lunes, 16 de diciembre de 2019

Un rey está a punto de nacer VII

   José y María, tras no haber encontrado posada, se dirigen a las afueras de Belén, a un establo abandonado que les ha indicado el hijo del posadero. Aunque abandonado, hay un viejo buey que se resguarda del frío y la nieve:







José recuesta a María en el pesebre. El buey se sorprende de esta imprevista compañía. José instala a la mula a su lado. Hay algo de paja que estos animales podrán comer y que dará también algo de calor:




María respira con dificultad y cada vez más deprisa.
-Tengo que ir a buscar a una partera enseguida-dice José.
-Si no hemos encontrado una posada... tampoco encontraremos una partera... No, quédate aquí, José...
 María agarra con fuerza a su esposo mientras vienen las contusiones. José, nervioso, sujeta a María. No, ya es tarde para buscar a una partera en plena noche:


A medianoche, María da un largo suspiro. José sigue sujetándola, pero entonces oye una nueva voz: el Niño acaba de nacer. 
María sonríe al oír el llanto del recién nacido. Se recuesta aliviada en el pesebre. José respira también y mira al pequeño bebé. El buey y la mula parecen también asombrados ante el nacimiento. José, sonriendo, coge al Niño entre sus brazos y se lo pone a su madre en el regazo:
-Al fin ¡Alabado sea Dios!-dice José.
-Sí... Y qué niño tan hermoso... Se llamará Jesús:


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