Hoy 22 de noviembre, día de Santa Cecilia, patrona de los músicos, conmemoramos el 50 aniversario de la restauración de la monarquía en España. Ese mismo día de 1975, dos días después de la muerte de Franco, Don Juan Carlos de Borbón y Borbón era proclamado rey de España ante las Cortes con el nombre de Juan Carlos I.
En una España muy distinta a la de hoy, Don Juan Carlos se convertía oficialmente en rey, habiendo sido ya designado sucesor por el propio Franco seis años antes. El príncipe recibía la legitimidad del régimen, con las palabras del conde de Rodríguez de Valcárcel, presidente del Consejo de Regencia:
En nombre de las Cortes Españolas
y del Consejo del Reino,
manifestamos a la nación española
que queda proclamado rey de España
Don Juan Carlos de Borbón y Borbón,
que reinará con el nombre de Don Juan Carlos I.
Allí, junto a su esposa Doña Sofía y sus hijos Elena, Cristina y Felipe, y ante una corona ceremonial (pues en España no existe la coronación, a diferencia del Reino Unido) de su antepasado Carlos II (mal que le pese a Nieves Concostrina), el joven rey se presentaba ante la sociedad española y el mundo. Tenía el apoyo de las Cortes franquistas, pero necesitaba otras legitimidades: la de su propia dinastía, la de su pueblo (a nivel democrático) y la de la comunidad internacional.
Sobre esta última, el rey Juan Carlos había movilizado a sus contactos diplomáticos. A través de Manuel Prado y Colón de Carvajal, descendiente del almirante, consiguió que el entonces presidente de Francia, Valéry Giscard d'Estaing, desayunara con él la misma mañana de la proclamación como gesto de apoyo a su reinado.
Consiguió también que asistieran a la misa en los Jerónimos, que siguió a la ceremonia en las Cortes, el príncipe Felipe de Edimburgo y la princesa Gracia (Grace Kelly) de Mónaco, entre otros jefes de estado y de gobierno, como forma de ser acogido por la comunidad internacional.
Un año después, el rey Juan Carlos comenzaba a ganarse la legitimidad popular. Y para ello, inició la Transición española a la democracia. Apoyado por Adolfo Suárez y Torcuato Fernández-Miranda, el régimen procedía en aquel 1976 a hacerse el "hara-kiri" político: la aprobación de la ley de reforma democrática salía adelante. Fernández-Miranda aseguró al rey que esto no implicaba quedar como perjuro por haber jurado las leyes del Movimiento Nacional en su proclamación, pues "de la ley" se podía llegar "a la ley".
Llegaba la hora decisiva. La monarquía pasaba así de ser la continuadora del régimen franquista a convertirse en constitucional. Para ello, se convocaron las primeras elecciones a las Cortes constituyentes, con el triunfo de UCD, en 1977. Y en 1978 quedaba aprobada la Constitución. El nuevo régimen democrático comenzaba su andadura.
Legitimado ante el pueblo, solo quedaba la herencia histórica. Así, Don Juan de Borbón, conde de Barcelona, hijo y heredero de Alfonso XIII, el último rey que había reinado en España antes de la proclamación de la II república, decidió en 1977 entregar oficialmente sus derechos sucesorios a su hijo Juan Carlos I. Así, la restauración de la monarquía, de la línea que comenzó en Asturias con Don Pelayo, quedaba finalmente asentada.
Tras 39 años de reinado, Don Juan Carlos abdicó en 2014 en su hijo y heredero Felipe de Borbón y Grecia.
En esos 39 años España se convirtió en una de las grandes economías de Europa, vivió la entrada en la CEE y en la OTAN, las Olimpiadas de Barcelona y la Expo de Sevilla, la alternancia del PSOE al PP y viceversa, cambios en los modos de vida de los españoles, en los medios de comunicación; un mundial de fútbol celebrado en suelo español (1982) y otro con victoria española (2010), la entrada en la era digital, etc.
En aquel 2014, Felipe VI iniciaba su reinado con la legitimidad constitucional y la dinástica, ante su esposa Doña Letizia y sus hijas Leonor y Sofía, y proclamado por Jesús Posada, presidente del Congreso de los Diputados.
La restauración de la monarquía quedaba plasmada por la activación de la Ley de Sucesión. La larga lucha de Don Juan por aquella obtenía su fruto con la figura de Juan Carlos I. Hoy, en 2025, solamente podemos decir:
¡VIVA EL REY!








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