miércoles, 10 de mayo de 2023

Krum de Bulgaria

 Paso de Varbitsa, Bulgaria, 811. Tras saquear Pliska, la capital búlgara por aquel entonces, el emperador Nicéforo I de Bizancio y sus tropas emprenden el regreso a Constantinopla. No saben que el rey Krum y su ejército les ha tendido una trampa en el paso: cerrar el acceso con empalizadas. Así, los búlgaros tienden una emboscada a los bizantinos:



Nicéforo y sus soldados son aplastados por sus feroces enemigos del norte:


El rey Krum contempla el campo de batalla. Su trampa ha surtido efecto:



    Resulta difícil componer a los guerreros búlgaros con Playmobil. Apenas tenemos imágenes de los búlgaros en el siglo IX. Su vestimenta recuerda a la de los rusos y los turcos, por lo que he usado cimitarras, cascos mongoles y gorros de piel. Y como en aquella época eran paganos, he sacado ese estandarte con cráneo de toro, que tanto ha aparecido en películas e ilustraciones sobre los bárbaros del este.
    Los búlgaros le muestran a Krum el cadáver de su rival:


    El emperador Nicéforo, que tan seguro se veía de su victoria, yace muerto en el campo de batalla. El imperio bizantino no había sufrido tan humillante derrota desde la batalla de Adrianópolis (378), donde el emperador Valente fue vencido por los visigodos.



    Krum manda cortar la cabeza de Nicéforo. Con su cráneo manda fabricar una copa con la que celebrar la victoria sobre los bizantinos:












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