miércoles, 5 de abril de 2023

El sepulcro vacío

         Es el yom rishon (domingo), el primer día de la semana. Tras la muerte del nazareno, los discípulos se han escondido por miedo. Toda Jerusalén sigue comentando lo que vieron en el Gólgota aquella tarde: la muerte del nazareno, cómo el cielo se oscureció. Tras enterrar al nazareno, tres mujeres se dirigen a su sepulcro para embalsamar su cuerpo, tal como dicta la costumbre judía. Entre ellas va María de Magdala, que estuvo junto al nazareno y su madre hasta el final:


María y las otras mujeres llevan perfumes para ungir el cadáver. Cuando van acercándose al sepulcro, María les dice:
-¿Quién nos retirará la pesada losa de la entrada del sepulcro?


Pero cuando llegan al sepulcro se quedan sin habla: la losa está retirada a un lado de la entrada ¿Qué ha pasado?

Las mujeres se miran incrédulas. Entran en el monumento con temor y no pueden dar crédito a lo que ven sus ojos: ¡el sepulcro está vacío! Ahí solo están los lienzos y el sudario con los que cubrieron el cadáver del nazareno.


¿Qué ha pasado? ¿Alguien ha robado el cuerpo? Asustadas, María y las mujeres salen corriendo del monumento. Van a donde están los discípulos. 
-¡Han robado el cuerpo del maestro!-les dice María asustada.


Pedro se levanta asombrado y sale corriendo hacia el sepulcro, seguido por Juan. Al igual que las mujeres, ven la losa retirada:


Pedro y Juan entran en el sepulcro y contemplan los lienzos y el sudario:


No saben explicar qué ha pasado. Salen para avisar a los demás. Fuera, junto a la entrada, María llora.


Entonces oye una voz junto a ella:
-Mujer ¿por qué lloras?


María solloza y apenas mira a quien le habla. Cree que es el hortelano del huerto cercano:
-Se han llevado el cuerpo del maestro. Si tú sabes dónde está dímelo...
-María
Entonces mira y no puede creer lo que ve:
-¡Maestro!


El nazareno le sonríe y le dice:
-No me retengas, María, pues todavía no he subido a mi Padre. Pero ve a mis hermanos y diles que me has visto.



María no cabe en sí de asombro y de alegría: ¡el nazareno está vivo!

















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