Un hombre congrega a multitudes a orillas del río Jordán, en Judea. Para unos es un loco, para otros, un peligro. Y para otros, es el último de los profetas. Se llama Yohanan ben Zacariah, pero todos le llaman "el Bautista". Viste con pieles de camello y dicen que se alimenta de langostas y miel silvestre. Nadie sabe de dónde viene. Algunos dicen que se educó con los esenios, esa misteriosa comunidad de Qumran.
- Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos-dice a todos los que acuden a escucharle:
Algunos fariseos se acercan al Jordán e interrogan al Bautista:
-¿Eres tú el Mesías que ha de venir?
-No. -¡Yo soy la voz del que clama en el desierto!
Un día, el Bautista se detiene silencioso al ver acercarse a un hombre. El Bautista lo señala ¿Quién es?
-¿No debería ser yo el que fuera bautizado por ti?-le pregunta el Bautista.
-Ha de ser así, para cumplamos toda justicia.-responde el hombre.
Y el Bautista arroja el agua sobre ese hombre.
-Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
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