París, 1314. El rey Felipe IV de Francia no puede hacer frente a la deuda de los préstamos de los templarios. Préstamos no solo por la crisis económica que vive el país galo, sino por la larga deuda del préstamo para pagar el rescate de su abuelo Luis IX. Incapaz de pagar la deuda, aconsejado por su entorno y envidioso de los bienes del Temple, Felipe IV se alía con el papa Clemente V para arrestar a los templarios y confiscar sus propiedades. Se inventan acusaciones para acabar con ellos: simonía, herejía y adorar a una cabeza diabólica llamada Baphomet.
El gran maestre de los templarios, Jacques de Molay, es torturado y condenado a morir en la hoguera. La sentencia se cumple en París, ante la catedral de Notre Dame, y ante el propio rey.
Junto a Molay, se condena a Geoffroy de Charnay, preceptor templario de Normandía. El verdugo enciende la pira:
Felipe IV comprueba cómo su plan ha tenido éxito: las riquezas del Temple ya son suyas.
Entonces, para asombro de todos los presentes, Molay eleva firme su mirada al rey y comienza a hablar:
-¡Dios vengará nuestra muerte!
-Todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir. ¡Clemente y tú también, Felipe Capeto! Os emplazo a los dos ante el tribunal de Dios. A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año.
El rey tiembla. Los parisinos están asombrados. Las llamas consumen a los templarios. La gran orden militar, enigmática y poderosa, termina aquí.
El papa morirá un mes después. El rey Felipe morirá en noviembre y su dinastía terminará 14 años después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario