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domingo, 4 de febrero de 2024

Preste Juan

   El Preste Juan es sin duda uno de los personajes más enigmáticos del imaginario medieval. Su leyenda se difundió desde el siglo XII. Muchos fueron los que creyeron en su existencia y soñaron con su magnífico reino. Pero ¿dónde empieza la leyenda y dónde la verdad? ¿Cuándo hizo su aparición este misterioso personaje?


  Todo se remonta al siglo XII con el obispo y cronista Otto de Freising, nieto del emperador Enrique IV de Alemania. Otto coincidió en Viterbo, en la corte del papa Eugenio III, que por aquel entonces se había instalado allí por conflictos con la ciudad de Roma, con el obispo Hugo de Biblos (en el actual Líbano). Este se encontraba en Viterbo para solicitar la ayuda de Occidente tras la caída de Edesa en manos sarracenas. 
    Hugo habló acerca de un rey y sacerdote llamado Juan, que era un cristiano nestoriano. Esta doctrina consideraba las dos personalidades de Cristo, divina y humana, estrictamente separadas. Según Hugo, este rey Juan había derrotado a los persas en algún lugar de Asia y se presentaba a Occidente para prestar su ayuda en las Cruzadas. Hugo contó, además, que el tal Juan era descendiente de los Reyes Magos, que habrían sido bautizados por Santo Tomás el apóstol cuando predicó en la India (tradición que proviene del siglo III, cuando aparecieron los Hechos de Tomás). Otto se sorprendió mucho de la existencia de este rey y trató de que se tuviese en cuenta a este inesperado aliado en Oriente para la causa de los cruzados. Gracias a Otto, que recogió por primera vez la mención al Preste Juan ("preste" de "presbítero", sacerdote), tenemos noticia de este personaje.
    Años más tarde, el emperador Federico I Barbarroja, el papa Alejandro III y el emperador bizantino Manuel I, recibieron tres cartas idénticas firmadas por el Preste Juan. Solo se ha conservado la dirigida a Manuel I. Dice así:

 "Yo, Presbítero Juan, señor de señores, excedo a todos los que viven bajo el cielo en virtud, riqueza y poder. Setenta y dos reyes nos rinden tributo, nuestra Majestad gobierna en las tres Indias y nuestras tierras se extienden hasta el confín indio".

  La carta continúa contando las maravillas que tiene su reino: elefantes, dromedarios, grifos, lamias, el ave fénix, cíclopes, etc. Palacios de oro y piedras preciosas. Cuenta también que posee un espejo en el que puede controlar lo que sucede en su reino, del cual, para poder ser recorrido entero, harían falta cuatro meses.



    La noticia de la existencia de este soberano y tan fabuloso reino en Oriente hizo brotar las esperanzas en Occidente de una victoria en Tierra Santa y de soñar con esas maravillas. La imaginación europea fue creciendo y formando la imagen que los occidentales tenían de la India. Esta, junto con China y, por extensión, Tartaria (una vasta tierra indeterminada desde el mar Caspio), eran un todo: todas ellas formaban Oriente en la imaginación de los europeos medievales. Y, en ese Oriente, reinaba el Preste Juan. Se incluirán en su reino los cinocéfalos: los humanos con cabeza de perro, ya mencionados por los griegos y situados muy al este. Exactamente igual que los grifos y las amazonas.  También se incluirá en el reino del Preste Juan la famosa Fuente de la Eterna Juventud. Todo lo extraordinario y exótico para aquellas gentes estaba siempre situado fuera del mundo conocido.



    Y como en la mente de los europeos medievales al hablar de Oriente había que hablar a la fuerza del Paraíso, este se encontraba también en aquellos dominios.
    Un relato anónimo contribuyó a hacer volar más la imaginación. Contaba la supuesta visita al papa Calixto II en Roma de un tal Juan, patriarca de la India. Este Juan describía así sus dominios:

"Una ciudad de anchísimas murallas rodeada por un lago y con una montaña a su lado, en cuya cima se encuentra la iglesia de Santo Tomás. Cerca pasa un río que nacería en el Paraíso".

 El relato continúa contando que en determinada época del año las aguas del lago descienden y dan paso a un santuario llevado por una procesión que porta un recipiente donde se encuentra el cuerpo del apóstol. Se dice que el propio apóstol cobra vida y reparte hostias consagradas entre la multitud.
    En el siglo XIII, el caballero-trovador Wolfram von Eschenbach añade una pieza más a la leyenda en su Parsifal. La imagen de una iglesia en una montaña en un lago, que albergaba un recipiente, solo podía ser el lugar que albergase el Santo Grial. Así, el Preste Juan pasó a ser el custodio del Grial, según Eschenbach, quien lo convirtió en hijo de la Doncella del Grial que Chretién de Troyes recoge en su Cuento del Grial.
  También en el siglo XIII, el obispo Jacques de Vitry cuenta que un tal rey David de la India, descendiente del Preste Juan, había derrotado a los sarracenos y que avanzaba hacia Bagdad. Las esperanzas de recuperar Jerusalén aumentaron tras esta noticia.
  Y de nuevo en el siglo XIII, con el viaje de Marco Polo a China, se amplían las noticias sobre el Preste Juan. Polo no dice haberlo conocido, pero sí lo menciona en su Libro de las Maravillas:

"Y cuando Gengis Khan hubo reunido tan gran multitud de gentes que cubrían el mundo entero, se dijo que quería conquistar gran parte del mundo. Entonces envía mensajeros a Uncán, es decir, hablando a nuestro modo, al Preste Juan, sabiendo realmente que éste no prestaría atención a su demanda".

 Polo cuenta que el célebre conquistador mongol no solo derrotó al Preste Juan, sino que además le dio muerte. Más adelante, en otro pasaje del libro, vuelve a mencionarlo:

"Este Rey de Oro era súbdito de Uncán, del que más arriba hemos dicho que se llamaba Preste Juan, pero en su arrogancia y orgullo se rebeló contra él; y estaba en una plaza tan fuerte que el Preste Juan no podía tomarlo por asalto ni reducirlo, y por eso sentía gran cólera".

Es decir, que la imagen que se tenía del Preste Juan en Occidente era esta...


... pero, en realidad, el verdadero Preste Juan era así:



    
  Estos datos proporcionados por el viajero veneciano coinciden con un momento de crisis en las Cruzadas. La octava y última cruzada tuvo lugar en ese tiempo, por lo que el personaje del Preste Juan ya no era visto como un aliado que podría ayudar a los cruzados. 
   Con estos datos, la imagen del Preste Juan varió y las noticias de la crisis del imperio mongol llevó a pensar que quizá nunca hubo un rey cristiano en Asia Central. Así, el Preste Juan quedó desplazado al sur, a la India, uniéndolo de nuevo con la idea de los cristianos nestorianos que vivían en el subcontinente. En el siglo XIV aparece una obra anónima titulada Los viajes de Sir John Mandeville, donde se narra el fabuloso viaje de un caballero inglés a Oriente. En él se recupera la imagen exótica del Preste Juan de las tres cartas mencionadas, lo que indica que la figura del legendario rey-sacerdote había quedado como divertimento de la cultura popular.
   En el siglo XV, con la exploración llevada a cabo por los portugueses en África y el contacto con el reino cristiano de Abisinia (Etiopía), el Preste Juan entra de nuevo en escena. El negus (emperador) de Abisinia fue visto como el auténtico Preste Juan: un rey cristiano y vinculado con lo religioso por la creencia de que era descendiente del rey Salomón y la reina de Saba. Los cronistas europeos lo encajaron al volver su mirada a las "tres Indias" que mencionaban las cartas del siglo XII. Así, se identificó a Etiopía con la "Tercera India", por lo que el Preste Juan encajaba por fin en el mapa del mundo.


   Para las gentes del siglo XV la idea quedaba cerrada. Pero ¿qué podemos rastrear de historia en toda esta leyenda?

1. La idea de un rey y sacerdote ("Rex et Sacerdos"), que proviene de la figura de Melquisedec en el Génesis (y que, de acuerdo con la teología, Cristo representaría), fue impulsada en buena parte de la historia política de la Edad Media. Tanto el papa como el emperador del Sacro Imperio lucharon por tener ambos poderes. Así, la idea de que un personaje, aunque fuese al otro lado del mundo, los reunía, no hizo sino seducir más a Occidente.

2. Las noticias aportadas por el obispo Hugo corresponderían a un episodio histórico: la victoria del kan mongol Ye Liu Dashi sobre el sultán del Imperio Selyúcida en Samarkanda en 1141. La idea de que los sarracenos habían sido derrotados por otro enemigo tenía que animar a la fuerza a los cristianos. Ye Liu Dashi no era cristiano, sino budista, aunque tenía muchos nestorianos entre sus súbditos. Pero para los cristianos de Occidente, un rey no musulmán que derrotara a los musulmanes tenía que ser a la fuerza cristiano, pues nada se sabía del budismo en Europa por aquel entonces.

3. El tal David de la India, del que habla Jacques de Vitry, no es otro que el mismísimo Gengis Khan, pues no hay otro líder militar que hubiese llevado a cabo tales conquistas en esa época. Así, para los cristianos de aquel tiempo, el Preste Juan era una mezcla de dos kanes mongoles. Además, el término "kan" aparece a veces como "jan", de donde pudo haber surgido "Juan".

4. El relato de Marco Polo sobre la derrota y muerte del Preste Juan por Gengis Khan corresponde al enfrentamiento entre Ong Khan y el conquistador mongol. De ahí que Polo diga que el nombre nativo del Preste Juan es "Uncán". Este caudillo era cristiano nestoriano, por lo que encaja en el perfil del legendario rey. En cuanto al Rey de Oro, suponemos que sería algún otro señor o caudillo derrotado por Ong Khan.

5. La mezcla de esos tres caudillos mongoles hicieron aumentar la imaginación de los europeos, unida a la imagen de la India como el lugar al que el apóstol Tomás fue a predicar, como indicamos. De este modo, se unían dos elementos no musulmanes en Oriente: la existencia de los kanes mongoles y los cristianos nestorianos de la India.

6. La leyenda jugó con otra posibilidad: la de que el Preste Juan no fuese otro que el apóstol Juan. Esta idea se apoyaba en el capítulo 21 del Evangelio de San Juan:

"Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? 21 Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de este? 22 Jesús le dijo: si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Sígueme tú. 23 Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?"

 Así, para algunos teólogos este pasaje indicaba que San Juan habría permanecido vivo durante siglos.

7. La imagen que se describe del maravilloso reino del Preste Juan es una mezcla de informaciones sesgadas sobre la India y Oriente unidas a la mitología grecorromana de todo aquello que se situaría fuera del mundo conocido (amazonas, grifos, cinocéfalos...) y a la Biblia (Paraíso). Exactamente lo mismo que se describe en los fantásticos viajes de San Brandán y San Amaro. En cuanto al espejo del Preste Juan, no está lejos de otros espejos de la literatura medieval, como el de Blancanieves. Y no deja de ser curioso el parecido de aquel espejo con un ordenador o una pizarra digital.

  Todo esto arrojaría luz sobre el origen del Preste Juan. Pero, de un modo o de otro, este misterioso personaje seguirá haciendo volar la imaginación.






 

miércoles, 31 de enero de 2024

Perceval y el Grial IV

    Perceval cabalga alegremente hacia Camelot. Un día, en un claro del bosque, encuentra una tienda de campaña:



  El joven galés descabalga y se acerca con curiosidad a la tienda:




 Dentro descubre a una hermosa doncella:
-¿Qué hacéis aquí? ¡Marchaos!
-Hermosa doncella, soy Perceval el Galés y he venido a rescataros.
-¿Rescatarme? Debéis estar loco. No me hallo prisionera. Marchaos, os lo ruego. Mi prometido regresará enseguida.


 -He dicho que he venido a rescataros. Así que debéis entregarme vuestro anillo y concederme un beso.
-¿Pero qué decís? ¿Habéis perdido el juicio? Ya os he dicho que no estoy prisionera y que estoy prometida ¡Salid inmediatamente de mi tienda!


  Pero al igual que no sabe nada de la guerra, Perceval tampoco entiende de compromisos. La doncella intenta empujarlo hacia fuera, pero Perceval agarra sus muñecas.
-Mi madre me ha encargado que pida vuestro anillo y un beso.
  La doncella va a gritar de nuevo, pero rápidamente Perceval la besa en los labios con emoción. Y con la misma rapidez, le roba el anillo del dedo.


 -¡Gracias, dulce doncella! Vuestro anillo y vuestro beso serán mi primer trofeo como caballero! Guardad siempre el recuerdo de Perceval el Galés.
 -¡Cómo os atrevéis, ladrón, criminal! ¡Tened por seguro que mi prometido os perseguirá! ¡Devolvedme mi anillo!



  Pero Perceval se aleja ya feliz, a lomos de su caballo, mientras la doncella grita a sus espaldas:








jueves, 25 de enero de 2024

La heráldica de Playmobil XXVIII

  En esta ocasión presento el escudo de la referencia que, en mi opinión, marcó el paso de la Edad Media realista (e historicista) de Playmobil a una Edad Media fantástica, en la que todavía se encuentra. Me refiero al caballero fantástico special 4586:

     Mi teoría, y lo he comentado varias veces, es que los special son como una plataforma que tiene Playmobil para probar tal o cual tema. Por ejemplo, los romanos y los vikingos salieron antes en special que como temática. También es verdad que los mosqueteros solamente han aparecido en special y no como temática, pero la esperanza no se pierde... 
    Por eso, creo que este guerrero fantástico vino a ensayar la temática medieval-fantástica que llegaría unos años después. Mi primer pensamiento al ver este caballero fue el recuerdo de Excalibur, donde aparecían unos yelmos y armaduras que marcarían parte del medievo fantástico en el cine y por extensión en todo el mundo de la ficción. Aquí, la armadura y yelmo del rey Arturo en la película:





Y el yelmo de su padre, el rey Uther:




  El propio guerrero de este special tiene aspecto fiero y hasta llevaba coleta, rozando más bien el subgénero de espada y brujería. Sea como sea, el escudo de este caballero es bastante vistoso, y a diferencia de su portador, sí podemos encajarlo directamente en la Edad Media histórica y no en la fantástica. Es un escudo de torneo con dos dragones rampantes de sinople sobre campo de sable. En este caso más que dragones son guivernos: dragones de dos patas o a veces ninguna, muy habituales en heráldica, especialmente en Inglaterra. A la hora de hablar de guivernos, se suele recurrir a este cuadro de Paolo Ucello de San Jorge contra el dragón (algún día tendré que dedicarle una entrada a esta leyenda medieval tan emocionante y trascendente):




Aquí vemos el guiverno que al parecer era el estandarte del reino sajón de Wessex (ni Wikipedia está segura...):



Y como tenantes del escudo de los duques de Marlborough, el del célebre Mambrú se fue a la guerra y antepasados de Winston Churchill:





domingo, 29 de octubre de 2023

Perceval y el Grial III


 Cuando los caballeros de la Tabla Redonda se alejan, Perceval regresa junto a su madre:

-¡Madre, madre! He encontrado a unos caballeros en el bosque. Los tomé por ángeles, pero ellos me han dicho que son caballeros del rey Arturo.


  La madre de Perceval se horroriza al escuchar esto. Ella había criado a su hijo con el propósito de que no conociese otra cosa que el campo, el bosque y la caza. Tras haber perdido a dos hijos en la guerra, había intentado todo este tiempo que Perceval se mantuviese alejado de todo lo que tuviese que ver con caballeros y batallas.



  El muchacho le relata toda su admiración por aquellos caballeros y su deseo de unirse a aquella extraordinaria hermandad de la Tabla Redonda. Sí, desea partir hacia Camelot y convertirse en caballero.


  Su madre se entristece y le prohíbe que parta para alcanzar su sueño. Perceval insiste, pero ella se niega. El muchacho insiste sin descanso durante días, semanas. Y finalmente, la madre, a su pesar, le permite partir.


  Con lágrimas en los ojos, despide a su hijo. Perceval no ha tomado más equipaje que su querido venablo. Su madre le da unos valiosos consejos:
-Sé prudente. Sirve con honor al buen rey Arturo. Nunca hagas preguntas, aunque no comprendas nada de lo que veas. Defiende a los débiles y rescata a las doncellas en peligro. A cambio, ellas te darán un beso y te entregarán un anillo.


  Perceval promete cumplir con todo ello y parte de inmediato. Se despide de su madre alegremente. Ella se queda llorando desconsolada mientras el joven galés parte hacia Camelot.





domingo, 19 de marzo de 2023

Los Nueve de la Fama

 
    Durante la Baja Edad Media se extendió entre la nobleza europea la costumbre de rendir homenaje a los llamados Nueve de la Fama. Se trataba de una agrupación de nueve figuras provenientes de la historia, la Biblia y la mitología, que encarnaban el ideal de la caballería. 
    Aquí podemos verlos representados en el castillo de la Manta, en el noroeste de Italia:


En el ayuntamiento de Colonia:



O en el castillo de Belves (Francia), pueblo que visité recientemente:


    Naturalmente, los Nueve de la Fama eran representados con indumentarias bajomedievales. Pero aquí los he recreado con sus indumentarias históricas (de cada época a la que pertenecen). Los Nueve de la Fama se distribuyen en tres grupos: tres paganos, tres bíblicos (judíos) y tres cristianos. 
    En primer lugar, los tres paganos. De izquierda a derecha: Héctor, el héroe de Troya; Alejandro Magno, y Julio César.


    A continuación, los tres bíblicos. De izquierda a derecha: Josué, caudillo de Israel y sucesor de Moisés; el rey David, segundo rey de Israel, y Judas Macabeo, el caudillo judío que lideró la revuelta contra los seléucidas.


    A continuación, los tres cristianos. De izquierda a derecha: el rey Arturo, Carlomagno, y Godofredo de Bouillon, el conquistador de Jerusalén en la Primera Cruzada. Debería haberlo representado con la cruz de la Orden del Santo Sepulcro, fundada por él, pero no existe de Playmobil (solo en versión custom). O quizá con la corona de espinas, por la frase que pronunció al renunciar a la corona de Jerusalén: "No llevaré una corona de oro donde Cristo llevó una de espinas".


domingo, 20 de noviembre de 2022

En busca del rey Arturo histórico (IX)

  El rey Arturo histórico ha de tener también una reina Ginebra a su lado. La Ginebra histórica no puede lucirse en los lujosos salones del Camelot legendario, así que tendrá que conformarse con la fortaleza de piedra y madera de Cambria: la Gales de los siglos V-VI:


     Esta Ginebra de Playmobil está inspirada en la Ginebra que interpretó Lena Headey en la miniserie Merlín (1998):




Aunque Ginebra será siempre para mí Cherie Lunghi en Excalibur (1981):


    En las leyendas artúricas, Ginebra es hija del rey Leodegrance de Cameliard. Bernard Cornwell hace a Ginebra hija del rey Leodagán de Llenys, en el norte de Gales, en sus Crónicas del señor de la guerra. En ellas, Ginebra aparece como una princesa frívola, amante del lujo y devota de la diosa Isis. En la tercera entrega de la trilogía, el personaje tiene una evidente redención.
    En los primeros poemas galeses en los que se habla de Arturo, Ginebra aparece como "Gwenhwyfar" y en ella hay atributos de diosas celtas.
    Ginebra, como esposa de un dux bellorum, tiene algunas comodidades en esta fortaleza, aunque como el resto de sus habitantes debe estar también en guardia en aquellos tiempos oscuros:










jueves, 10 de noviembre de 2022

En busca del rey Arturo histórico (VIII)

  Volvemos a la búsqueda del rey Arturo histórico para ver más vistas de ese Camelot britano-romano, el Caerleon de Gales. La sede de gobierno de Arturo, el dux bellorum:


    Hay muy buenas reconstrucciones de cómo eran aquellas fortalezas que en aquellos convulsos siglos V y VI en la Britania post-romana proliferaron para resistir a los invasores anglos, jutos y sajones:


   Me sigue llamando la atención la reconstrucción de la hipotética Caerleon/Camelot que hizo Rouge en Los héroes caballeros:








    Esa combinación de edificios de piedra (edificios romanos reutilizados) y madera (para reforzar las defensas y partes arruinadas) me parece espectacular, sumado a la nieve. Enseguida me vino a la mente la fortaleza de Vindobona en La caída del imperio romano. Fortaleza cuyos decorados se instalaron en España. Y mirando los fotogramas de la película no me extrañaría que Rouge se inspirara en ella:




    Las puertas de Camelot se abren para recibir a uno de los caballeros de Arturo:













miércoles, 7 de septiembre de 2022

La sombra del rey Arturo

   En entradas anteriores hemos hablado del rey Arturo histórico. El que fuera un dux bellorum, un señor de la guerra romano-britano del siglo VI, tal como podemos extraer de las fuentes medievales, se convirtió más tarde en el legendario rey que todos conocemos. Pero de un modo o de otro, por muy señor de la guerra que solo fuese, tuvo que destacar de modo asombroso entre los ingleses para haber trascendido tanto. Arturo tuvo que destacar por algo más que liderar la lucha de resistencia contra los invasores sajones. Su liderazgo tuvo que ser esencial para otorgar una identidad a los romano-britanos huérfanos de Roma y huérfanos, al mismo tiempo, de la Britania ancestral. Algo que forjó también la identidad de los ingleses que les sucedieron en los siglos posteriores.


   En otras palabras: si Arturo no fue oficialmente rey, sí tuvo que serlo a los ojos de las gentes de aquella época remota. Si tras la marcha de los romanos Britania estaba dividida en reinos, algo hubo que los unió: una guerra contra el invasor. Una guerra liderada por un caudillo: Arturo. Por eso, si Arturo lideró la guerra, con esa misma acción ya lideró Britania.
  Dicen que el rey Arturo no fue más que un caudillo idealizado. Pero tengamos en cuenta otra cosa: solo se idealizan las cosas buenas. Idealizar es poner a 300 algo que ya está a 100. Por eso, algo extraordinario tuvo que ser Arturo para ser puesto en tal pedestal.

  El rey Arturo es un personaje fundamental de mi infancia. Mi pasión por la Edad Media se la debo en parte a él. Y a Merlín el encantador (1963) le debo mi descubrimiento de Arturo:


  A través de esta película empecé, aun siendo muy pequeño, a interesarme por la historia de Inglaterra, junto con Astérix en Bretaña y Robin Hood (1973). Mi madre, profesora de inglés, y que además vivió un tiempo en Londres, al ver mi interés, me contó historias de aquellos tiempos: de Robin Hood, de Ricardo Corazón de León, de Guillermo el Conquistador, de la Torre de Londres, etc. En mi mente, iba ordenando (e imaginando) todo aquello, junto con los libros de Viaje por el corazón de la Edad Media y El castillo, además de Playmobil (¡por supuesto!), visitas a castillos en ruinas... Así, situé al rey Arturo, no solo como a un gran rey guerrero, señor de una corte fantástica de caballeros y doncellas, sino como el primer rey de Inglaterra. Todos los reyes de Inglaterra serían, por lo tanto, herederos de él.
  La pregunta es: ¿creen también esto los ingleses? La respuesta es: Sí. El recuerdo del rey Arturo ha seguido vivo a lo largo de la historia de Gran Bretaña.
  A finales del siglo XII, cuando la leyenda de Arturo era ya inmensamente popular, los reyes de la casa de Plantagenet necesitaban un símbolo que hiciese que su sangre normanda, despreciada por los anglo-sajones, les uniese a ellos. Y así, invocaron el recuerdo de Arturo, admirado por éstos, aunque fuese su enemigo en aquellos siglos oscuros en los que luchó contra ellos. Y así, aseguraron haber encontrado los restos de Arturo y Ginebra en la abadía de Glastonbury:


    Durante toda la Edad Media inglesa Arturo fue el emblema del rey perfecto. Se extendió la creencia de que cuando moría una persona honrada, que hubiese realizado grandes hazañas por el bien de la nación, su espíritu iba a reunirse directamente con el rey Arturo. Los reyes ingleses lo tuvieron como un espejo en el que mirarse, un modelo al que aspirar. En realidad, da la impresión de que todos los reyes de Inglaterra, hasta la actualidad, creyesen de algún modo que están ocupando de manera temporal el trono del rey Arturo.
    En Gales, la tierra de donde surgieron tanto Arturo como su leyenda, seguían creyendo en el regreso mesiánico de aquel rey. Creían que solo un galés podría volver a unir a Britania. El castillo de Caernarfon se convirtió en emblema de la profecía:


   Los Plantagenet creyeron en esta profecía en sus campañas para anexionar Gales y Escocia. La crisis llegó con la Guerra de las Dos Rosas y la profecía resurgió: solo un galés podría volver a unir a los britanos. Y ese galés fue Enrique VII. 
   Enrique VII creía tanto en la profecía, que al fin y al cabo le había otorgado el trono de Inglaterra, y admiraba tanto al rey Arturo que creía firmemente que él mismo era descendiente del gran rey. Por eso, llamó Arturo a su primogénito, con la esperanza de que fuese un símbolo para una nueva era de paz: si el rey Arturo construyó Britania, el nuevo Arturo sería el primero de la nueva era.



 Pero ¿sería entonces "Arturo II"? De ser así, se contaría al rey Arturo oficialmente como rey. Y si reinase como "Arturo I", entonces el legendario rey quedaba borrado. Nunca sabremos cómo habría reinado este Arturo Tudor, porque murió siendo todavía Príncipe de Gales.
  La profecía del regreso del rey Arturo siguió presente en los siglos posteriores. Recordemos por qué los cuervos de la Torre de Londres no pueden abandonar la fortaleza, en la creencia popular: porque la Corona se derrumbaría, el país sería invadido y porque uno de aquellos cuervos podría ser el propio Arturo.




   El siglo XIX, el Romanticismo, recuperó muchas de las leyendas artúricas y volvió su mirada a aquella asombrosa Edad Media. El poder alcanzado a nivel mundial por el Reino Unido en la era victoriana buscaba un emblema en el pasado: Arturo. Los artistas románticos y prerrafaelitas tuvieron en las leyendas artúricas un referente constante:




 La reina Victoria llamó Arturo a uno de sus hijos en recuerdo del legendario rey:


  



 Tampoco este Arturo llegó a reinar. En realidad, parece que ningún monarca lleva el nombre del fundador de su monarquía. Ningún papa ha elegido el nombre de Pedro (en realidad todos los papas son Pedro: "Tú eres Pedro"). Ningún rey de España ha recibido el nombre de Pelayo desde el siglo VIII. Si el rey Arturo fue el primer rey de Inglaterra, parece que no conviene que haya otro con ese nombre: el "rey que fue y que será" solo puede ser uno.
  A pesar de esto, el recuerdo del rey Arturo continuó como emblema de resistencia contra todo invasor. La reina Isabel II decidió que su heredero, el príncipe Carlos, llevase entre sus nombres el de Arturo. Si llega a reinar, podrá elegir el que desee de entre ellos. Los otros son Jorge y Felipe ¿Será "Carlos III", escogerá "Jorge VII" en honor a su abuelo o escogerá "Arturo I o II"?



   La sombra del rey Arturo sigue ahí, porque su difunta esposa, la princesa Diana, no quiso llamar a su primogénito "Arturo", como deseaba su padre. Lo llamó, en su lugar, Guillermo. La década de los ochenta, en la que nació el príncipe y actual duque de Cambridge, supuso un despertar del patriotismo británico. El cine, la literatura y en general la cultura popular inglesa volvieron a mirar a aquel rey del pasado como emblema de la grandeza de la nación. Era la década de Margaret Thatcher y la Guerra de las Malvinas y el "regreso" de Arturo no era casualidad. Sin embargo, la princesa de Gales rechazó ese nombre para su hijo.


  ¿Por qué? Quizá Lady Di quiso preservar el recuerdo del rey Arturo para que solo hubiese un Arturo en la historia de Inglaterra. Ella creció leyendo cuentos de hadas e historias románticas. Apartada de su madre, Diana odiaba a su madrastra y trabajaba como chica de la limpieza para su hermana. Así, la prensa tuvo el cuento de hadas que quiso promocionar hasta la saciedad. 



 Un cuento de hadas que se convirtió en tragedia. Diana tuvo seguramente entre sus lecturas las historias del rey Arturo, sin saber que acabaría como otro personaje artúrico: la Dama de Shalott. Quizá no sea casualidad que la princesa Diana fuese enterrada en una isla en un lago, igual que (según la otra leyenda, la de Avalon) el rey Arturo...
  Así, de un modo o de otro, la realeza, el pueblo llano y, en general toda la nación británica, mantiene vivo el recuerdo del rey Arturo. Para algunos, un simple atractivo turístico; para otros, un rey de un pasado remoto. Y para otros, el emblema de la grandeza de la nación.