia fortaleza de Aguar. El nombre escogido es Vikingsholm, lo que en lengua nórdica significa algo así como ciudad de los vikingos o ciudad de la bahía, ya que vikingo y bahía tienen el mismo origen etimológico. El aporte del nombre de Vikingsholm, teniendo en cuenta su localización al fondo del fiordo de Trondheim, nos sirve para situar la capital de forma definitiva: corresponde a la actual ciudad de Tröndelag





En ese momento tiene lugar la aventura de Arn y el guardabosques Garm en la montaña, una de las más recordadas. Tras esta aventura, Arn acude a servir a la corte del rey Hap-Atla, amigo de la familia desde su derrota ante Aleta, intercambiándose por Sven, hijo de Hap-Atla. La mencionada aventura, su estancia en la corte de Hap-Atla y su viaje a las Islas de la Bruma le servirán a Arn para convertirse en un hombre. Solo entonces descubrimos que el personaje de la saga más vinculado a Thule, exceptuando a Aguar, es Arn. Aunque posee el mismo ansia de aventuras que su padre, parece que la tierra de Thule le tira más a Arn que a Val, como vislumbrando ya su destino. Destino que no llega ni siquiera para Val, pues Aguar, aunque muy envejecido nunca presenta síntomas de cansancio o de querer abdicar. Durante la etapa Foster-Murphy Arn se convierte en embajador por excelencia para su abuelo. Acude a la corte de un rey vecino y se queda prendado de la sobrina del mismo. El rechazo de ésta supone un duro golpe para Arn, del que no se recuperará hasta que conozca a Mauve, la que se convertirá en su esposa.




            El amor de Foster por su tierra y el reflejo de ésta en el reino de Thule solo es comparable al que demuestra en la estancia de la familia en América. Para Val el reino de Thule es su hogar, aunque como ya vimos, el concepto de hogar para Val es relativo. El hogar para él es allá donde se encuentre su familia. Pero Thule tiene un significado especial. Val se reencuentra en Thule con su padre, los paisajes de su infancia, sus amigos, su gente. Es el único sitio, por así decirlo, donde Val es simplemente el Príncipe Valiente, el heredero. Es un lugar de paz, de nostalgia, de retorno. En Thule Foster se convierte en Val y Val se convierte en Foster.



Príncipe Valiente: Thule (IV)

Más tarde asistimos al nacimiento de Valeta y Karen, las hijas gemelas de Val y Aleta, que son los únicos hijos que nacen en Thule. Es un hecho importante, pues su bautizo sirve para inaugurar la primera iglesia de Thule. Construida en madera y piedra, se acerca un poco al estilo de las iglesias de madera noruegas. Si tenemos en cuenta que el cristianismo llegó a Noruega en los siglos X-XI de manos de Santa Sunniva y San Olaf II, Foster se adelantó cinco siglos. Pero de nuevo aludimos a la idea de la no precisión histórica. Pero Foster acierta al mostrar la mayoritaria reticencia de los vikingos a aceptar la nueva religión. Para aquellos rudos hombres del norte resultaba difícil sustituir a sus dioses guerreros por un dios extranjero que habla del amor y la paz.




Debemos señalar que las primeras noticias que tenemos acerca de la formación del reino de Noruega datan del siglo IX, cuando el primer rey Harald I Cabellera Hermosa unificó los territorios de señoríos y clanes originarios. Suponemos que los anteriores gobernantes encajaban más con la imagen que tenemos de jefe vikingo, al estilo del padre de Vikie el vikingo, que con la imagen de rey occidentalizado de Aguar. Pero la falta de fuentes escritas, teniendo en cuenta la particular escritura vikinga basada en las runas, no desecha tampoco la existencia de un rey Aguar o jefe Aguar antes de la llegada de Harald I. En una época sin fuentes todo puede ser.
            Previo al episodio del bautizo, se cuenta el episodio del intento de conquista de Thule por el rey Hap-Atla de las Tierras Interiores. Sabemos de Hap-Atla que Aguar intentó desbaratar los planes de conquista de su padre varias veces y que al morir éste juró vengarse. No se nos indica que su padre sea el rey Valgrind, pero lo más lógico es pensar que sí. Pero ¿qué es el reino de las Tierras Interiores? 




   Si tenemos en cuenta que Thule es Noruega y que las Tierras Interiores no tienen mar, debe tratarse de un reino al este de Thule. Por lo tanto, el reino de las Tierras Interiores es Suecia. Sabemos de la rivalidad que se mantuvo entre suecos y noruegos, sobre todo a partir de la anexión de Noruega por Suecia en 1814 a raíz de la alianza de Napoleón con Dinamarca. John Cullen Murphy, sustituto de Foster, se tomó la licencia de presentar en un mapa definitivo la situación de Thule y las Tierras Interiores: el mapa se correspondía con los actuales estados de Noruega, Suecia y Finlandia. Murphy situó un cuarto reino: Laponia, que en realidad nunca configuró un reino, pero que le sirve a Murphy para presentarnos las formas de vida de los lapones. Foster prefería el nombre de Tierras Interiores a Scania, la región meridional de Suecia, pues estaba más en consonancia con su deseo de presentar un reino independiente, más personal. Quizá se inspiró en la Tierra Media de El Señor de los Anillos. Víctor Mora transformó Scania en Scandia para situar a un reino enemigo de Thule en el Capitán Trueno (ni en eso fue original). También es Scandia el nombre que se emplea en lugar de Thule en la película El Príncipe Valiente.
           

Aunque como ya he dicho más veces, si queréis conocer al Príncipe Valiente, por favor, no veais la película, leed los comics.

Príncipe Valiente: Thule (III)

La primera imagen de la nueva Thule se encuentra en la escena en que Val regresa a la misma tras tres años de aventuras, disfrazado como juglar de Valgrind, el conspirador rey de las Tierras Interiores. Foster desea mantener en un principio la imagen de la antigua fortaleza en cuanto a su silueta. Sin embargo se aprecian ya unas novedades: el entramado de vigas, la cascada, el puente, la decoración de los maderos vikingos en forma de dragones, los abetos. Las gentes aparecen ya con ropajes nórdicos, incluida la decoración del gran salón. Además, Foster indica un valiosísimo dato: para llegar a la fortaleza de Aguar hay que entrar por el golfo de Trondheim. Ya no hay duda: Thule es Noruega.


            Para fijar que Thule se encuentra en Escandinavia, Foster hace viajar a Val por el reino para evitar una rebelión de aquellos hombres a los que el rey Aguar ha prohibido navegar. Una viñeta deja clara la idea: “Val se halla ante un grave problema: los principales enemigos del rey Arturo son los vikingos. El pueblo de Val es de sangre vikinga. Y, o sale al mar, o perecerá”. Llegados a este punto, Foster se ve incapaz de explicar por qué tanto Val como su padre no tienen aspecto de vikingos: el pelo negro no es nada corriente en la raza nórdica. Solo años más tarde se nombrará por primera y única vez que la madre de Val descendía de una familia romana.



            A continuación, Foster presenta un recorrido para Val por el reino de Thule como excusa para dibujar paisajes nórdicos. Así sucede cuando conoce a Gundar Harl y a Sigrid en un río o la escena del glaciar.
            Val no vuelve a Thule hasta el momento en el que regresa para presentar a Aleta a su padre. Cabe decir que es la propia Aleta la que acude de incógnito, adelantándose a Val, para conocer a su suegro. El encuentro con Val y Aleta es muy emotivo para Aguar, pues supone saber que su hijo se ha casado (que ha madurado, por tanto), que eso anuncia una nueva generación y la garantía de la sucesión al trono. Las escenas que transcurren en Thule hasta el secuestro de Aleta plasman de nuevo el amor de Foster por los paisajes nórdicos, en este caso en invierno. Asistimos a una cacería con el leal conde Jon, el accidental descubrimiento de los esquís por Aleta y el regreso de los patos salvajes que anuncia la llegada de la primavera (los europeos meridionales lo sabemos gracias a David el Gnomo).



            La siguiente ocasión Val y Aleta regresan a Thule en compañía de su primogénito Arn. Esta vez asistimos a uno de los mayores espectáculos naturales de Escandinavia y del mundo: la aurora boreal. Esta vez les acompaña Tillicum, la doncella india de Aleta, de la cual dice Foster: “Su corazón canta, porque los bosques de Thule son como su hogar, más allá del ancho mar”. Con esta frase, Foster se describió a sí mismo. 
Y he aquí una sorpresa para el rey Aguar: Val y Aleta le han hecho abuelo. La felicidad de Aguar se describe inmejorablemente en una viñeta en que la familia se acomoda junto al fuego del hogar: “El invierno llega a Thule. La estrella del norte brilla sobre sus cabezas y el sol sale tras las colinas del sur. Pero el rey es feliz: su hijo está en casa, su nieto goza de buena salud y su nuera le embroma, le lía, se hace cargo del castillo, es descarada... y adorable”. Observamos cómo el gran salón ha cambiado su forma, con pieles y maderas, más del estilo vikingo. Es en este episodio donde tenemos noticia de que el reino de Thule no es cristiano, aunque sí lo es Val. Este dato no puede explicar, al mismo tiempo en qué momento fue Val convertido al cristianismo y se  apartó de la religión nórdica. La explicación lógica reside en la propia concepción de Thule para Foster, que pasa de ser un reino sin localización geográfica determinada a ser un reino escandinavo. Además, la petición de Aguar a Val de traer misioneros cristianos a Thule sirve para entrar en una nueva aventura: el viaje a Roma a través de los Alpes. 

lunes, 27 de marzo de 2017

Príncipe Valiente: Thule (II)

El reino de Thule va evolucionando en cuanto a su imagen a lo largo de la historia. En las primeras aventuras no se aporta ninguna descripción, ni física ni geográfica. Al narrarse el exilio de la familia real, solo se dice que atravesaron el mar huyendo de Thule y divisaron los blancos acantilados de Bretaña (Gran Bretaña). La primera vez que se nos presenta Thule es en el viaje de Val y el príncipe Arn de Ord tras la búsqueda de la doncella Ilene.       Encontramos una poderosa fortaleza al estilo de Camelot, con las mismas torres y chapiteles de fantasía, aunque en menor número. No se habla para nada de que se trata de la capital: Vikingsholm, pues ese nombre no está todavía en la mente de Foster.


            Foster pretende crear un reino inventado para dibujar parajes inventados, de modo independiente, para su personaje. Así, el paisaje y gentes de Thule en nada se parecen en las primeras aventuras al paisaje y gentes que encontramos en sucesivos episodios. Cuando Val toma la decisión de partir en busca de aventuras, desoyendo las palabras de su padre, encontramos a los personajes en un jardín de cuento de hadas, similar al de Camelot y al de Merlín, pero imposible de encontrar en el país escandinavo en el que más tarde se convertirá Thule.
            A continuación, nos encontramos con un insólito lugar al que ya aludimos: la cueva de Time (el Tiempo). En ningún momento sabemos si este misterioso lugar se encuentra en Thule, pero lo más lógico es pensar que se trata de un lugar intemporal (nunca mejor dicho). Además, teniendo en cuenta que el próximo lugar que visita Val es Andelkrag, cuya localización resulta fiable situarla en Centroeuropa, suponemos que Val ha dejado su tierra natal mucho más atrás.




            Es hacia 1943, cuando Foster decide poner en práctica algo que ha venido deseando hacer desde el comienzo de la serie: convertir a Thule en su querida Canadá. El ansia por plasmar los paisajes de su infancia en Nueva Inglaterra le llevó a Foster a transformar el geográficamente incierto reino de Thule en un reino escandinavo. Contaba con la aportación del nombre de Thule, que ya por sí solo indicaba el norte. Este cambio coincide con una nueva etapa en el estilo de Foster. Se puede observar a partir de la viñeta en la que Merlín descubre accidentalmente la pólvora por la intromisión de Val en su torre. El dibujo de Foster se muestra más realista, se aleja de ese toque azulado y metálico que había caracterizado también a sus cómics de Tarzán, próximo también a las películas de ambientación medieval de Tecnicolor.

Ese cambio se observa también en que a partir de ese momento jamás volverán a aparecer elementos fantásticos. Foster comienza a documentarse más y, aunque este debate es tan clásico como el propio cómic, no podemos negar que, de modo muy lejano, Foster comienza a reinventarse como dibujante-historiador, en cuanto al interés que despierta claramente en él la historia como tal. Esta nueva etapa supuso para Foster una mayor independencia frente a las directrices de la editorial a raíz del éxito que hasta entonces había conseguido la saga del Príncipe Valiente.

Príncipe Valiente: Thule (I)

Foster tomó el nombre de Thule de las fuentes clásicas. Conocida como Thule o Tile, esta misteriosa tierra fue mencionada por primera vez por el geógrafo griego Piteas de Massalia, famoso por ser el que descubrió que Hispania era una península, en el siglo IV a.C. 
    Piteas hablaba de Thule como “el país más septentrional de la tierra”. Añadía además que Thule se encontraba “seis días al norte de Prettanike (Britania)” y que “el sol en verano nunca se ponía allí”. Piteas confirmaba con una palabra, cuyo origen es desconocido, la existencia de la misteriosa Hiperbórea, una tierra septentrional de nieve y hielo imaginada por los griegos. Geógrafos actuales se preguntan si Piteas llegó a las islas Feroe o Islandia o Noruega. Esta última es la opción más barajada tras la expedición realizada por la Universidad Técnica de Berlín en 2007 a partir del mapa de Ptolomeo. Identificaron Thule con una isla llamada Smola, cerca del golfo de Trondheim, al que nos referiremos más tarde.



            Los geógrafos romanos recogieron las narraciones de Piteas y hablaron en sus obras de “la última Thule”. El historiador bizantino Procopio de Cesarea (siglo VI) escribió que Thule era “una isla grande del norte habitada por veinticinco tribus”. La descripción que hace Procopio de Thule, en cuanto a su relación con los daneses y otros pueblos del norte, encaja a la perfección con Escandinavia, excepto en su naturaleza insular. La cuestión de que fuese una isla responde sin duda a su lejanía y al hecho de que Escandinavia ni siquiera había sido explorada por sus propios pobladores en su extremo oriental hasta el siglo IX. Por ello, lo más lógico era pensar que más allá del mar Báltico, la frontera septentrional del continente europeo, debía haber una tierra de la que provenían los invasores nórdicos, pero sus límites se desconocían. 
            En el siglo IX los vikingos de Noruega descubrieron Islandia. La noticia llegó a Europa y muchos pensaron que se trataba de la Thule descrita por Piteas. La Gesta Hammaburgensis ecclesiae pontificium de Adán de Bremen identifica con total convicción a Thule con Islandia. Sin embargo, el resto de Europa siguió mirando con misterio a la lejana Thule hasta el siglo XVI. Se hablaba de horribles monstruos marinos que vivían en los mares de Islandia, que con el tiempo resultaron ser ballenas y orcas.
            En el siglo XX, el sector nazi liderado por Otto Rhan, cuya obsesión era poseer la lanza sagrada y el Santo Grial, se interesó por la existencia de la legendaria Thule, llegando a creer que se trataba de la patria originaria de los arios (¿la mítica Hiperbórea?). No andaban desencaminados en una cosa: Escandinavia había sido el lugar de origen de casi todas las tribus germánicas, entre ellas los visigodos (de Gotland, Suecia). Otras teorías identificaron a Thule con la mítica Atlántida, como sucedió con otros continentes legendarios e islas míticas como Mu, Aztlán, Avalon o la isla de San Borondón.





            El nombre de Thule fue utilizado para bautizar una base polar noruega en Groenlandia en 1910.

domingo, 26 de marzo de 2017

Príncipe Valiente: el amor y la familia (III)

El encuentro con Merlín, supone para Val charlar con un amigo sobre el hechizo de Aleta. Y qué mejor amigo que Merlín, que es un mago.  La profecía de la bruja Horrit, acerca de que Val no encontraría la paz y la dicha se explica ahora en que éstas no se encuentran en una eterna vida de aventuras sin descanso, sino en el matrimonio y la familia. Porque estos son producto del amor. Toda una lección para Val, junto con el discurso que a continuación pronuncia Merlín: “¿Acaso no has tenido todo lo que deseabas? En cuanto a la dicha, no es más que un mito. Dale a un hombre todo lo que desea y será desgraciado por no tener nada que anhelar ¡Y la hermosa Aleta no necesita recurrir a la magia para robarle la calma a un hombre!”. Merlín no necesita en este caso ser un mago para comprender que lo único que le pasa a Val es que está enamorado. Algunas obras muestran a Merlín como un hombre sabio, pero que no cree en el amor, pues ha visto que el amor provocó el nacimiento de Arturo, pero también el romance de Ginebra y Lanzarote. Solo al final (¿?) de su vida conocerá el amor en la doncella Nimué.



Parecido consejo le da a Val su padre. Aguar sonríe al escuchar que su hijo se ha enamorado o lo que aquél llama “hechizo”. Sonríe al ver que esta vez su hijo sentará la cabeza. Le da una recomendación: “Regresa a esas islas y obliga a esa hermosa reina a librarte de su hechizo”. Esta es la recomendación que todos deseamos recibir: si te gusta una chica lucha por ella como sea hasta conquistarla.


A su regreso a las Islas de la Bruma, Val se enfrenta a los soldados de Aleta que asesinan a su escudero Beric. El odio de Val aumenta al recordar que Aleta es la reina de un país de crueles habitantes. La decisión de Val es radical pero responde a una combinación de amor y ansia que hay en su corazón: secuestrar a Aleta. Val se muestra fiero y dice a la mujer a la que ama: “Llevarás cadenas porque tú y tus salvajes súbditos sois la causa de mucho dolor y de muchas angustias. Te pasearé cautiva por todos los reinos del mundo”. Val no sabe que el comportamiento de los habitantes de las Islas de la Bruma se debe a que durante siglos habían sufrido ataques de piratas, volviéndose agresivos hacia los forasteros.



 Les espera un largo periplo por el norte de África con una Aleta encadenada y un Val que no sabe que lo que siente hacia ella es amor. Los gestos en los que cada uno ahorra agua para el otro muestran que el camino de comprensión para Val está a punto de concluir. El sultán de Benghazi es el primero en anunciarlo al observar la expresión de Val mirando a Aleta: “¿Y decís que es vuestra prisionera? ¡Vos sois el cautivo!”. La conquista culmina cuando Val comprende cuál es realmente el hechizo de Aleta: su amor a ella. “¡Has tardado tanto en comprender! Val no sabe qué decir y se queda mirando el rostro de Aleta”.
Por Aleta, Val destruirá ciudades desde entonces, derrotará a terribles oponentes y recorrerá el ancho mar. Cuando marcha en misiones y aventuras el rostro de Aleta indica a Val en su corazón lo que le espera cuando regrese a su hogar. Aleta le da hijos, la felicidad y todo su corazón a Val. El uno es para el otro la mejor y única razón para vivir. Y lo sigue siendo a pesar de que pasen los años. Ni siquiera el malentendido que provocó una temporal separación entre ambos lo logró. La decisión de Foster por presentar esta situación, ya en su etapa de trabajo con Murphy, solo puede responder a un deseo por sorprender al lector. Causar en él una sensación de desconcierto: ¿Val y Aleta separándose? ¡Imposible! Es lo mismo que hizo Hergé en Las joyas de la Castafiore: sorprender a los lectores con algo imprevisto que resulta ser nada. Todos respiramos de alivio al ver a Val y a Aleta abrazarse de nuevo en las Islas de la Bruma.



Aleta no es solo el gran amor de Val. Es la figura que le hace entrar en una nueva etapa de su vida. Atrás quedan sus ansias de aventuras juveniles, sus acciones inconscientes. Con Aleta Val se convierte en esposo, aprende a compartir su vida con otra persona que no es él mismo. Es una maduración en todos los sentidos, por lo tanto. Con Aleta, Val se convierte en padre, forma una familia. Es una relación superior a la de caballero-dama de los caballeros andantes. El amor platónico no tiene sentido, pues esto es un amor real.
La estancia en América refleja a la perfección esta idea de nueva etapa en la vida de Val. Foster lo relata de una forma tan tierna y entrañable que, si bien no nos hace llorar (tampoco vamos a ponernos cursis), nos conmueve de todos modos. El nacimiento de Arn es el punto central de esa estancia. A este nacimiento dedica Foster el más bello de los textos de la saga: “En estupefacto silencio, Val contempla a su hijo, que en parte es él, en parte Aleta, y aún así, es una persona completamente distinta a ellos que empieza un nueva vida”. Solo un padre podría escribir esto y solo alguien que quiera de verdad a su familia podría apreciarlo.



Príncipe Valiente: el amor y la familia (II)

El primer encuentro de Val y Aleta se produce tras escapar el primero del barco de Angor Wrack. La escena parece sacada del mito de Jasón y los Argonautas o de la Odisea. Solo en una pequeña barca, Val se aventura por el mar Egeo navegando sin rumbo. Abrasado por el sol y vencido por el cansancio, pierde el conocimiento. 



Aparece una escarpada costa y una muchacha rubia que parece haber sido sacada de un cuadro prerrafaelita empuja su barca a la orilla: “...Y debe de llegar a alguna lejana isla, porque cuando Val abre un instante los ojos... contempla un rostro que nunca ha de olvidar. Al despertar de nuevo se pregunta si ha sido una visión”. Pero no, no ha sido una visión, porque Val descubre en la barca provisiones y una nota: “Ningún extraño puede desembarcar en estas playas y seguir viviendo, pero eres demasiado joven para morir. No vuelvas nunca. Firmado: Aleta, reina de las Islas de la Bruma”. 



Esta nota es la versión medieval, con algún retoque, del clásico “No, pero podemos ser amigos” que tantas chicas nos han dicho tras haber fracasado al intentar conquistarlas. Pero ¿una chica como Aleta se puede olvidar como a cualquier otra chica que nos dice esto? ¡No! Y el Príncipe Valiente no puede consentir un “no” de una chica como Aleta. Pero la inocencia de Val le lleva a pensar que su interés por Aleta es un hechizo. Tardará tiempo en descubrir que es amor. Y el “no” es, como decimos, lo que impulsa a Val a buscar como sea a Aleta. Ni siquiera la adorable Melody puede hacerle renunciar a su búsqueda.

            El segundo encuentro con Aleta no solo le confirma a Val que ella es real, sino que le muestra que es la reina de un pueblo cruel que asesina a sus visitantes. Aleta ya no parece una ninfa prerrafaelita, pero sigue teniendo un halo de candidez y belleza sobrenaturales, como una aparición angelical. Debemos tener en cuenta que Val tiene solo dieciocho años, por lo que Aleta puede tener la misma edad o diecisiete. Sus ojos hablan por sí solos: “A pesar de mi advertencia sabía que volverías”. De nuevo Foster sabe hacer llegar la historia al lector en cuanto a lo que ya hablamos antes, de la recepción de la saga según las etapas de nuestra vida. Solo alguien que haya estado enamorado podría ver cómo una chica dice “no”, pero sus ojos dicen “sí”. La rabia de Val es doble: rabia por saber de la crueldad (¿?) de Aleta y rabia porque aun así sigue atraído por ella. Hechizado, según él. Una nueva nota de Aleta le dice: “Merecerías ser castigado, pero de nuevo te ayudo ¡Nunca sabrás por qué!”. Dos viñetas después Aleta aparece llorando: “Sus hombros tiemblan, pero nadie podría decir si ríe o llora. Es joven, hermosa y es la reina de las Islas de la Bruma ¿Por qué llora?” ¡Porque está enamorada! 


sábado, 25 de marzo de 2017

Príncipe Valiente: el amor y la familia (I)

    Como sucede con otros libros y películas, releemos el Príncipe Valiente descubriendo cosas nuevas en cada ocasión. Cuando somos pequeños nos atraen más las aventuras de Val antes de hacerse caballero o las primeras aventuras de Arn. Es el deseo por crecer siendo todavía niños. A medida que vamos creciendo nos enamoramos y los romances ya no nos parecen una cursilería. Por eso comienza a atraernos la historia de la conquista de Aleta, los diálogos entre Aleta y Val, Arf y Adele, los primeros amores de Arn, etc. Más tarde maduramos y nos vamos identificando más con la ampliación de la familia de Val, los problemas intergeneracionales, el legado que se ha de transmitir, la muerte... En resumen, el Príncipe Valiente consigue que nos identifiquemos con Val y sus personajes en cada momento de nuestra vida. Crecemos con Val; amamos, luchamos, sufrimos y vencemos como él.

            A diferencia de los héroes de cómic de su tiempo, Val iba creciendo, cambiando. Se casaba, tenía hijos, envejecía (aunque aparentemente no lo parezca). Murphy, sucesor de Foster, llegará a darle una nieta a él y a Aleta: Ingrid. Val es un héroe casado, algo impensable en Flash Gordon, el Capitán Trueno o el Guerrero del Antifaz. Esos héroes pueden tener novias, damas a las que dedicarles sus victorias como Dulcinea, pero lo del matrimonio son palabras mayores. Los héroes casados no pueden seguir adelante en sus aventuras, pues tienen que mantener a una familia. Su libertad se acabaría, por así decirlo. Eso es lo que debía pasarle a Dartacán. Solo Derib se aventurará a copiar la idea de Foster sobre el matrimonio en Buddy Longway.



            Como ya señalamos, la boda de Val y Aleta marca un punto y aparte en la saga del Príncipe Valiente. El propio Foster explica: “La saga del Príncipe Valiente debiera concluir en este punto. Pero la conquista de Aleta es algo que a Val sólo le ha costado entregar su corazón. Vivir con ella es otra historia”. A lo largo de la saga, Foster hará guiños al lector acerca de las peleas y reconciliaciones de Val y Aleta diciendo que solo alguien que esté casado podría entenderlas. Foster demuestra con ello que es un hombre familiar, y que de no ser así no disfrutaría tanto mostrándonos viñetas de mayor tamaño que el resto donde aparece la familia de Val al completo charlando o asistiendo a algún acto importante. Esa ilusión solo es comparable a la de Francis Ford Coppola cuando realizó la saga de El Padrino. Solo así se podría explicar la condición de Val de héroe casado y padre de familia.





            La conquista de Aleta supone para Val una de sus mayores hazañas, si no la mayor. Es el elemento principal de la segunda etapa de la saga: desde que Val es nombrado caballero hasta  la boda de Val y Aleta. Coincide con una etapa interior para Val: aunque ya ha sido armado caballero sigue siendo un joven impaciente, ávido de aventuras. 

jueves, 23 de marzo de 2017

Grandes coleccionistas: Andrés Iniesta

    Aunque soy del Real Madrid, siempre he admirado a Andrés Iniesta. El que fue el héroe del mundial de Sudáfrica 2010 que nos convirtió en campeones del mundo en la mítica final España-Holanda, donde Camacho entonó el famoso grito de "¡Iniesta de mi vidaaaaaaaaa!", es también un coleccionista de Playmobil como ya ha declarado en algunas ocasiones.

  

     El futbolista albaceteño manifestó ya en el mundial de 2010 su gran afición por los Playmobil. Iniesta asegura que su casa de Barcelona está ya llena de estas figuras. Desde pequeño se ha sentido enganchado por hacerse con ellas. En enero de 2011, el equipo deportivo de TVE le regaló uno muy especial que, tal como él mismo declaró, le faltaba en su colección: el jugador de la selección española. Es decir, su pequeño alter ego. 
   No dudamos de los más o menos notables ingresos que tendrán Joaquín Reyes e Ingrid Czaika, pero lo que es seguro es que Iniesta tiene su fuente bien asegurada, por lo que su colección puede crecer y bastante...



En 2014 Iniesta compartió por twitter una foto en la que anunciaba que había conseguido una de las cajas míticas de Playmobil: el circo Romani (3720).


   Esperemos que algún día nos enseñe más de su colección, pues nos ha dejado ya con la curiosidad. Le mandamos igualmente un abrazo a Iniesta como coleccionistas de Playmobil y apoyando tanto el fútbol español como esta otra gran aficción, deseando que esa enorme colección siga creciendo.



miércoles, 22 de marzo de 2017

Grandes coleccionistas: Ingrid Czaika


  Hace ya tiempo que quería hablar de la que es "oficialmente" la mayor coleccionista de Playmobil de Alemania: Ingrid Czaika


Primero, me sorprendió que este rango lo ejerciera una mujer, aunque hay que tener en cuenta que el coleccionismo de Playmobil en el país que los vio nacer es mayor que en el nuestro. Segundo, la simpatía y naturalidad con la que Ingrid hablaba de su afición en este vídeo (aunque no nos enteremos de nada; yo de alemán solo sé "hola", "adiós", "gracias", "por favor" y pocas palabras más...), que creo que ya puse en MOP:


Ingrid es pianista, cantante y directora de orquesta. Ejemplo vivo de la enorme afición y talento de los centroeuropeos por la música. Curiosamente visité la ciudad donde reside: la bella Füssen, en Baviera, no lejos del castillo de Neuswanstein, del que ya hablé. De haberlo sabido, quizá me hubiese mostrado su enorme colección que, como veis en el vídeo, ocupa varias habitaciones de la casa. Como curiosidad, decir también que Füssen posee el belén más antiguo del mundo (siglo XIII), pero,como lo de Ingrid, me enteré después.

Me deja alucinado esa ciudad decimonónica donde combina casas victorianas con medievales, con esos soldados haciendo guardia, las estancias de las casas con tantos pisos... Y cómo limpia su colección con sumo cuidado, tirando de cepillo de dientes (como debería hacer yo...).
Toda una vida acumulando estas cajas azules que nos vuelven locos. Las de Ingrid no descansan precisamente en desvanes, sótanos o garajes. Están ahí, ganándose cada día la admiración de su coleccionista y de sus visitas. Y además la de la televisión alemana, que le dedicó este reportaje.
Y no es para menos, al contemplar todas las creaciones que ha hecho ella misma, en estos 39 años. Solo hace falta ver esa iglesia con altar y todo, el rey Luis II el Loco de Baviera en compañía de su prima la emperatriz Sissi, o esa sala de conciertos de elegante escenario.

Creo que el entusiasmo de esta alemana es el entusiasmo de todos los que coleccionamos Playmobil desde que tenemos uso de razón. Ese entusiasmo que nos lanza a imaginar mundos, a no dejar de ser aquellos niños que fuimos, a rememorar la historia, a vivir esta gran aficción.


GLÜCKWÜNSCHE,   INGRID!

martes, 21 de marzo de 2017

Grandes coleccionistas: Joaquín Reyes

   Todos conocemos al gran Joaquín Reyes por sus desternillantes monólogos, programas, secciones, etc. Es sin duda uno de los humoristas que más ha revolucionado el mundo del humor en España en los últimos años, junto con Jose Mota y Goyo Jiménez. Todos nos reímos con sus Celebrities (¡Ahí va qué chorrazo!).  Nadie ha sabido captar la esencia y lo más destacado de cada personaje, por donde desfilaron Ferrán Adriá, Arturo Pérez-Reverte o Macauly Culkin, entre otros...

  Yo pude conocerlo personalmente en el 5º encuentro tintinófilo de 2014 en Madrid (nos tuvo esperándole una horita...), donde, además de recibir el premio al tintinófilo del año, nos ofreció a todos su visión improvisada sobre Tintín y su mundo. Decididamente, Joaquín es un genio de la improvisación.




Pero Joaquín no solo comparte conmigo su pasión por Tintín: es también un coleccionista de Playmobil declarado. En una entrevista, el humorista manchego contó que no solo es aficionado a los clicks (como su generación los llama, yo ya soy de Playmobil a secas jaja es lo que tenemos los que derribamos el muro de Berlín...) desde que era pequeño, sino que celebró su boda con una tarta nupcial decorada con estas figuras . No hay foto ni él la ha mostrado, pero merecería la pena verla.



   Joaquín habló de esta afición a los Playmobil precisamente como un ejemplo de lo que para él suponía hacerse mayor. Y he aquí otra cosa que me sorprende de él: su capacidad para ser terriblemente sincero, aun metiendo entre medias sus coñas habituales (e inevitables para él). Joaquín contaba que hay muchas formas de hacerse mayor y muchas formas de darse cuenta. Pero para él fue el empezar a ganar dinero, dinero con el que, tal como declaró, podía dedicarse a las mismas cosas que siempre había hecho, solo que de modo autosuficiente. Y ponía como ejemplo los Playmobil. Es decir, poder comprarse todos los que de pequeño no pudo. Sé que este reto es también el mío y el de muchos otros coleccionistas.




jueves, 16 de marzo de 2017

Sobres sorpresa serie 11 chicas

  Si hablamos de la serie 11 de chicos había que sacar la de chicas. Si en la otra entrada ponía la pega de tener que rastrear sobres, aquí comento igual, sumando además que las figuras femeninas de Playmobil que me interesan son precisamente las de las mismas épocas que las masculinas. Una vez comentado esto, aquí están:







 Como en el caso de los chicos, esta serie 11 viene con figuras interesantes en las chicas. Como ya he dicho, esta serie 11 ha destacado más por la imaginación, cosa que es para aplaudir. Aquí el vídeo correspondiente como en el otro:



-Bávara: o tirolesa o suiza, me vendría bien para mis bávaros. Únicamente los ojos me chocan un poco. El tema de los Alpes me parece uno de los más entrañables de Playmobil y con buenas posibilidades. Por lo pronto, mis bávaros celebraron el año pasado su Oktoberfest.

-Mujer-flor: una figura realmente rara. Hasta tiene los ojos cerrados... No le veo uso, a no ser que sea para una representación escolar. Pero bueno, alguna niña le sacará partido quizá.

-Elfa: está clarísimo en quién está inspirada, la bella (y licencia) elfa Tauriel de El hobbit.

-Princesa árabe: la típica odalisca del romanticismo. parecida a la Jazmin de Aladdin.  Me llama la atención que incluyan tela.

-Hippy: una figura super-simpática. Para mí equivale al gnomo de los chicos por su originalidad y simpatía. Quitando los ojos, me parece una figura muy lograda y han sabido darle un buen uso alternativo a las pelucas y cintas piratas recientes. Sé de una amiga mía que se lanzará a por ella...

-Princesa de hielo 1: no sé cómo llamarla porque el caso es que hay otra en esta serie a la que he llamado princesa de hielo 2 porque las dos son claramente la reina Elsa de Frozen ¿Cómo puede haber dos figuras casi iguales en la misma serie? Pero todo tiene una explicación: simplemente... Frozen. La fiebre de esta peli sigue arrasando en tiendas y demás. Es la primera peli en años que ha logrado seguir siendo popular años después en merchandaising y demás (lleva ya 4). La última que había conseguido esto fue La bella y la bestia. Playmobil no podía perder la oportunidad y aquí está: una forma más de seguir atrayendo al público infantil femenino a la marca. 
La peli está bien, no se puede negar. Naturalmente, a mí me gustó sobre todo el tema de dibujos y efectos especiales (el hielo que aparece en toda la peli es impresionante y Olaf es un puntazo que se ha ganado un puesto entre los mejores personajes de Disney). Esta figura puede encajar muy bien en dioramas del tema Escandinavia, Rusia, cuentos, etc. 

-Princesa de hielo 2:  más parecida a Elsa, con la particularidad de que su cuerpo termina en... una cola de pez ¿Sirena del hielo? Está claro que lo que buscan es separar las dos partes del cuerpo por si se les antoja La sirenita...

-Mujer andina: quizá una de las figuras femeninas más curiosas que ha sacado Playmobil. Para empezar, es la primera figura humana dedicada a Suramérica. El realismo de esta mujer, que podría ser de Perú o Bolivia me llama especialmente la atención.

-Reina o princesa: más de lo mismo, nada nuevo...

-Amazona: no es la primera que saca Playmobil, pero es la más parecida a la amazona clásica decimonónica. Se le puede sacar partido para tema victoriano e incluso el París de los impresionistas. Tanto Manet como Degas pintaron a estas amazonas.

-Esquiadora de snowboard: una más del mundo del deporte.

-Bruja: de todas las brujas que ha sacado Playmobil para mí la más auténtica y genial sigue siendo la de la 3838:


 Así que esta otra es, pues eso, otra más.



Los vikingos atacan Asturias VII

  Gundar lleva a Rurik ante el preciado tesoro. El jarl ha venido acrecentándolo con el botín de cada campaña. Ante los asombrados ojos del joven Rurik aparecen cetros, cofres, crucifijos, bandejas, cálices, monedas, piedras preciosas y soberbias piezas de orfebrería forjadas en Inglaterra, Germania y Francia. 



  Para un vikingo lo más importante es el honor... pero el suyo, no el de los demás. Por eso, no importan las muertes por el camino, segadas para conseguir ese botín. Bien lo saben los monjes de Lindisfarne y otros monasterios ingleses. Bien lo saben las aldeas de la costa francesa y flamenca ¡Y lo que les espera todavía! El famoso Ragnar Lodbrok todavía sigue saqueando en esos terribles tiempos. Pronto, los daneses llegarán hasta el Mediterráneo y llegarán a fundar un reino en Sicilia, tan distinta de sus fríos fiordos, aunque todo esto Gundar todavía no lo sabe.


  Rurik consulta a su padre por cada pieza y Gundar cuenta orgulloso cómo las consiguió ¡Clase de educación para la ciudadanía, historia y geografía todo junto, a la vikinga! 
   Rurik sueña despierto al escuchar a su padre ¡Cómo le gustaría partir cráneos con un hacha y reunir el botín ante sus leales! ¿Qué importa que su espada sea ahora de madera? Como Thor viajando al país de los gigantes, como Sigfrido luchando contra el dragón, como Tyr enfrentándose al terrible lobo Fenrir, también Rurik quiere lanzarse en busca de aventuras.

Los vikingos atacan Asturias VI

   Desde que viajé al valle del Rin el verano pasado, empecé a interesarme por la saga de los Nibelungos, la gran epopeya germano-nórdica que inspiró historias como El señor de los anillos o nuestra leyenda de Los 7 infantes de Lara. En mi anterior viaje a Alemania en 2014 ya había comprobado la importancia que tiene esta epopeya para la nación alemana, como así lo demuestran los impresionantes murales del castillo de Neuswanstein en Baviera (sí, el de los puzzles). De regreso a España compré el libro. Es bastante denso, así que lo voy leyendo "de a pocos", como dice Jose Mota. 



    El caso es que tanto en la saga de los Nibelungos como en otras historias germánicas y vikingas, siempre se destaca la enorme importancia que los vikingos daban a la posesión de un tesoro. Recordemos la saga del héroe sajón Beowulf o incluso el tesoro de los enanos de El hobbit. El prestigio de un vikingo se medía no solo por su valor y hazañas, sino también por la posesión de un tesoro, parte imprescindible si querían tener un buen C.V. (en aquellos tiempos ese C.V. no incluía tener un C1 de inglés, a Odín gracias...). 


 El tesoro cumple un papel esencial en la saga de los Nibelungos. En el capítulo 2 se lee que en un festín que ofrecieron los padres de Sigfrido "correspondió a la reina Sigelinda hacer donaciones de oro rojo por su hijo". Lo más seguro es que ese "oro rojo" fuese cobre. Como señala José Miguel Mínguez Sender, traductor de esta edición (Alianza, 2016), esto indica que "Sigfrido, antes de su mayoría de edad, ya era dueño de su tesoro".
    Lo mismo sucede con el episodio del dragón, la escena más famosa del cantar, en el que Sigfrido tiene que luchar contra el dragón Fafner para arrebatarle el tesoro de los Nibelungos. Aquí estamos ante un punto más que interesante para analizar:




  Fafner es el guardián del tesoro. Él, un enano anteriormente, había sido convertido en dragón por su avaricia. La imagen del dragón como guardián de un tesoro pasará a los cuentos (El niño afortunado, Las plumas del dragón...), todos ellos herederos de Fafner; lo mismo que Smaug en El hobbit e incluso el insufrible Eustache de Las crónicas de Narnia 3, que por su codicia al intentar robar un tesoro queda convertido en dragón. No hay nada nuevo bajo el sol... 
   Pero el dragón como guardián (o bien la serpiente) está presente curiosamente en TODAS las culturas del mundo, desde Rusia hasta Japón. A veces, la historia presenta muchas lagunas en nuestro remoto pasado, lagunas que quizá solo estas historias y símbolos podrán ofrecer la clave algún día...




  El tesoro juega un tercer papel en los Nibelungos cuando el personaje de Hagen lo arroja al río Rin. Desde entonces, los alemanes alabaron a este río como padre espiritual de Alemania y su dorado resplandor. Realmente es un espectáculo contemplar el Rin, con sus orillas llenas de castillos, bosques y viñedos, sobre todo desde el monumento al II Reich que se alza sobre la preciosa (visita obligada) ciudad de Rudesheim.
   Playmobil ha tomado buena nota de ese prestigio del tesoro en lo germánico-nórdico, no podía ser de otro modo. Tanto en las referencias 3137 como en la 5003, 3152 y 5371 aparece un tesoro como parte de las piezas de los vikingos: