viernes, 11 de abril de 2025

Cena de Pesaj

  Jerusalén se ha llenado para este Pesaj (la Pascua judía). El nazareno y sus apóstoles se han reunido para celebrar la cena de Pesaj.



No falta el cordero pascual, así como el pescado y el pan ácimo, tal como manda la tradición judía.


    Los discípulos están muy animados y celebran alegres el Pesaj. Judas sostiene la bolsa que el Sanedrín le ha pagado para entregar al nazareno. Muchos pensamientos pasan por su cabeza en estos momentos...

    El nazareno permanece muy serio. Entonces, toma la palabra: -Ardientemente he deseado celebrar este Pesaj con vosotros antes de padecer... Los discípulos le miran sorprendidos.


La sorpresa es mayor cuando el nazareno les dice:
-En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar.


Los discípulos se miran desconcertados.


Y preguntan: -¿Soy yo, maestro?


    Juan se atreve a preguntar: -Maestro, dinos, ¿Quién es? El nazareno responde:
-Aquel que ha metido la mano en el plato, ese me entregará. 
Justo entonces, Judas acaba de comer su pan.


    El nazareno le mira. Los discípulos no saben qué decir.
-Lo que tengas que hacer, hazlo pronto.-le dice el nazareno a Judas. Este se levanta y mira al que ha sido hasta ahora el hombre que tanto ha admirado. 



Judas se marcha. Los discípulos murmuran. El nazareno les dice:
-A donde yo voy, vosotros no podéis seguirme.
 Simón Pedro se vuelve al nazareno:
-Maestro, ¿a dónde vas? ¿Por qué no podemos seguirte ahora? Mi vida daré por ti.
-¿Tu vida, Pedro? En verdad te digo que antes de que cante el gallo me habrás negado tres veces.
    Simón Pedro se queda más sorprendido aún. 


    El nazareno bendice el pan, como es tradición en el Pesaj. Lo parte y se lo da a sus apóstoles:
-Tomad y comed, porque este es mi cuerpo.


    Los discípulos comen en silencio. Después, el nazareno toma el cáliz y dice:
-Tomad y bebed, porque esta es mi sangre. Sangre de la alianza, que será derramada por muchos para la remisión de los pecados.
A continuación, claramente emocionado, dice:
-En verdad os digo que no beberé del fruto de la vid hasta no haberlo bebido de nuevo con vosotros en el reino de mi padre.


    El nazareno toma de nuevo la palabra:
-Vosotros habéis sido mis amigos. Pues todas las cosas que de mi padre oí os las di a conocer. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado. Porque no hay mayor amor que el del que da la vida por sus amigos.
    Los discípulos están desconcertados. Hacen preguntas al nazareno. Y más tarde, se retiran al huerto de Getsemaní.


No hay comentarios:

Publicar un comentario