viernes, 29 de septiembre de 2017

Polonia


           El primer post de este regreso se lo dedico a Polonia, el país que visité estas vacaciones de verano. Recomendado por varios amigos y familiares, realmente he acertado visitando este precioso país de Centroeuropa (los polacos no se consideran a sí mismos Europa del este).



  Polonia es un país precioso, acogedor y super barato. Es enorme, por lo que lo mejor es intentar abarcar solo una parte. En mi caso, fui a lo más turístico: Malopolska ("Pequeña Polonia"), la región del sur y la más turística. Me instalé en su capital: Cracovia, la más bella de Polonia, pues se salvó de los destrozos de la II Guerra Mundial.


  Polonia es una mezcla de Rusia y Praga, tanto en su cultura, su arte, sus costumbres, su gastronomía, etc. Su apasionante historia brilla por sí misma: eternamente acosada por sus poderosos vecinos, destrozada, dividida y vuelta a unir. Su inquebrantable fe católica se puede sentir en todas las iglesias y en todas las edades: por todas partes te encuentras con el papa Juan Pablo II. Las huellas nazi y comunista se dejan ver también. Visitar Auschwitz, la fábrica de Schindler y el barrio judío de Cracovia es entrar en el drama del holocausto.




      Poco puedo abarcar en un post todo lo que se puede visitar y hacer en Polonia (y sin duda le dedicaré más entradas, pues este país me ha encantado). Por ahora, quisiera dedicar un poco al folklore polaco, elemento imprescindible siempre de un país para mí (las fotos siguientes ya no son mías).






    Los trajes polacos, como todos los eslavos, son muy coloridos y forman parte de la orgullosa identidad polaca ¿Cómo representarlos con Playmobil, pensé? Bueno, pues aquí están mis polacos:



Los gorros masculinos polacos son difíciles de plasmar, así que ¿por qué no tirar de los de piel? Después de todo, fueron comunes entre todos los eslavos.


      Así, tenemos unos campesinos polacos intemporales, pues la vida en el campo no varió mucho de una época a otra. El polaco de rojo lo he construido a partir del torso y las piernas de un mongol. Lo conseguí en una feria suelto y acabo de averiguar que es de la colección de Planeta de Agostini. El caso es que me ha venido genial. Me parece un torso muy chulo y quizá lo pueda usar en futuros proyectos sobre Laponia.



   La chica rubia con la corona de flores es muy polivalente. Proviene de los sobres sorpresa, aunque Playmobil nunca aclaró su nacionalidad. Por su traje y aspecto encaja perfectamente como polaca, rusa, alemana, suiza, austriaca, noruega, etc. Solo he tenido que cambiarle los brazos. Su traje es el que más se aproximaba al de las polacas.
En cuanto a los otros dos, no he hecho ningún retoque: son los de la 3632, una caja muy entrañable, comercializada a mediados de los 90 como zíngaros o músicos ambulantes. Formaron parte de los Merry Men de Robin Hood, aunque a mí siempre me han parecido muy eslavos.



DJIEN DOBRY, POLSKA!




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